Francesc Rubiralta, expresidente de Celsa / EP

Francesc Rubiralta, expresidente de Celsa / EP

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Rubiralta, eximido de pagar 504 millones a Celsa por un crédito que el juez estima “incobrable desde su origen”

La sentencia señala que socios y acreedores tampoco exigieron nunca el pago del préstamo y que, de haberlo hecho, no hubiera cambiado la situación de la compañía

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Francesc Rubiralta, expresidente de Celsa, no tendrá que pagar 504,5 millones de euros al grupo siderúrgico fundado por su padre. Al menos, de momento. El ejecutivo, que estuvo cerca de 14 años al frente de la compañía industrial, ha sido absuelto en el proceso seguido por la acción social de responsabilidad tramitada por los actuales accionistas de Celsa.

Los dueños del grupo, anteriormente acreedores y que tomaron el control a través de la capitalización de la deuda de la sociedad, acusaron en su día a Rubiralta de no haber actuado con negligencia en sus funciones ejecutivas. El motivo, no haber reclamado el cobro de un préstamo intragrupo, de 469 millones de euros de valor nominal, que figuraba en el balance de la empresa desde finales de la primera década del siglo.

El presidente de Celsa Group, Rafael Villaseca (i), y el consejero delegado de la siderúrgica, Jordi Cazorla (d)

El presidente de Celsa Group, Rafael Villaseca (i), y el consejero delegado de la siderúrgica, Jordi Cazorla (d) Kike Rincón - Europa Press

A lo largo de la sentencia de 30 páginas, a la que ha tenido acceso Crónica Global, el titular del juzgado de lo Mercantil número 5 de Barcelona, Florencio Molina, considera acreditado que el crédito no fue, en efecto, reclamado nunca por Rubiralta. Pero tampoco lo fue por ningún otro miembro del consejo de administración, así como por el resto de socios ni por los acreedores.

El magistrado va un paso más allá y apunta que, en realidad, las sociedades beneficiarias del préstamo no disponían de capacidad alguna para proceder a su amortización. "Dichas entidades carecían de activos, ingresos o capacidad operativa, y su única función consistía en la tenencia de las acciones del grupo", señala el fallo. 

La demanda de los por entonces acreedores y actualmente accionistas de Celsa se circunscribe al periodo entre 2020 y 2022. Por entonces, el grupo siderúrgico atravesaba una delicada situación financiera. El impacto de la pandemia en su actividad había agravado un escenario de excesivo endeudamiento que ya venía de atrás y para el que la refinanciación de 2017 no fue suficiente.

De ahí que los demandantes consideraran que, en tal situación, Rubiralta debió proceder como máximo ejecutivo de Celsa a reclamar el pago de un préstamo que presentaba desde hace tiempo la condición de vencido y exigible. 

No hubiera solventado nada

Sin embargo, el juez Molina señala que tal situación y la permanencia del préstamo en el balance de la empresa era conocida tanto por los administradores como por los acreedores; asumida, además, en el proceso de refinanciación. En este punto, los tenedores de la mayoría de la deuda del grupo tampoco exigieron su cobro.

El fallo judicial concluye, además, que incluso en el caso de que esa exigencia se hubiera producido, bien por parte de los acreedores, bien por el entonces presidente, la situación financiera de Celsa no hubiera variado un ápice.

Tal reclamación "habría sido intrascendente a todos los efectos", dado que las sociedades patrimoniales de la familia, beneficiarias del préstamo, no hubieran podido en ningún caso amortizar la deuda

Para terminar de redondear una situación un tanto rocambolesca, el juez recoge en la sentencia la estimación de un informe encargado por los demandantes a KPMG en el que se asegura que el préstamo intragrupo "ha permanecido registrado contablemente sin expectativa real de recuperación desde su origen".

Empleados de Celsa

Empleados de Celsa Cedida

El documento de la consultora añade que "las sociedades patrimoniales deudoras han carecido de actividad y de activos líquidos durante más de una década, lo que impedía, en la práctica, cualquier posibilidad de cobro efectivo".

Un préstamo de la compañía en favor de las sociedades patrimoniales de la familia Rubiralta, que tiene su origen en 2006, cuando los empresarios procedieron a reestructurar sus negocios y repartírselos. Francisco Rubiralta Vilaseca se quedó con la actividad siderúrgica y su hermano José María, con la farmacéutica (el origen de la actual Werfen).

Sin lucro personal

Durante la sesión única del juicio, celebrada hace dos semanas, Francesc Rubiralta dijo desconocer bajo qué circunstancias se había realizado esta reordenación. Por entonces, él trabajaba para las filiales de Celsa en Reino Unido y los países nórdicos. No fue nombrado presidente de la compañía hasta finales de 2010, tras el fallecimiento de su padre.

La sentencia también descarta que el acusado se haya podido beneficiar personalmente ni lucrarse a costa de la empresa como consecuencia de la existencia de esta estructura financiera. El fallo hace bueno así el testimonio de Rubiralta en el juicio, según el cual no hubo salida de alguna de dinero procedente de la caja de la empresa.

No obstante, el anterior presidente de Celsa aun no puede cantar victoria. Más bien, se trata de una victoria en la primera batalla de la guerra. El fallo no es firme, dado que cabe recurso ante la Audiencia Provincial de Barcelona.