Poesía

Los chicos y las burras y Raúl Gómez Jattin

15 agosto, 2017 00:00

La nota de Pablo Planas el pasado domingo que mencionaba el caso de los quince chicos marroquíes a los que les contagió la rabia la burra con la que tenían trato sexual era estupenda como de costumbre. La noticia vino en todos los periódicos pero con laconismo, pues es un tema incómodo: los tribunos sienten lipori, no tienen claro en qué tono tratarla: si procede mostrarse compasivo y comprensivo, o censor; si pedir respeto por las particularidades culturales de otros pueblos, lamentar el subdesarrollo, especular sobre las relaciones de los hombres con la naturaleza en las áreas rurales o preocuparse como sin duda han hecho los animalistas de si han sido respetados los derechos de la burra, es decir si dio su consentimiento a la cópula o estamos hablando de violaciones.

Planas me ha llevado al documental Asses of the Caribbean (Burras del Caribe) de la Vice guide to Sex, de quince minutos de duración. Ahí se expone --y se ve-- que en algunas aldeas de la costa norte de Colombia, en las inmediaciones de Cartagena de Indias, es costumbre muy extendida que los niños y adolescentes se inicien en las prácticas sexuales copulando con las burras, como seguro que ocurre en otras partes del mundo. Las declaraciones de algunos campesinos sobre el tema alternan en el documental con las de la sexóloga neoyorquina Hani Miletski, autora del ensayo Understanding Bestiality and Zoophilia, donde expone sus conocimientos sobre antropología y sexualidad y con glacial profesionalidad académica distingue el bestialismo, que es el uso del animal con fines masturbatorios, de la zoofilia, donde están implicados también los sentimientos.

Hani Miletsk distingue el bestialismo, que es el uso del animal con fines masturbatorios, de la zoofilia, donde están implicados también los sentimientos

Sobre este tema se explayó el poeta colombiano, de sensibilidad extrema, panteísta, lancinante, Raúl Gómez Jattin (1945-1997): salvando las distancias, una especie de Leopoldo María Panero colombiano por lo perdulario e imprevisible y por sus entradas y salidas en los hospitales psiquiátricos. Acabó atropellado por un autobús, probablemente arrojándose a su paso. Era de Cartagena y en su país es muy conocido su poema Te quiero burrita. Aclaro que crica es sinónimo de vulva y lo copio aquí:

Te quiero burrita

Te quiero burrita

Porque no hablas

ni te quejas

ni pides plata

ni lloras

ni me quitas un lugar en la hamaca

ni te enterneces

ni suspiras cuando me vengo

ni te frunces

ni me agarrras

Te quiero

ahí sola

como yo

sin pretender estar conmigo

compartiendo tu crica

con mis amigos

sin hacerme quedar mal con ellos

y sin pedirme un beso.

No voy a comentar el bárbaro poema, acaso sea preferible proponer al lector otro, también de los más apreciados entre los suyos, dedicado a su madre, que al margen de su acierto, emoción o belleza presenta la particularidad de abarcar un arco temporal que comienza antes del nacimiento del poeta y concluye bastante después de que ella y él mismo hayan muerto. O sea hoy:

Lola Jattin

Más allá de la noche que titila en la infancia

más allá incluso de mi primer recuerdo

está Lola --mi madre-- frente a un escaparate

empolvándose el rostro y arreglándose el pelo.

Tiene ya treinta años de ser hermosa y fuerte

y está enamorada de Joaquín Pablo --mi viejo--

No sabe que en su vientre me oculto para cuando

necesite su fuerte vida la fuerza de la mía

Más allá de estas lágrimas que corren en mi cara

de su dolor inmenso como una puñalada

está Lola --la muerta-- aún vibrante y viva

sentada en un balcón mirando los luceros

cuando la brisa de la ciénaga le desarregla

el pelo y ella se lo vuelve a peinar

con algo de pereza y placer concertados

Más allá de este instante que pasó y que no vuelve

estoy oculto yo en el fluir de un tiempo

que me lleva muy lejos y que ahora presiento

Más allá de este verso que me mata en secreto

está la vejez --la muerte-- el tiempo inacabable

cuando los dos recuerdos: el de mi madre y el mío

sean un recuerdo solo: este verso.

Me he atrevido a reproducir aquí estos dos poemas a mayor gloria de Gómez Jattin porque está muerto. Si siguiera vivo no lo hubiera hecho, pues parece que perseguía a los periodistas que pensando en beneficiarle publicaban algún verso suyo y les reclamaba, muy insistentemente, veinte mil dólares como derechos de autor. En fin, luces de Bohemia, que a lo mejor iluminan con más potencia el valor de los versos.