Todos somos ateos
Los pensadores contemporáneos dejan constancia de que la religión ha ido perdiendo influencia social y que las antiguas creencias culturales ya son claramente innecesarias en este tiempo
16 abril, 2022 22:00¿Semana Santa? Veamos. Dice Stephen Fry, citando parcialmente al biólogo Richard Dawkins que “todos somos ateos”. La frase completa afirma: “Todos somos ateos respecto a la mayoría de los dioses”. En los últimos tiempos, aumentan los ateos totales; la religión pierde fuerza, en la misma medida en que no puede imponerse a sangre y fuego. Hay lugares donde la fe sigue ordenando y prohibiendo, bajo amenazas de penas que pueden llegar a la muerte; en Occidente, ya no. La idea ilustrada de que la fe es un asunto privado que no implica al Estado ha ganado terreno y la ciencia ha ido minando las explicaciones contenidas en los libros “sagrados” y mostrando su inconsistencia. Desprovistos de argumentos racionales, los creyentes han aprovechado las críticas del relativismo cultural al racionalismo para defender su derecho a opinar lo que les plazca. Se sienten ofendidos e insultados cuando se les pide que sometan sus afirmaciones a los mismos criterios que las del resto de los conocimientos, sobre todo si pretenden explicar el mundo y las leyes de la naturaleza compitiendo con las ciencias.
El movimiento ateo no rehúye el debate con los creyentes, pero exige que se haga en plano de igualdad. Las proposiciones deben ser demostrables, sin que puedan ser interpretadas de forma literal o metafórica según la propia conveniencia.
En el siglo XVII el obispo James Usher pretendió probar que la única iglesia verdadera era la anglicana, frente a su rival romana (y todas las demás). Creía que Enrique VIII descendía por línea de primogenitura de Set (en la mitología cristiana, tercer hijo de Adán y Eva). Con datos extraídos de libros antiguos (la Biblia) concluyó que el mundo fue creado el 22 de octubre del año 4004 ac. A las seis de la tarde. Una afirmación que contradice hechos probados como la existencia de fósiles más antiguos.
Diseño inteligente, como concesión de la religión
Los creacionistas, que mantienen que nada puede existir sin causa previa, defienden que un ser incausado con el que hablan creó el mundo, fósiles incluidos. Algunos sugieren que el relato del Génesis (Dios hizo el mundo en seis días) es metafórico y que puede aceptarse que Dios creó la materia y permitió su evolución. Es la corriente conocida como “diseño inteligente”. Les respondió Bertrand Russell: “Hay algo extraño en la evaluación ética de los que creen que una deidad omnipotente, omnisciente y benevolente ha preparado el terreno durante muchos millones de años en los que sólo ha habido nebulosas sin vida para considerarse adecuadamente recompensada por la aparición de Hitler, Stalin y la bomba atómica”.
Poco a poco, el ateísmo militante aumenta, superando en muchos países las persecuciones de otros tiempos. No sin dificultades. John Locke, padre del liberalismo, defendió la tolerancia para todas las religiones; no para el ateísmo. Poco antes, estudiantes de Cambridge quemaron los libros de Thomas Hobbes por considerarlo ateo. Ya había muerto y no pudieron quemarle a él; si ardieron Giordano Bruno o Miguel Servet. En el siglo XIX, el poeta Percy Shelley fue separado de Cambridge por haber escrito La necesidad del ateísmo. En España una asociación de “abogados cristianos” se dedica hoy a perseguir las críticas al catolicismo. En Reino Unido, Colin Slee, un clérigo en Southwark, sostuvo que los ateos Christopher Hitchens y Dawkins son unos extremistas, tan “peligrosos como los que atentaron contra el metro de Londres”.
Superando estas adversidades, el ateísmo se agrupa en diversas asociaciones. Una de ellas, la Alianza Atea Internacional (AAI), fue reconocida en 2013 por las Naciones Unidas como entidad consultiva, de modo que pueda dar su opinión como la dan los representantes de diversos credos. La AAI defiende "un mundo secular en el que la vida política, la investigación científica y la educación no estén influidas por creencias religiosas, sino basadas en la racionalidad y la búsqueda de evidencia objetiva".
En septiembre de 2007 se celebró en Washington su congreso anual. Hitchens (fallecido en 2011) organizó una cena a la que acudieron Dawkins, el filósofo Daniel Dennett y el neurocientífico Sam Harris. Grabaron la conversación que fue subida a internet, recibiendo miles de visitas. Michael Shermer, fundador de la Skeptics Society y editor de la revista Skeptic, la publicó en libro (Los jinetes del apocalipsis). El volumen reproduce la charla, añade precisiones de los tres supervivientes y un prólogo de Stephen Fry.
Criterios de verdad, falsedad y verificación
Hitchens resume el programa del ateísmo: mostrar que las religiones y las iglesias son una invención humana y establecer que la moral es independiente de cualquier tipo de mandato divino. Los principales argumentos contra la existencia de Dios son de dos tipos: las dudas sobre su existencia parecen razonablemente fundadas; la religión ha tenido y tiene efectos perniciosos para la convivencia.
Harris analiza las creencias y su influencia en los comportamientos: “Las creencias definen tu visión del mundo, dictan tu conducta, determinan tus respuestas emocionales ante otros seres humanos” porque “cada creencia es una fuente de acción in potentia”. El origen principal de las creencias es el lenguaje. “Hablamos de creencias comunicadas y adquiridas lingüísticamente”, escribe, ya que “creer una proposición dada consiste en creer que representa fielmente algún estado del mundo”.
