Escribir en España / DANIEL ROSELL

Escribir en España / DANIEL ROSELL

Letra Clásica

¿Escribir en España es un buen negocio?

El 77% de los autores españoles cobra menos de 1.000 euros al año por derechos editoriales. El negocio del libro reduce sus riesgos a costa de quienes escriben

24 octubre, 2020 00:10

Teóricamente, riesgo y ganancias (y quien dice ganancias, dice también pérdidas) deberían ir de la mano. Cuanto mayor riesgo tiene una determinada inversión, más derecho existe a obtener (o no) beneficios. Esta lógica mercantil, sin embargo, no es la que impera en el sector editorial en España, donde los riesgos son constantemente transferidos por los empresarios dentro de la cadena de producción del mundo del libro. Las distribuidoras se los endosan a las librerías y, en segundo lugar, a las editoriales, que a su vez los trasladan a los autores. 

Los números no engañan: distribuidoras y librerías se quedan el 55% de lo facturado por cada título editorial, siendo estas últimas las menos beneficiadas, sobre todo si hablamos de negocios independientes y no de las grandes superficies, pues su ganancia suele ser de un 25%. Por lo que se refiere a las editoriales, perciben el 30% de un libro, de tal manera que el escritor únicamente recibe el 10% (el 25% en el caso de los e-books, cuyos precios son inferiores al papel) de los beneficios que, paradójicamente, derivan de una obra que, sin él, no existiría. 

Retrato de Mariano José de Larra (1835), obra de José Gutiérrez de la Vega

Retrato de Mariano José de Larra (1835), obra de José Gutiérrez de la Vega

Si bien, como escribió Larra, escribir en España es llorar y nadie se dedica a la literatura para hacerse rico, en las últimas dos décadas, sobre todo a partir de 2008, la literatura se ha convertido en sinónimo de precariedad laboral. En el Libro Blanco del Escritor, un estudio publicado en 2019 y realizado por las entidades ACE y Cedro, se concluía que únicamente para el 16% de los escritores los libros suponen su sustento económico principal, pudiendo dedicarse exclusivamente a su creación. Un 77% de los escritores españoles percibe menos de 1.000 euros al año en concepto de derechos de autor. Si estas cifras son ya de por sí alarmantes, la situación se vuelve todavía más preocupante si tenemos en cuenta que la edad media de los encuestados es de 54,2 años. 

Los nacidos a partir de los años ochenta, aquellos que comenzaron a publicar en el presente siglo, sufren una situación todavía más negra. Juan Soto Ivars señala en un artículo incluido en este estudio que los autores más afortunados han recibido adelantos que oscilan entre los 300 a los 500 euros, pero son muchos más los que no saben qué significa cobrar al entregar su manuscrito. La gran mayoría de los que escriben en España nunca han recibido ganancia alguna por derechos de autor y, sin la han recibido, las cuantías son insignificantes. Lejos quedan los años de bonanza económica, aquellos años noventa en los que, como contaba Blanca Berasategui, Destino pagó a Lucía Extebarría 20 millones de pesetas para que abandonase Plaza Janés o autores como Javier Marías, Maruja Torres, Manuel Vicent o Antonio Muñoz Molina cobraban anticipos que iban de los 30 a los 70 millones de pesetas

Carlos Ruiz Zafón : Planeta

Carlos Ruiz Zafón / PLANETA

¿Quién cobra hoy un adelanto de tal magnitud? Casi nadie. Solamente algunos autores  como Dolores Redondo, María Dueñas o el recientemente fallecido Carlos Ruiz Zafón puedan acercarse a dicha cifra. Tras ser traducido a más de 17 idiomas y vender más de 100.000 ejemplares –nos cuenta un escritor consultado– el adelanto que recibió a principios de la década de 2000 rondaba los 50.000 euros (más de 8 millones de las antiguas pesetas). Un autor con el premio nacional de literatura puede conseguir un adelanto de alrededor de 40.000 euros. Poco más. Se trata de cifras respetables para quienes ni siquiera cobran adelantos, pero son bajas en comparación con las ganancias de cualquier funcionario o un ejecutivo de una gran empresa. Sobre todo si consideramos que un libro requiere por lo menos dos años de trabajo y que de la ganancia que pueda generar, Hacienda aparte, el agente literario se lleva un 10%

El estudio realizado por ACE y Cedro, que menciona también los frecuentes incumplimientos de contrato, los impagos o la escasa transparencia que existe en las liquidaciones editoriales, divide a los escritores en cinco estamentos –pobres, precarios, mileuristas, estables y consolidados– en función de sus ganancias, desde aquellos que no alcanzan los 1.000 euros anuales por derechos de autor a los que ganan más de 10.000. Considerando que, a la luz de estos datos, la clase media literaria se ha desdibujado –no sólo en el ámbito de la cultura– y que la línea que separa la pobreza de la precariedad es tan débil que ambas situaciones se pueden solapar, la situación real de quienes se dedican al oficio de escribir es bastante gris.

