Andrea Bajani Barcelona
Andrea Bajani: "¿Por qué no podemos cuestionar las relaciones familiares cuando no funcionan?"
El escritor italiano reflexiona sobre los 'efectos totalitarios' que, a su juicio, a veces ocurren dentro de la institución familiar y defiende la importancia de leer poesía para medir con exactitud la calidad de la literatura escrita en prosa
Hace unos meses el escritor italiano Andrea Bajani ganaba el Premio Strega con El aniversario (Anagrama. En catalán, Periscopi), una novela en la que cuestiona la violencia intrafamiliar y las raíces patriarcales de la familia a través de la historia de un hombre que decide alejarse de sus padres, porque solamente rompiendo con ellos se libera de una herencia llena de violencia, sumisión y abusos. Tras alejarse, el protagonista reconstruye la vida de su madre, una mujer en segundo plano y silenciada por una autoridad paterna que ahora su hijo se atreve a cuestionar. Sentado alrededor de una larga mesa del Instituto Italiano de Cultura de Barcelona, Bajani mira por la edición en castellano de su novela: "Cuando me leo en español me parece que soy mejor escritor. Me leo traducido y pienso que soy un buen escritor latonoamericano".
¿Por qué se ve como autor latinoamericano? ¿La literatura hispanoamericana le ha influido más que la española?
No sabría qué decirte. En la literatura española tengo mitos como Enrique Vila-Matas, amigos y escritores que admiro, como Rodrigo Fresán. Lo que pasa es que la literatura hispanoamericana ha dejado en mí un aprendizaje, me ha enseñado a discutir cualquier certeza para adentrarme en un mundo inquietante. Me he formado leyendo a Cortázar, pero también me ha marcado Bolaño, aunque lo pienso como un autor hispanoamericano y, a la vez, español. Guadalupe Nettel me interesa mucho. Lo que he encontrado en la literatura latinoamericana es la puesta en discusión de la sociedad a través de los instintos primarios, a través de los miedos.
Andrea Bajani Barcelona
El aniversario es, de hecho, una puesta en cuestión de la familia, una institución que, sobre todo en países católicos como Italia, es considerada intocable. Ssin embargo, usted se pregunta si podemos romper con los padres cuando son violentos.
La manera en que lo expresas es muy libre. La pregunta que plantea la novela es si se puede romper con los padres. Esta pregunta lo que hace es enfrentarnos a un tabú. ¿Qué es un tabú? Esa cosa que una sociedad no puede discutir porque, de lo contrario perdería su identidad. Y lo que dice esta novela es que, si podemos cuestionar y romper cuando son violentas o no funcionan las relaciones de amistad, de trabajo e, incluso, las relaciones matrimoniales, para las cuales, de hecho, existe el divorcio, ¿por qué no podemos cuestionar las relaciones familiares cuando la familia no funciona o cuando es violenta? Sin embargo, estas relaciones familiares resultan intocables, como si fuera más aceptable la sangre y la violencia dentro de la familia que fuera de ellos. Lo que dice el tabú es que es mejor esconder la violencia antes que cuestionarla.
Hablamos de divorcio o de ruptura en relaciones sentimentales o de amistad, pero no de abandono en el caso de un hijo que se aleja de sus padres.
Ten en cuenta que ahora asumimos como algo natural el divorcio, pero en los años cincuenta o sesenta era impensable: se hablaba de abandono del lecho conyugal. Piensa en el aborto: hace años era asesinar a un inocente. Los tabúes utilizan las palabras como armas; por ello, en la novela, hay un momento en el que dejo de utilizar el verbo “abandonar” para utilizar “sustraerse”. Con este cambio de términos se pasa del territorio del tabú, es decir de la culpa, al territorio de la reivindicación de un derecho, alejarse de un contexto de violencia. Se reivindica esto como se reivindicó el derecho al divorcio o al aborto que, no casualmente, hoy son dos derechos que vuelven a ser puestos en discusión. Yo vivo en Houston y, antes de venir aquí, fui a mi fisioterapeuta: le expliqué a qué me dedicaba y me preguntó de qué iba mi nueva novela. “Remove yourself from situation”, me contestó. Así resumió la novela, recurriendo a la jerga militar: ponerse a salvo. Sustraerse de una situación de peligro es precisamente esto. Parece algo muy escandaloso para alguien reaccionario que cree que, aunque haya violencia, la familia siempre debe permanecer unida. Por el otro lado, esto es liberador para todo aquel que se reconozca en la historia que cuento. Lo digo porque así me lo han comunicado algunos lectores, para los cuales la novela ha sido una toma de conciencia política en el sentido de que se han dejado de sentir solos porque han visto que su experiencia es la de muchos más.
