Portada de 'Live at the Record Plant' (1968) una de las grabaciones americanas de Jeff Beck

Portada de 'Live at the Record Plant' (1968) una de las grabaciones americanas de Jeff Beck

Música

Jeff Beck, una leyenda a su aire

El legado del guitarrista británico, uno de los más dotados e imaginativos de la historia del 'rock', está condensado en una antología de grabaciones y discos que cambiaron la música moderna

18 enero, 2023 19:05

No es breve la nómina de artistas que han quedado atrapados en la condición paradójica de ser considerados músicos para músicos, o lo que es lo mismo: reverenciados por sus colegas, por aquellos que con mayor profundidad conocen las posibilidades expresivas y los límites de su arte o su instrumento, pero difusa o superficialmente conocidos por el gran público y por tanto en cierto modo relegados –con suerte– a las periferias del estrellato hiperbólico. Cualquier aficionado al rock sabrá que Jeff Beck era –es, lo sigue siendo pese a su repentino fallecimiento a los 78 años debido a una meningitis bacteriana– una referencia indiscutible, un excelso, innovador y técnicamente prodigioso guitarrista de guitarristas y, sin embargo, no será en absoluto improbable que este aficionado imaginario no sepa dónde ubicarlo exactamente.

El carácter aventurero del músico británico –y en consecuencia su olfato comercial bastante menos agudo que el de tantos de sus ilustres amigos y compañeros de generación– lo llevó a desarrollar una carrera imprevisible y voluble en la que tocó palos fundamentales como el blues-rock, el ámbito fundacional en el que su leyenda nació y se agigantó hasta fijar su imagen más característica y perdurable, lo que no impidió que Beck anduviese después buscando constantemente nuevos aires y desafíos, ya fuera en forma de incursiones en la psicodelia y el jazz-rock –otro de los pilares de su obra– o de flirteos con el funk, el rockabilly, el pop sintético ochentero, las sonoridades orientales e incluso la electrónica y el rock industrial.

Jeff Beck1

Familiarizado con el piano desde pequeño por imperativo familiar y cautivado por el encanto de la guitarra desde que descubrió a Buddy Holly y Elvis, Beck se matriculó en el Wimbledon College of Art de Londres, en torno al cual hervía la nueva pasión colectiva del rock & roll. Por entonces, a comienzos de los 60, empezó a tocar en los Tridents, la banda que entonces acompañaba a Screaming Lord Sutch, un extravagante showman que facturaba un rock & roll primigenio lleno de vampiros, momias y criaturas de los cómics y el cine de serie B, puro rock & horror, y en paralelo se prodigó con espíritu estajanovista como músico de estudio para todo tipo de artistas. La excepcional destreza que ya mostraba a las seis cuerdas, unido a los numerosos contactos que hizo como instrumentista de sesión, le permitieron acceder muy pronto a uno de los proyectos definitorios de la efervescente escena británica de aquella hora: The Yardbirds.

Era 1965 y fue su primer gran aldabonazo. Eric Clapton, guitarrista hasta entonces de los Yardbirds, estaba disgustado con la marcha del grupo, que a sus ojos se alejaba irremisiblemente de la ortodoxia blues-rock en la que él se sentía a gusto, y se desvinculó del proyecto. Su reemplazo fue Jeff Beck, que más tarde coincidiría en la formación con el amigo que le había propuesto el trabajo, un Jimmy Page que primero se hizo cargo del bajo y poco después asumiría la segunda guitarra de la formación, componiendo un dúo estratosférico que no tardaría en saltar por los aires debido a las tensiones y las luchas de egos agravadas por el agotamiento físico y mental de las extenuantes giras.

Jeff Beck

El big bang del imperial rock británico de los años 60 y 70 que se produjo en el seno de los Yarbirds –Clapton, Beck y Page son no en vano los mayores y más emblemáticos guitar heroes de aquella era clásica– llevó a muchos, como recordaba recientemente Diego Manrique, a hablar –jugando con la denominación de origen del blues del Delta del Misisipi– del prodigioso Delta de Surrey, el condado inglés donde los tres habían nacido y se habían criado. Sin duda alguna, Beck fue el menos afortunado en términos de repercusión y gloria popular, pese a que fue, también sin duda alguna, mucho más creativo e imaginativo que Clapton, y a que sobre Page siempre se ha cernido la más que fundada sospecha de su desinhibida simpatía por el saqueo de hallazgos ajenos, algo que como veremos más adelante también pudo comprobar el propio Beck.

