El cantante Mark Lanegan, en una de sus actuaciones, que ha fallecido recientemente / EFE

El cantante Mark Lanegan, en una de sus actuaciones, que ha fallecido recientemente / EFE

Música

Mark Lanegan: la voz de un profeta

El cantante norteamericano se puede asociar al papel que había interpretado el gran Johnny Cash, con una forma de cantar que emociona

2 marzo, 2022 00:00

La reciente muerte del cantante norteamericano Mark Lanegan (Ellensburg, Washington, 1964 - Killarney, Irlanda, 2022) ha pasado bastante desapercibida en la prensa española, tal vez porque nunca fue un músico de éxito masivo, aunque sí un muy querido fetiche personal para el suficiente número de personas necesarias para que grabara discos con una inusitada frecuencia, ya fuese en solitario o en compañía de otros. Las causas de su fallecimiento no han quedado muy claras, aunque sabíamos que el coronavirus se había cebado con él, postrándolo en la cama y manteniéndole cierto tiempo entrando y saliendo de un coma (experiencia relatada en su último libro, Devil in a coma, que, precisamente, me estaba leyendo cuando me enteré de que la había diñado, tras haber disfrutado, aunque no sé si ese es el término correcto, de sus memorias, Sing backwards and weep (Canta al revés y llora), que me parece uno de los mejores libros jamás escritos por un músico, así como una autocrítica implacable que va más allá de la tan anglosajona self deprecation y que se escribió él solito, sin recurrir al negro de turno).

Leyendo Sing backwards and weep, uno tenía la impresión de hallarse ante alguien que, como diría Abert Pla citando a Lou Reed, caminaba por el lado más bestia de la vida. Las oportunidades para diñarla joven no escasean en la biografía del señor Lanegan, que abusó del alcohol y las drogas desde muy pronto y vivió en peligro durante años. Prototipo del artista maldito, nuestro hombre echó el freno hace un tiempo, sentó la cabeza con su novia, Shelley, publicó un último álbum sensacional, Straight songs of sorrow (2020) y, cuando ya le creíamos definitivamente salvado, pilló un covid brutal que casi se lo lleva por delante y, cuando pensábamos que lo había superado, murió de repente y sin que nadie diera muchas explicaciones. Sus seguidores lo han llorado en las redes sociales, pero la prensa no se ha matado a la hora de sumarse al duelo.

Una desesperación agradable

Fascinado por las voces de tono profético, le otorgué a Lanegan el papel que había interpretado hasta su fallecimiento el gran Johnny Cash. Había algo en su forma de cantar que me emocionaba, me enternecía, me ponía a veces los pelos de punta y hasta estaba a punto de hacerme experimentar el genuino temor de Dios. No tanto en sus inicios como cantante del grupo grunge Screaming Trees (del que echa pestes en sus memorias, aunque no tantas como las que vierte sobre sí mismo, presentándose como un inútil y un gorrón que se dedicaba a sablear a su amigo Kurt Cobain para financiarse la heroína) como en su obra en solitario, compuesta de estremecedores temas propios y personales versiones de temas ajenos. Su parte más dulce y tierna (que la tenía) queda especialmente patente en sus tres colaboraciones con la escocesa Isobel Campbell, que había pasado por Belle & Sebastian, tres álbumes preciosos titulados Ballad of the broken seas (2006), Sunday at devil dirt (2008) y Hawk (2010), en los que la voz de profeta adquiría un tono más humano y mucho menos ominoso que de costumbre. En esos tres discos, fue como si un sujeto usualmente atormentado se tomara un respiro y disfrutara de una especie de matrimonio musical que, cosa rara en la carrera de nuestro hombre, aportaba cierta luz y hasta un poco de optimismo.

El cantante Mark Lanegan / WIKIPEDIA

El cantante Mark Lanegan / WIKIPEDIA

Lanegan colaboró con más gente, pero yo diría que, en ese apartado, echó el resto con el grupo Soulsavers, cuyo tema Revival me parece impresionante por lo que tiene de severo, solemne, trascendental y casi religioso. Nuestro héroe se despidió con un disco extraordinario, el ya citado Straight songs of sorrow, y con el texto memorialístico que su muerte me pilló leyendo y que he dejado a medias porque ya tengo bastante con su epílogo situado en el mundo real. En una época llena de divas de plástico y estrellas sin sustancia, Lanegan empezaba a ser un personaje de otra época, casi un anacronismo. Y para mí, uno de los pocos músicos cuyos discos esperaba con genuino interés, aunque su escucha me sumiera a veces en algo que no era desesperación, pero se le parecía bastante. Una desesperación, parafraseando a Erik Satie, muy agradable, si tal cosa es posible.

PD. Otro muerto ilustre sobre el que nuestra prensa ha pasado muy por encima: el británico Gary Brooker (1945 – 2022), líder de un estupendo (y medio olvidado) grupo de pop barroco de los 60, Procol Harum. A medias con Keith Reid y Matthew Fisher, Brooker compuso una de las canciones más populares de la historia del rock, A whiter shade of pale (1967), que sigue sonando a día de hoy en la radio cuando menos te lo esperas y fue versionada en su momento por un montón de gente en un montón de países. En España, los Pop Tops cosecharon un gran éxito con la suya, rebautizada como Con su blanca palidez.