Andrea Bajani
Barcelona
Usted cuenta la historia de la violencia que ejerce el patriarcado.
Esto es central: el patriarcado es una organización culturalmente impuesta desde hace generaciones y, por tanto, es también una violencia aceptada y amparada política y culturalmente desde hace muchas generaciones. Se basa en la atribución al hombre, por un privilegio de género, inaceptable política, existencia y filosóficamente, del derecho de mandar y utilizar la violencia y la fuerza física como instrumento para el control de la mujer. Y a la mujer le impone un rol no solo de insubordinación inaceptable, sino la invisibilidad: la mujer tiene que estar en casa, tiene que ser socialmente invisible.
De ahí la importancia del teléfono, que sirve para romper el aislamiento.
Efectivamente. El hijo juega también un papel importante: en su rechazo de la herencia del padre reconoce su complicidad, fruto en gran medida del miedo, mantenida a lo largo de los años con este sistema que ahora él rechaza. Se da cuenta de que, durante bastante tiempo, se ha creído y ha aceptado esta distribución de los roles que preveía la invisibilización y aislamiento de la mujer y, por tanto, de su madre. Cuando decide contar su historia, como compensación, coloca a su madre sobre en el escenario.
Le preguntaba sobre el teléfono.
Cierto. Muchos se han escandalizado cuando utilizo el término totalitarismo para hablar del patriarcado, pero todo sistema totalitario es un sistema de poder fundado sobre el miedo. Es un sistema cerrado. En todos los sistemas totalitarios que conocemos se intenta impedir el contacto exterior. Por eso el teléfono siempre ha sido un objeto peligroso.
La historia de su protagonista es la de muchas mujeres del siglo XX.
Sí, muchas lectoras me han dicho que lo que cuento es su historia. Es interesante ver hasta qué punto no hemos sido conscientes de que la familia es una organización social y un organismo político. Hemos aceptado la familia y sus dinámicas sin más. Evidentemente, no en todas las familias hay violencia, pero existen elementos comunes en todas, sobre todo los relacionados con el papel de la mujer. La misión de la literatura ha sido siempre cuestionar la versión oficial y existe una versión oficial, política y cultural sobre cómo debe organizarse la familia. Si el libro está funcionando es porque, probablemente, este es el momento propicio para poner en cuestión una institución como la familia.
Libros de Andrea Bajani Barcelona
Lo paradójico es que, al mismo tiempo, un país como Italia, está viviendo un momento de retroceso en el que se ponen en entredicho derechos como el aborto o las relaciones homosexuales en nombre precisamente de la institución familiar.
Es verdad, pero también es cierto que hace veinte años no se me habría ocurrido escribir este libro. Cuando hablaba de tabú me refería a las convicciones de la sociedad y de los individuos. Cuando Oriana Fallaci escribió Carta a un niño que nunca nació era el momento adecuado, de lo contrario no hubiera tenido la repercusión que tuvo. Si la gente comparte mi novela es, entre otras cosas, porque las personas sienten no solo la necesidad de compartir su lectura porque consideran que hay categorías e instituciones que pueden ser cuestionadas. No sé si leen la novela quienes están teniendo una reacción conservadora e intentan reafirmar determinadas instituciones, pero su reacción es signo de la fragilidad del modelo cultural masculino.También es verdad que estamos en un momento histórico trágico en el que parece que la respuesta conservadora sea la única posible en muchos países que no funcionan. Por tanto, diría que ahora existe un terreno propicio para mi historia, a pesar de las reacciones conservadoras.