Para él, la libertad de creencias es un mito utilitario: “Somos tan libres de creer lo que queramos sobre Dios como lo somos para adoptar cualquier creencia injustificada sobre ciencia o historia”. Si la religión pretende hablar de la realidad tiene que aceptar que sus proposiciones respondan ante los criterios de verdad, falsedad, verificación y falsación. La fe no es un argumento. Harris utiliza “fe” en el mismo sentido que el filósofo y teólogo existencialista Paul Tillich: un “acto de conocimiento con un nivel muy bajo de evidencia”.
Harris y Dawkins sostienen que el relativismo al que se acogen los creyentes contradice sus prácticas cotidianas: “Mostradme un relativista cultural a 30.000 pies de altura y os mostraré un hipócrita”, afirma Dawkins. Si la discusión se plantea en términos de conocimiento hay que recurrir al criterio de verdad, que es de vital importancia incluso para los creyentes cuya fe es vivida como la verdad, al tiempo que consideran falsas las “herejías”.
La teoría de la evolución como algo perverso
Las religiones han intentado, cuando han podido, silenciar a sus críticos. “Han hecho todo lo posible para que sea imposible discrepar críticamente de ellas”, sostiene Dennett, de ahí que sean rechazables desde una perspectiva moral. Al margen de que un comportamiento virtuoso no es una prueba de fe, la visión del hombre que se deriva de las Escrituras es, en general, deleznable. Tampoco la idea de Dios de algunos creyentes es maravillosa. Abraham, padre de las tres religiones monoteístas, no dudó en atribuir a Dios las voces que le ordenaban matar a su hijo. Sacerdotes de todas las religiones disfrutan prescribiendo dietas, siempre en nombre de Dios, y prohibiendo placeres. También anatemizan soluciones a problemas como el divorcio y el aborto. Si no se les escucha, asocian el incumplimiento de sus normas con todos los males. Hace poco, un obispo de Liverpool vinculó unas inundaciones en la zona de York a la permisividad de las autoridades con la homosexualidad.
“En el Institute for Creation Research Museum de Santee, California”, explica la filósofa estadounidense Elizabeth Anderson. se presenta “la teoría de la evolución como algo que desemboca en el aborto, el suicidio, la homosexualidad, la cultura de las drogas, el rock duro, el alcohol, los libros porno, la educación sexual, el alcoholismo, el delito, el intervencionismo público, la inflación, el racismo, el nazismo, el comunismo, el terrorismo, el socialismo, el relativismo moral, el laicismo, el feminismo y el humanismo”.
El cardenal Alfonso López de Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia con Juan Pablo II, sostenía que todos los condones se fabrican en secreto con muchos agujeros microscópicos, a través de los cuales puede pasar el virus del sida.
Dios es bueno, pero vengativo, y el hombre, una piltrafa: un pecador que debe pedir perpetuamente perdón incluso por comportamientos de antecesores que, si existieron, nunca conoció. Por eso la oración exige una postura de postración y sometimiento.
La religión es ya "innecesaria"
Algunas normas son imposibles de cumplir. ¿Cómo evitar el bien que otro posee si alguien lo necesita? Además es pecado, no ya una acción, sino el mero pensamiento. Adán fue creado lleno de curiosidad pero se le prohibió acceder al conocimiento. Y, por si acaso, las iglesias procuran ejercer un férreo control sobre la educación.
Las religiones, señala Hitchens, presentan una imagen falsa del mundo, exaltan el sacrificio y la expiación frente a la búsqueda de la felicidad y basan la moral en un comportamiento que responde al estímulo del premio o a la amenaza del castigo. Formulan prohibiciones y establecen cómo violarlas: para los seguidores del Dalai Lama la prostitución está prohibida, pero no lo es si el pago lo efectúa otra persona. Entre algunos musulmanes, también está proscrita, pero hay “matrimonios temporales” que son disueltos tan pronto el cliente queda satisfecho.
El problema de la religión es que, con frecuencia, pretende salir del ámbito privado e interpretar los hechos de la naturaleza con afirmaciones que contradicen lo observable, como hizo en el pasado. Para decirlo con los cuatro jinetes, la religión es a la filosofía lo que la alquimia a la química o la astrología a la astronomía: no la infancia del conocimiento, sino un conjunto de proposiciones sin sentido. Dawkins lo describe así: “Si la historia estuviese escrita a razón de un siglo por página, ¿cuán grueso sería el libro del universo? Desde el punto de vista de un creacionista, la historia del universo, en esta escala, entraría cómodamente en un delgado libro de bolsillo. ¿Y la respuesta científica? Para acomodar todos los volúmenes de historia en la misma escala, sería necesario un anaquel de 16 kilómetros de largo. Esto muestra la magnitud del abismo que separa a la auténtica ciencia, por una parte, de las enseñanzas creacionistas”. Y concluye: el principal problema de la religión es que hoy es ya “claramente innecesaria”.
Tal vez Dios suponga un consuelo para las miserias de este mundo, pero también cabe pensar, con Hitchens, que “mucho tiene que querer el Señor a los pobres, ya que ha creado tantos”, aunque luego las iglesias les apliquen criterios muy severos mientras ofrecen indulgencias a los ricos.