En su breve pero decisiva andadura con los Yardbirds, Beck, quien nunca se anduvo con remilgos, favoreció ese alejamiento del sonido deudor del blues-rock canónico de la banda que tanto temía Clapton, y lo hizo abriendo nuevas perspectivas e insuflando a las canciones de la banda los nuevos e irresistibles aires psicodélicos que en aquel momento empezaban a cambiarle el rostro al rock.

Temas como el emblemático Shapes of things, Heart full of soul (con esa maravillosa guitarra con el pedal de fuzz a tope para sonar como un sitar), Train kept A-rollin’ (que prácticamente puede considerarse una prefiguración del sonido de Led Zeppelin antes de que Led Zeppelin fuera siquiera una idea en la cabeza de Jimmy Page), Still I’m sad (a medio camino entre Morricone y el surf) o Evil hearted you y Mr, you’re a better man than I (con su magnífico slide en el primer caso y el sentimiento arrebatado del solo en el segundo) son sólo algunos ejemplos de la pulsión vanguardista y la curiosidad voraz de Beck reflejadas en la obra de los Yardbirds.

Yardbirds 1967 pack

La aportación del guitarrista a dicha banda se puede apreciar con particular claridad en Having a rave up (1965), un álbum un tanto frankenstein, concebido no como un disco en sentido estricto sino más bien como recopilación-tarjeta de presentación para el mercado estadounidense, en el que se incluían, en una cara, temas del grupo cuando aún militaba en él Eric Clapton, y en la otra nuevas canciones ya con Beck enrolado en la banda. Es de hecho un disco óptimo para comparar los dos periodos de los Yardbirds, muy diferentes entre sí y con Beck ganando con la gorra.

La etapa de Beck en los Yardbirds sería breve. Antes de cumplir dos años en el grupo, el músico decidió volar por su cuenta. Influyó la antes mencionada tensión con Page, pero también la pulsión del guitarrista de experimentar, de no dejarse encerrar en una parcela concreta. Beck fue por encima de todo un descomunal intérprete, mucho más que compositor, y debe gran parte de su merecida reputación, o todo ella, a su continua exploración de las posibilidades de la guitarra eléctrica. Su depuración hasta el éxtasis de la técnica del feedback (el efecto que se produce cuando las pastillas de la guitarra captan de nuevo el sonido que sale del amplificador, o sea, cuando se retroalimentan) para generar melodías, la manera en que empleaba la distorsión y doblaba las notas o el nuevo rango de expresión que logró modular con la palanca del vibrato son sólo algunas de las técnicas de las que se valió el guitarrista para desarrollar su estilo, que abarcaba desde la contundencia y la fiereza hasta las pulsaciones más sentidas y evocadoras. Y a desarrollar todo eso se dedicaría en adelante, sin necesidad ya de dar explicaciones a nadie.

RB121 Jeff Beck scaled

Ya en solitario, o más bien como líder, el músico fundó el Jeff Beck Group. Grabados con unos aún desconocidos Rod Stewart a la voz y Ron Wood al bajo (o sea, los futuros miembros de The Faces y, en el segundo caso, también de The Rolling Stones), los dos primeros discos de este nuevo proyecto, Truth (1968) y Beck-Ola (1969), muy especialmente el que supuso el debut, adelantaron el modelo de hard-rock à la Led Zeppelin, o sea, un blues-rock rocoso, denso y centrifugado que también sentó las bases de lo que sería más adelante el temprano heavy metal.

Resulta de lo más significativo, dado el expediente al respecto que presenta Page, escuchar en How many more times, el tema que cierra Led Zeppelin I (1969), el debut de los susodichos, un extracto en toda regla de Beck’s Bolero, que fue la primera grabación en solitario que hizo Beck, una ambiciosa pieza instrumental inspirada en Ravel que se publicó como single en 1966 y que su autor grabó con Keith Moon, el batería de los Who, el pianista de rhtyhm & blues Nicky Hopkins y, sí, en efecto, un Page que nunca estuvo dispuesto a desaprovechar una sola buena idea de los demás.