Los privilegiados

Es más exacto hablar de privilegiados, y no de autores consolidados, porque un gran porcentaje de escritores de los que cuentan con una larga trayectoria, reconocimiento crítico e incluso galardones literarios, están lejos de alcanzar, tanto en adelantos como en derechos de autor, las ganancias de aquellos a los que aquí denominamos privilegiados, entre los que hay que distinguir por un lado, los autores de best-sellers, que independientemente de su calidad literaria alcanzan cifras de ventas elevadas y poco frecuentes, y, por otro, los autores con reconocimiento, aquellos que quizás no tienen ventas excesivamente notables, pero aportan al sello editorial que los publica un valor simbólico por su prestigio y fama. 

La revolución de las librerías / DANIEL ROSELL

La revolución de las librerías / DANIEL ROSELL

Estas dos subcategorías comparten anticipos elevados que superan los 25.000 euros y que, en algunos casos, pueden alcanzar los 100.000. Se trata de anticipos cuantiosos en comparación con la media, en buena medida negociados por sus agencias, que se llevan el 10% de estas cantidades. Cuanto mayor es el anticipo, menos son los derechos de autor que se cobran. El escritor recibe el 10% de las ventas cuanto estas superan la cifra del anticipo, que suele pagarse en dos o tres veces. Por lo general, los que aquí llamamos privilegiados son autores que incrementan sus ganancias con la venta de los derechos al extranjero, de la que el agente cobra un 15%. 

No hay que olvidar que, en el caso de los superventas, estamos delante de libros susceptibles de ser llevados al cine o la televisión. Es el caso de la Trilogía de Baztán de Dolores Redondo, de Patria de Fernando Aramburu o de El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón. En estos casos, las agencias intentan negociar directamente con las productoras de tal manera que los beneficios sean para el autor, llevándose por la intermediación otro 10%. Las editoriales también pretenden, no siempre con éxito, incluir en los contratos una cláusula sobre los derechos de la adaptación cinematográfica, sobre todo cuando se trata de contratos vinculados a premios literarios, claramente abusivos y por los cuales las editoriales patrimonializan todos los derechos de explotación de un libro durante periodos que, en algunos casos, pueden alcanzar los 15 años. 

Ni tan mal ni tan bien

Entre los escritores españoles no se puede hablar de clase media, puesto que esta condición implica una seguridad económica que gran parte de los escritores con más de una década de trayectoria no tienen. Estos autores han publicado siempre con anticipos –“nunca aceptaría publicar sin cobrar”, explican muchos, que consideran intolerable que una editorial no pague por los libros que edita–, pero reconocen que estos han ido menguando a lo largo de los años. Quienes han publicado tanto en grandes grupos como en editoriales independientes subrayan que la cuantía de los anticipos ha caído de forma generalizada. 

Librerías en tiempos de crisis  / DANIEL ROSELL

Librerías en tiempos de crisis / DANIEL ROSELL

Ya no hay gran diferencia entre publicar en un holding o en editoriales como Anagrama, Acantilado o Galaxia Gutenberg. Prueba de ello es que un sello de no ficción de un gran grupo puede pagar como anticipo, independientemente de la fama del autor, entre 2.000 y 3.000 euros. En lo que sí hay diferencia es en la promoción: la política de autor es algo que caracteriza la edición independiente, favoreciendo la visibilidad tanto de los escritores como de sus trabajos. El gran número de novedades que cada mes ponen en circulación los grandes grupos y la reducción de presupuesto tras la crisis de 2008 ha afectado a las campañas, que se orientan fundamentalmente hacia las principales apuestas. El resto de títulos y autores son dejados a su suerte

De ahí que más de un escritor se sienta más cómodo con una estructura más pequeña, donde cada libro es una apuesta que viene respaldada con una promoción que, si bien no garantiza nada, ayuda a dar visibilidad. Muchos de los autores incluidos en este estamento intermedio reconocen que la venta de derechos al extranjero –teniendo en cuenta siempre el 15% de los agentes– suponen beneficios mayores que los obtenidos en España. Muchos necesitan otros trabajos: los derechos de autor son insuficientes para mantenerse, igual que tampoco pueden vivir del anticipo durante la redacción de la novela o el libro. Esto implica que solo pueden dedicarse parcialmente a la escritura, convirtiéndose en autores de media jornada, de fin de semana o de vacaciones. Aquello de escribir por la mañana y corregir por la tarde es completamente inviable. 

