“Este libro empieza por un accidente, nunca me propuse escribirlo”, explica Judy Batalion por videoconferencia desde Nueva York, ciudad en la que reside actualmente. Nacida en Montreal, la escritora e historiadora se embarcó en este extraordinario proyecto hace 15 años mientras vivía en Londres, en una época en la que se planteaba su identidad judía.
Nieta de supervivientes polacos, se cuestionaba hasta qué punto afectan a nuestra personalidad los traumas sufridos por nuestros antepasados, si este “legado emocional” pasa de generación en generación. Con estas cuestiones en mente decidió, en un primer momento, escribir una obra teatral sobre mujeres. Recordaba de su infancia las historias que le habían contado sobre Hannah Senesh, una comprometida combatiente contra el nazismo. Ella era “una de las pocas mujeres de la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial cuya historia no se había perdido”. Pero más allá de la narrativa heroica, lo que buscaba realmente era elaborar un retrato psicológico: “¿Quién es capaz de hacer algo así?, ¿quién elige irse a luchar contra los nazis?, ¿qué motiva esa valentía?”. Con Senesh como referencia y punto de partida, lo que encontró mientras investigaba en la Biblioteca Británica superó todas sus expectativas.
‘Mujeres en los guetos’, el libro que lo cambió todo
De entre toda la documentación hallada, un libro le llamó especialmente la atención: Mujeres en los guetos, escrito en yidis, un idioma que ella habla. Cuando empezó a leerlo se encontró con historias, realmente increíbles, de otras mujeres valientes que habían luchado contra los nazis, relatos de los que jamás había oído hablar pese a tener un doctorado en Historia de la Mujer. Fue en ese instante cuando el proyecto definitivamente la cautivó y pasó a formar parte de su vida.
Renia y Sarah Kukielka, Zivia Lubetkin, Gusta Davidson, Frumka y Hantze Plotnicka, Tosia Altman, Vitka Kempner, Anna Heilman y Faye Schulman, por citar solo algunas, se enfrentaban a la barbarie en arriesgadas misiones. El libro relata cómo estas jóvenes judías decidieron rebelarse tras ser testigos del brutal asesinato de sus familias y de la aniquilación de sus comunidades, convirtiéndose en parte activa de las células de resistencia. “Explotaban trenes, trabajaban de manera clandestina, llevaban imprentas clandestinas, ocultaban boletines en las trenzas, se escapaban de los guetos, disparaban a gente en la cabeza, compraban armas de traficantes en cementerios y conectaban guetos con guetos”, detalla. Hazañas increíbles que, confiesa, le sorprendieron.
El cometido de las mujeres y el falso mito de la pasividad de los judíos
Estos hechos desarmaban la idea de la pasividad de los judíos y de la inacción de las mujeres durante este trágico episodio histórico. “Un mito muy, muy perverso, el de la pasividad judía durante el Holocausto, sobre todo en Polonia”, afirma. En realidad, el relato legítimo era bien distinto. Había una actividad constante en los más de 90 guetos que existían en la Europa del Este con unidades clandestinas que ayudaron a rescatar cerca de 20.000 personas.
“Hay aquí dos historias poco contadas, infracontadas: los judíos en la Resistencia, sobre todo en Polonia, y luego, segunda parte, la experiencia de las mujeres durante el Holocausto”, reflexiona. ¿Cómo es posible?, ¿cuáles son las razones de este silencio?, la escritora cree que “hay razones políticas”, “la política da forma al relato del Holocausto”, como también los elementos culturales y el componente personal. Sobre este último punto sostiene que tiene mucho que ver con que las mujeres decidieron no contar su historia pensando que quizás no las creerían o por miedo, entre otros motivos, a que las acusaran de colaboracionistas por el hecho de haber sobrevivido. Irónicamente se sentían culpables de vivir. Sobrevivir fue para ellas su penitencia. Muchas decidieron olvidar o no contar su historia. Por ello, pese a que fueron especialmente activas, sus testimonios se perdieron en el tiempo.
La ejecutora, el terror de la Gestapo
Confiesa que le conmovieron muchas de las vivencias que encontró a lo largo de su exhaustiva investigación. Algunas fueron especialmente dramáticas como la de Niuta Teitelbaum, una joven veinteañera, que se hacía valer de su belleza polaca para no despertar sospechas, a la que sus camaradas apodaron “la ejecutora”. Cuenta que un día se fue a la sede central de la Gestapo en Varsovia y les dijo a los guardas que debía hablar “sobre un tema personal” con un oficial nazi. Accedieron a dejarla entrar pensando que estaba embarazada de ese miembro de la Gestapo. Una vez en el despacho, sacó una pistola, le disparó un tiro en la cabeza, guardó el arma y despidiéndose tímidamente de los guardas se marchó. Los alemanes la conocían como “la pequeña Wanda con las trencitas”. Se ganó un puesto de honor en la lista de los más buscados por la Gestapo. La ejecutaron cuando contaba solo 25 años.
Una historia “muy cinematográfica” que ha seducido a Spielberg
Hijas de la Resistencia ha tenido un éxito arrollador en EEUU, donde ha estado semanas en la lista de los libros más vendidos del The New York Times. El cineasta Steven Spielberg ha comprado los derechos para llevarla a la gran pantalla, un proyecto en el que Batalion participará como coguionista. Dice no saber qué despertó el interés del director, pero que para ella es, sin duda, “una historia muy cinematográfica”, una “historia muy potente” bajo un prisma distinto del Holocausto. Una perspectiva diferente en donde el papel que desempeñaron las mujeres judías será primordial. Y es que “es una historia de mujeres”, nos recuerda.
Galardonado recientemente con el National Jewish Book Award, el libro se publicará en Polonia en abril de este año. Un país que en 2018 tipificó como delito vincular a la nación con los crímenes relacionados con el nazismo. La autora asegura no haber tenido ningún problema durante sus viajes mientras se documentaba, pero entiende que son historias muy complejas que “hay que intentar explicarlas y contarlas de la manera más abierta y más honesta que se pueda”. “Veremos qué ocurre cuando se publique allí”.
“No hubiera podido disparar”
Finalmente, la autora, reflexiona sobre cómo hubiera reaccionado ante las situaciones a las que estas mujeres debieron enfrentarse. Afirma que “no hubiera podido disparar a nadie a la cabeza, hubiera sido incapaz”. “No hubiera resistido de ese modo, pero quiero pensar que quizá hubiera intervenido de alguna otra manera más acorde a mi personalidad”, expone.
Sobre si habrá más Hijas de la Resistencia, no lo sabe con certeza, lo que sí asegura es que aún quedan muchísimas historias por contar.