Algo similar se podría decir de libros tan significativos como El acontecimiento de Annie Ernaux o Cuerpo feliz de Dacia Maraini.
Absolutamente. Ernaux escribe El acontecimiento muchos años después de los hechos narrados y lo publica cuando el terreno es el apropiado. Las fuerzas reaccionarias, no solo en política, siempre han existido. Sin embargo, el hecho de que determinados libros se publiquen y determinadas historias, a pesar de ciertas reacciones, nos puede hacer pensar que quizás no estamos tan mal como creemos.
En la novela se habla de la importancia de la amistad entre mujeres como forma de emancipación.
La madre tiene tres amigas: dos de ellas son mujeres que no ponen en discusión el sistema familiar en el que viven y en el que no parecen ser infelices. La tercera es alejada por el marido de la protagonista, porque sí pone en discusión ese sistema. A través de ella vemos el elemento político que tiene la amistad y la solidaridad más allá de la retórica de la sangre, que es tribal, primitiva y mantiene la idea de que la familia es una institución que nos protege. En ocasiones, es así, pero no siempre. Hay casos en los que la protección es ofrecida por comunidades yopersonas con las que no se tienen vínculos sanguíneos. En el caso de las mujeres, además, hay que tener en cuenta que la amistad femenina siempre ha sido peligrosa: una mujer más otra mujer y así sucesivamente pueden cuestionar el sistema, algo que una mujer aislada en su casa no puede conseguir.
Andrea Bajani y Anna María Iglesia Barcelona
Antes comentaba que en la novela se pasa de hablar de “abandono” a “sustracción”. Quiero preguntarle sobre las razones de utilizar un término y no otro.
Hay que ser conscientes del peso de las palabras, así como de la importancia de escribir desmontando los discursos preconstituidos. Yo creo que, como decía Brodsky, la verdadera escuela para un escritor es la poesía. La poesía consiste en rechazar escribir una palabra después de otra de manera automática porque esto es propaganda. Y la propaganda puede estar siempre presente, no solo en términos exclusivamente políticos. Un escritor, cada vez que elige autónomamente el orden de las palabras y su combinación, está llevando a cabo un acto de subversión. Si no hace esto, el que escribe se convierte en portavoz y cómplice del sistema político y cultural. Quien escribe da miedo: piensa en Brodsky, en Kundera, en Kristoff… Decidieron disponer las palabras como quisieron.
¿Y esto no es lo que sucede en la literatura comercial?
No. Son libros que te suelen confirmar que el mundo es tal y como lo pensabas. La literatura interesante es aquella que responde no solo al discurso oficial, sino a otros que nosotros tenemos asimilados. La literatura nos ofrece relatos que causan incertidumbres. El escritor es el primero que debe ponerse en discusión a sí mismo. Esta es la diferencia entre la literatura y los libros comerciales, que, en mi opinión, tienen todo el derecho a existir a cambio de que sea clara la diferencia.
Andrea Bajani Barcelona
No es algo que suceda habitualmente.
No. Ahora está todo bastante mezclado, hasta el mundo que la mid-cult puede envenenar el pozo de la literatura. No pido que todos hagan literatura, pero me gustaría que hubiera una honestidad en la relación entre laa producción editorial y los lectores en el momento de decir qué se está ofreciendo.
Empezábamos hablando de la literatura hispanoamericana que le ha marcado. Dígame qué autores italianos contemporáneos le interesan y hacia los que siente afinidad.
Me interesan Antonio Scurati, Donatella di Pietrantonio, Paolo Giornado, Fabio Stasi... Es decir, me autores que son grandes lectores y que no tienen miedo de ponerlo en discusión todo. Pero no quiero terminar lsin hacer hincapié en los poetas, italianos o no. En 1988 Brodsky fue a inaugurar la primera edición del salón del libro de Turín. Y ahí, frente a esta gran feria comercial, dijo que si se quería entender cuáles son los buenos libros que se leen en prosa era necesario leer poesía. Y si se lee mucha poesía –añadió– casi todo lo que se lea en prosa se nos caerá de las manos.