Los precarios

No saben que es un anticipo, más aún si se dedican a la poesía, y los derechos de autor son algo anecdótico: no existen o solo llegan tras varios libros publicados. Este es el escritor precario, aquel nacido en los años ochenta y para el cual los años de bonanza son algo lejano. En su caso, la escritura no es un sustento económico, ya que necesitan un sueldo alternativo para poder vivir. Muchos compiten por becas que les permiten tener tiempo y dinero para escribir. Otros comienzan a publicar en editoriales pequeñas que, o no pagan anticipos, o no ofrecen más de 500€, una cuantía que, por lo general, no se redondea con los derechos de autor, pues estos no superan lo que ya ha sido pagado. 

amazon librerias fisicasHay que tener en cuenta que, además del bajo número de lectores con respecto a otros países vecinos, en España la capacidad de distribución de una pequeña editorial independiente es reducida en comparación no solo con los grandes grupos, sino con otros sellos independientes con un capital superior. Esto hace que los libros no ocupen las estanterías necesarias para generar suficientes ventas. Sus tiradas además suelen ser limitadas. Las subvenciones, ayudas, el reconocimiento de la crítica o la obtención de algún premio son los inevitables estadios que los escritores precarios deben pasar para alcanzar una situación más cómoda. Entonces es cuando aparecen los agentes, interesados en jóvenes valores, con todo lo bueno y lo malo que implica esta etiqueta.

Hay que tener en cuenta que, además del bajo número de lectores con respecto a otros países vecinos, en España

¿Mejor dedicarse a otra cosa?

Ningún escritor se dedicaría a otra cosa, si bien todos saben que, en cuanto a ganancias se refiere, mejor sería ejercer de abogado, dedicarse a la banca o ser ejecutivo de una empresa. En comparación con las misérrimas ganancias de los precarios, las cifras que manejan los más privilegiados son envidiables, pero si las comparamos con las de cualquier otro profesional libre de alto rango resultan risibles. 50.000 euros es mucho dinero, sobre todo en un país donde el salario medio es de 23.645,5 euros, pero si a esa cifra se le quita el 10% del agente (5.000 euros) más el 15% de IRPF (7.500) se observa que el autor recibe sólo 37.000 euros, con los que “puede vivir dos años, incluso, tres, pero no mucho más si piensas que tiene que pagar su cotización como autónomo, una hipoteca y todos tus gastos diarios”, explica un escritor, que se considera de los privilegiados, aunque admite que necesariamente debe trabajar en otra cosa, pues solo con la escritura no podría mantenerse. 

Es precisamente por todo esto que los pocos se dedican a la literatura durante la jornada completa necesitan publicar con gran asiduidad. Basta fijarse en los ganadores del Premio Planeta, dotado con 601.000€, de los que Hacienda se lleva el 40%. A los dos o tres años de obtenerlo suelen tener en el mercado un nuevo título. No es extraño que los autores superventas anuncien nuevo libro con relativa poca distancia en relación al anterior. Para mantener su estatus necesitan escribir mucho, constantemente, pues “incluso con un anticipo de 100.000 euros no puedes desaparecer durante cinco años. No solo no te mantienes, sino que ¡vete a saber si te vuelven a llamar!”. 

La escritora Eva García Sáenz de Urturi sostiene el Premio Planeta / EP

La escritora Eva García Sáenz de Urturi sostiene el Premio Planeta / EP

Los que pueden no dejan de escribir para publicar lo antes posible. El resto trata de encontrar tiempo, mientras trabaja donde sea para sustentarse. La fortuna, quizás, beneficiará en algunos con éxito inesperado, como le sucedió a Fernando Aramburu, pero se trata de casos muy excepcionales. Los autores con agentes combativos pelean con los editores por conseguir remuneraciones más elevadas, ya que de estas negociaciones dependen también los ingresos de los intermediarios literarios. 

Quizás por esto, para que todo quede en casa, muchas editoriales –Seix Barral, Tusquets o Galaxia Gutenberg, por ejemplo– optan por ejercer también de agente de sus propios autores. De esta manera, no existe un agente externo que, en base a otros criterios, reclame un contrato distinto y menos conveniente para la editorial. De lo que no hay duda es de que hasta que no cambie esta lógica empresarial y se sitúe como protagonista de la cadena de producción del libro al autor y a su obra, las cosas seguirán igual.  Escribir en España seguirá significando llorar.