El poeta griego Nikos Gatsos

El poeta griego Nikos Gatsos

Poesía

Nikos Gatsos, el amigo griego de Lorca

Cátedra publica por primera vez en español, en edición bilingüe a cargo de Vicente Fernández González, 'Amorgós', el único libro de Nikos Gatsos, traductor al griego del poeta granadino

6 septiembre, 2022 18:50

Somos conscientes en España de la importancia de la poesía neohelénica. De Cavafis para acá, y no es cosa de recitar los nombres, las principales voces (algunas de ellas prestigiadas por el Premio Nobel de Literatura) se han visto publicadas en nuestro país en traducciones de José Antonio Moreno Jurado, Pedro Bádenas de la Peña o Vicente Fernández González, entre otros. Sí, somos conscientes, pero tampoco tanto. Son muchas las figuras que aún se nos escapan. Fernández, dos veces Premio Nacional de Traducción, remedia parcialmente esto con la edición bilingüe, en Cátedra Letras Universales, de Amorgós y otros poemas, obra de Nikos Gatsos.

Es un caso de justicia poética porque Gatsos (1911-1992) fue él mismo traductor. Del inglés tradujo a Eugene O’Neill, Tennessee Williams y Archibald MacLeish, en encargos para producciones teatrales; también, a August Strindberg (es de suponer que no directamente del sueco sino mediante lengua puente). Y del español, a Lope de Vega (Fuenteovejuna), Ramón María del Valle-Inclán (Los cuernos de don Friolera) y, sobre todo, a Federico García Lorca, de quien tradujo Bodas de sangre, El amor de Don Perlimpín con Belisa en su jardín, La casa de Bernarda Alba, el 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías' y una selección de su poesía. Muy a menudo, Gatsos adaptaba, y de manera harto libre en el caso de Lope, como acreditó la especialista Virginia López Recio.

Odysseas Elytis and Nikos Gatsos / GATSOS ARCHIVE

Odysseas Elytis and Nikos Gatsos / GATSOS ARCHIVE

Lo singular de su carrera fue, no obstante, que tras publicar Amorgós en 1943, cuando la esvástica ondeaba en Grecia durante la ocupación alemana, no volvió a publicar más libros y solo dio a la estampa algunos poemas desperdigados. Y, sobre todo, se dedicó a componer letras de canciones, con músicos de la talla de Theodorakis o Hatjidakis, como las que este incluyó en la película de Elia Kazan América, América. Arraigado en lo popular, y salvando las distancias, fue una suerte de Rafael de León, letrista de coplas de enorme éxito y enorme admirador también de Lorca.

Según Fernández, el texto surrealista que compone Amorgós pone en juego tradición y vanguardia y es una especie de compendio de la literatura griega anterior, cargado de significación política. En sus palabras liminares, Armando Romero reconoce ya que no estamos ante un poema de fácil lectura. ¿Es surrealista Amorgós, lo es un poema de los años cuarenta, cuando el auge del movimiento encabezado por Breton había estallado dos decenios antes? Ha habido discusiones al respecto, pero se puede afirmar que lo es en la medida en la que lo fueron, tardíamente, Miguel Labordeta Juan Eduardo Cirlot o Julio Garcés en España.

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Al morir Gatsos en 1992, la actriz, cantante y política Melina Mercuri declaró que para ella y su generación Amorgós “era la Biblia, era nuestra juventud”. En el poema griego se ha visto la influencia de Lorca. ¿En qué? En la síntesis de lo popular y del surrealismo, pero lo cierto es que en el granadino ambas tendencias están bien compartimentadas. En él, las formas tradicionales tienen del surrealismo solo la audacia de la imagen, pero nada de la escritura automática que se atribuyó erróneamente a Amorgós (se llegó a decir que había sido escrito en una sesión de una única noche). En cuanto al libro surrealista de Lorca, Poeta en Nueva York, ¿dónde están ahí los ecos de la poesía popular? ¿Dónde en la 'Oda a Salvador Dalí? De esta escribió Odiseas Elytis en un ensayo de 1944 que “consigue alternativamente pasar de la realidad interna a la externa, suprimir las contradicciones de la acción y del sueño, crear imágenes atrevidísimas, capaces de violentar el ‘sentido común’”. Podría estar refiriéndose también a Gatsos.

