El partido que no será y el que podría ser
Hablando de partidos políticos, Miguel de Unamuno señaló hace 113 años que los españoles nos adheríamos más a la persona de Fulano o Zutano que no a sus ideas y que íbamos tras de un nombre propio antes que tras una bandera. Al referirse a Pi y Margall, quien fuera presidente de la efímera Primera República española (que mantuvo la bandera nacional rojigualda), el célebre rector de la Universidad de Salamanca deploraba que no hubiera logrado seguidores personales, “a pesar de su gran talento, de su acrisolada honradez y de su patriotismo”. “Fue --proseguía-- demasiada doctrina y demasiado poco persona aquel hombre ilustre, dicho sea con el mayor respeto al repúblico español a quien más admiraba a mis veinte años”. ¿Es válido hoy este análisis unamuniano del fulanismo? ¿Cómo han evolucionado el Fulano o Zutano del partido de turno?
A los poderosos les cuesta poco mantener a la gente presa de prejuicios y clichés, bajo consignas que impiden pensar en libertad
Fraga pasó a ser Aznar, luego Rajoy y luego ya se verá; son la gente del "defendella y no enmendalla". Mientras sus compañeros dejaban perder en la niebla a Borrell, Felipe González pasó a ser Zapatero y luego Sánchez (a quien Iglesias cerró la posibilidad de ser presidente del Gobierno para que siguiera Rajoy en funciones, un año de propina). Siempre siguiendo hacia abajo, Carrillo pasó el relevo al minero Gerardo Iglesias (que le salió rana y se volvió a la mina), luego a Llamazares y así llegó un falso Garzón que ingresó en la iglesia podemita. Suárez, por último, desapareció del mapa sin sucesor, Rivera es otra cosa y aún ha de pasar la reválida.
En pleno descrédito y devaluación de los políticos, un antiguo dirigente de C’s, que luego militó en UPyD y también la abandonó, acaba de formar un nuevo partido. Éramos pocos y parió la abuela... Tal empeño me parece insensato y, por muy bonitos que puedan resultar sus mensajes, sólo se puede esperar de este proyecto un incremento de votos indirectos para el PP. Hay que considerar lo que costó montar C’s y la férrea conspiración de silencios y distorsiones que se arrojó sobre la opinión pública; un gran fraude a la ciudadanía que algún día podrá ser eficazmente enfocado. A los poderosos, aunque sean de medio pelo, les cuesta poco mantener a la gente presa de prejuicios y clichés, bajo consignas que impiden pensar en libertad y que empujan a repetir aquello que más se oye o se ha hecho poner de moda. Este es el asunto, no nos engañemos.
Una guardia oligárquica custodia la organización de C's y lo está conduciendo a una evidente desmovilización y una honda decepción
En unas conferencias dictadas en Oxford hace cuarenta años, recogidas en El fuego y el sol (Siruela), la escritora Iris Murdoch sostenía que “un uso cuidadoso de las palabras, responsable y hábil” es no solo un elevado modo de ser, sino el instrumento principal del pensamiento. Para mí no hay vuelta de hoja: es básico ser responsable y hábil en lo que se dice y se hace. A Rivera le he visto aficionado a expresiones propias de un videoclip. Recuerdo con disgusto su insistencia en aquello de que "imposible es sólo una opinión". Una cita específica dicha una vez puede quedar bien, pero no su repetición machacona, y que los hechos obligaron a retirar. ¿Tiene Albert la necesaria sensibilidad social y personal para dirigirse con fuerza y convicción a las clases medias y trabajadoras y proponerles, en cambio: "para que lo necesario sea posible"? Parece que una guardia oligárquica custodia la organización de su partido y lo está conduciendo a una evidente desmovilización y una honda decepción. Pero C’s no es solo Albert Rivera. Repetiré aquí lo que otras veces he manifestado: creo lamentable que orillen a su ex portavoz Jordi Cañas, y además con un añadido y mal disimulado desdén; ¿cómo se puede desaprovechar su talento y su carisma? Hay errores que también se auspician caros, como el de pretender mimetizarse con los restos de Unió y Convergència con un mensaje light; descafeinando el mensaje radical de C’s se desarma el apoyo de sus bases, que nunca serán otras.
A Suárez se le acusó de muchas cosas, entre ellas de carecer de ideología. ¿Sería eso importante? Como dice el profesor Ricardo Moreno: “Las ideologías prestan a quienes carecen de ideas el mismo servicio que las pelucas a los calvos”. Con las ideas se piensa, con la ideología se disimula la ausencia de aquellas. Pero el compromiso con los compañeros, por mínimos y anónimos que sean, no se debería perder nunca. No es una cuestión de oportunismo, sino de calidad humana.