Jeff Beck records1

El primer Jeff Beck Group se disolvió en el otoño de 1969, después de que el músico rechazara la invitación a participar en el Woodstock mítico y con la formación inmersa en un clima asfixiante por los desencuentros personales. Beck convocaría una segunda formación de este proyecto, con el bajista Tim Bogert y el batería Carmine Appice y una versión de Superstition de Stevie Wonder como su fruto más conocido, pero un accidente de coche en el que se fracturó el cráneo obligó al músico a parar abruptamente y sus dos socios corrieron a otras aventuras, convirtiendo esta alianza en una tentativa fugaz.

Para cuando se recuperó, Beck, anhelaba otra cosa, algo nuevo, y bajo el influjo confeso de la Mahavishnu Orchestra y el guitarrista John McLaughlin grabó Blow by blow (1975), el que seguramente sea su disco más celebrado. Producido por George Martin, el quinto beatle, el álbum es una fantasía guitarrera, un tratado de rock progresivo que se deslizaba hacia la gramática del jazz y el pulso del funk. Era, además, íntegramente instrumental, en el que la guitarra de Beck asumía el rol que tradicionalmente habría cubierto un vocalista principal, planteamiento que en adelante adoptaría durante la mayor parte de su carrera.

cover 2539182472019 r

Esta misma senda de lo que en aquellos años se dio en llamar fusión siguió Wired (1976), una grabación en la que de hecho participaron dos miembros de la Mahavishnu, el batería Narada Michael Walden y el teclista Jan Hammer. Con la banda de este último, además, realizó en 1977 una gira de la que es testimonio el álbum en directo Jeff Beck with the Jan Hammer Group Live. En los años 80 vivió los dos últimos éxitos de ventas de su carrera: primero con Flash (1985), un trabajo producido por Nile Rodgers, el guitarrista, arreglista y cerebro de Chic, que sonaba un tanto ortopédico pero con algo que hoy diríamos que es cierto encanto (las canciones eran puro pop de la época, pero con el añadido forzoso de sus solos, enérgicos y venidos de otro planeta) y que, sobre todo, propició el reencuentro discográfico de Beck con el viejo amigo Rod Stewart en una bonita versión del People get ready de Curtis Mayfield, canción que le valió uno de los ocho Grammys que ganó; y finalmente con Jeff Beck’s guitar shop, con el que volvió a la música puramente instrumental y por el que se hizo con su último Disco de Oro.

Jeff Beck Ola

Al margen de los conciertos, donde alternaba la recreación de su faceta blues-rock con sus probaturas, pirotecnias y diabluras técnicas para asombro y disfrute mayormente de sus colegas e incondicionales, su producción propia casi desapareció en la década de los 90, más allá de curiosidades como Crazy legs (1993), donde se adentró en la estética del rockabilly clásico. En esos años, Beck se convirtió en un músico de estudio de alto standing, grabando solos para Jon Bon Jovi, Tina Turner o Kate Busch y colaborando esporádicamente con Roger Waters (Pink Floyd). Hasta 2010 no llegó otro álbum que puede considerarse significativo en su carrera, Emotion & commotion, donde versionaría el estándar Over the rainbow y el aria Nessun dorma del Turandot de Puccini, dos piezas que interpretaría a partir de entonces hasta la saciedad y que se convirtieron en indispensables en sus repertorios en directo.

Su último lanzamiento es 18 (2002), un disco sin nada reseñable aparte del toque celebrity de que lo grabó con su amigo el actor Johnny Depp. Antes de ese trabajo, Beck había publicado discos como You had it coming (2001) o Loud hailer (2016), construidos a partir de contundentes riffs, a veces cercanos al metal, con bases electrónicas y aires de rock industrial. Difícilmente estos dos álbumes no desconcertarán o espantarán a los admiradores de su etapa de juventud, pero más allá de los resultados de esas grabaciones heterodoxas (a veces chocantes y no muy afortunadas), son más que elocuentes acerca de la curiosidad y el afán de creatividad del guitarrista, quien a diferencia de sus ilustres amigos y colegas nunca se permitió estancarse o activar el piloto automático.

Jeff Beck Blow

En muchas ocasiones, sí, su apabullante talento para exprimir las posibilidades de la guitarra habría agradecido una mayor visión de conjunto, y además sus grupos le duraban poco y sus decisiones parecían un poco erráticas, pero puede decirse, y eso es mucho, bastante más que mucho, que la era dorada del rock & roll no alumbró a un intérprete más impresionante que Jeff Beck.