Otro poeta importante planea sobre Gatsos, el autor de La tierra baldía sobre Amorgós, sobresaliente representante del poema largo moderno en griego. En él se da la yuxtaposición que introduce de continuo T. S. Eliot en su poema de 1922, con piezas y modos de diversa procedencia y que no dejan de dialogar con la tradición. Fernández aporta algunas citas que justifican esa similitud. Se puede añadir que, si Gatsos reactualiza a Heráclito, el angloamericano lo hace con la poesía isabelina, engastando cameos y realizando homenajes.Si La tierra baldía está compuesta de cinco partes, con títulos, Amorgós cuenta con seis secciones sin titular. El poema griego tiende al versículo, pero no es ajeno a la métrica que ha sido privilegiada por la tradición popular de su país. Es lo que sucede en la tercera parte, tan medida, que contrasta con la cuarta, en prosa. Armando Romero vincula también Amorgós con Anábasis de Saint-John Perse. Bien traído, y no solo por el título griego del francés: la atmósfera encantatoria de las respectivas ristras de palabras no es muy disímil.

Edición en catalán de 'Amorgós' / UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BARCELONA

Edición en catalán de 'Amorgós' / UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BARCELONA

El libro se completa con algunos poemas más que fueron agregados a la tercera edición de Amorgós. Uno inspirado en El Caballero, la Muerte y el Diablo, de Durero, en el que se ha visto una reformulación del Guernica de Picasso. También hay una 'Elegía' y, añadida por Fernández, una 'Canción de los viejos tiempos' en la que se han visto (u oído, porque la poesía es un arte en el que la vista es una herramiental para lo que se oye) ecos de Seferis. No queda ahí la cosa, porque la devoción lorquiana de Gatsos se manifiesta aún en 'Oda a Federico García Lorca' y en 'Un toro negro entró al bailep, que ostenta el subtítulo 'Habanera para F. G. Lorca'.

El primero procede de un manuscrito inacabado y en su último verso incluye la palabra griega para granada (la fruta), que en español, aunque vaya en minúscula, se convierte en un guiño más a Lorca. Ya con mayúscula aparece el nombre de la ciudad en 'Un toro negro entró al baile”' el otro sentido homenaje al poeta asesinado de la Generación del 27. También en la 'Elegía' hay notables coincidencias con Lorca. Fernández señala unos versos del 'Pequeño vals vienés' como una posible fuente de los versos “porque en tu frente pura / alguna vez vería yo / la nieve de las ovejas y los lirios”.

Nikos Gatsos

No fue Gatsos el único griego que abrazó el magisterio de Lorca, cuya presencia en la cuna de nuestra civilización occidental ha sido estudiada varias veces. Nikos Kazantzakis, viajero cuatro veces por España, se hizo eco de un poema de él en la crónica de su viaje de 1937, ya asesinado Lorca, pero ya en 1933 tradujo varios poemas suyos a partir de su ejemplar de la famosa antología de Gerardo Diego. Fue esta la primera traducción de Lorca a la lengua helena. Además de otros traductores y poetas menos conocidos, Odiseas Elytis vertió en 1948 una amplia muestra del Romancero gitano.

Pero el interés fue mutuo, aunque el de Lorca se remonte a muchos, muchos siglos atrás: la tragedia griega está muy presente en sus dramas (en los traducidos por Gatsos y en Yerma). Hay además algo telúrico, que da la tierra mediterránea. ¿Quién que ha estado en la Grecia rural, en alguna de sus islas menos castigadas por el turismo, no ha visto bajar por un camino de cabras a una mujer enlutada, acaso no tan vieja, quizás acompañada por un gato, trasplantada allí desde una escena de La casa de Bernarda Alba?

Amorgós

Es la primera vez que Amorgós se traduce completo al español en formato libro (parcialmente lo habían trasladado Ramón Irigoyen y Moreno Jurado entre otros, y existe edición digital completa de Manuel González Rincón). El resultado es espléndido, incluso en la traslación de los endecasílabos griegos, que tienen que jurarnos que no fueron creados directamente en español. En cuanto a la habanera lorquiana la decisión ha sido la de verterla en populares octosílabos y, a diferencia de los endecasílabos mencionados, manteniendo la rima cuando se ha podido y con el acierto de que esta sea asonante. Los versículos saben mantener la dúctil eufonía. Al disfrute general contribuye el cúmulo de repeticiones y anáforas que reúne el texto.

Convenientemente anotado, como se espera de la colección en la que se publica, Amorgós abunda en referencias que no quedan sin explicar. Sin embargo, cabe recordar una vez más el aserto de Borges, tantas veces repetido en sus conferencias, de que la poesía se percibe antes por el oído que por la inteligencia, y que la comprensión no es necesaria para la inmediatez de ese gozo. De hecho, en ocasiones la comprensión deshace el encanto. Gil de Biedma decía que mediante el aplicado y largo estudio había llegado a comprender la poesía de Jorge Guillén, y que no quería que esto le sucediera con la de Cernuda, que no quiso escudriñar demasiado (a pesar de que escribió páginas clarividentes sobre ella).