Ricardo García Cárcel, catedrático de Historia Moderna de la UAB, y María Ángeles Pérez Samper, catedrática de Historia Moderna de la UB, han coordinado el libro Catalanes en la Historia de España (Ariel). Se trata de un compendio de personajes, con intereses distintos, que se caracterizan por participar en esa larga historia conjunta. Ese es el interés de García Cárcel y Pérez Samper que insisten en una preposición, “en”, y rechazan otra: “contra”.
Es decir, reivindican la imbricación de los catalanes en la historia conjunta de España, y tienen claro que el independentismo ha buscado la confrontación, con la organización de seminarios, como ocurrió en 2014, con títulos como España contra Cataluña, que dirigió Jaume Sobrequés. Los dos historiadores reflexionan sobre esa cuestión en esta entrevista con Crónica Global. En el libro aparece Estefanía de Requesens, Capmany, Balmes, Prim, Cambó, Pla o Carceller, entre otros, que reflejan esa “pluralidad” que defienden García Cárcel y Pérez Samper.
Todos ellos retratados por historiadores de primera línea, escritores y expertos como los propios coordinadores y Manuel Peña, Pere Molas, Óscar Uceda, Anna Caballé, Joaquim Coll, Federico Martínez Roda, Fernando Sánchez Costa, José María Serrano, Jordi Canal, Valentí Puig, Ramón Tamames y Francesc de Carreras. La idea de los dos historiadores es clara: "La manifestación del 8 de octubre es el momento de la razón”, en alusión a la manifestación constitucionalista de esa fecha en 2017, que llegaba tras el referéndum del 1 de octubre y el discurso del rey Felipe VI del 3 de octubre.
--Pregunta: ¿Por qué surge el libro Catalanes en la Historia de España? ¿Se ha dejado a un lado esa construcción conjunta de España, a partir del proceso independentista y de seminarios como el de 2014 España contra Cataluña?
--Respuesta, (García Cárcel): Vimos que era necesario hacer algo a partir de un paradigma que se ha impuesto, y es esa idea de España contra Cataluña, una confrontación entre dos realidades. Y creíamos que había que superar ese síndrome de polarización. Debemos reivindicar que dentro de Cataluña a lo largo de la Historia hay un montón de personajes que reflejan una vocación inclusiva, integradora, respecto al concepto de España. Y había que substituir la preposición “contra”, por la preposición “en”, siguiendo a Pierre Vilar con su Cataluña en la España moderna. Y la idea surgió en el despacho de Ángeles, con un primer ciclo de conferencias, que ahora se ha transformado en un libro.
García Cárcel y Pérez Samper hablan de la relación entre sentirse catalán y español / CG
--Pérez Samper: Tomamos la decisión de que trazaran perfiles humanos, que se hablara también de las vidas de esos personajes para llegar más a la gente. Y las conferencias tuvieron éxito y se grabaron, y ahora las hemos editado en un libro.
--¿Es, por tanto, una respuesta a ese seminario de 2014, que impulsó el independentismo, con un historiador al frente como Jaume Sobrequés?
--García Cárcel: Es una operación que tuvo, efectivamente, a Sobrequés como ideólogo, y que partía del principio de la perversa España, que no habría tenido otra vocación que la de perseguir a Cataluña. Eso se organizó desde una visión victimista, pero al mismo tiempo supremacista, porque lo que se denunciaba, en realidad, es cómo España podía perseguir a alguien que era superior.
--¿El mensaje, por tanto, es que la pluralidad ha sido la gran característica de Cataluña a lo largo de su historia?
--Pérez Samper: Esa es una de las claves. La pluralidad de intereses, pero también que se ha querido reflejar vidas y obras de dirigentes políticos, de escritores, de pensadores o de economistas. Nos hubiera gustado contar con más mujeres, eso sí. Pero lo que está claro es que la historia de Cataluña la ha protagonizado mucha gente, muy distinta, y con ánimo de colaborar.
--Hay un personaje como Estefanía de Requesens que se conoce poco. ¿Por qué su inclusión?
--Pérez Samper: Es una mujer que se casa con un noble castellano, Juan de Zuñiga. La familia Requesens ya había servido a la Corona, pero en ese caso sirve a Carlos V. Se trata de un ejemplo característico, de familias que se relacionan con otras familias castellanas o andaluzas, o de otros territorios. Y lo que vemos es la vida doméstica, de Estefanía, a través de sus deliciosas cartas en catalán con su madre Hipólita. Estefanía actúa como una segunda madre para el hijo de Carlos V, que será el rey Felipe II. Su papel trasciende e influye en la Corte.
García Cárcel y Pérez Samper hablan de su nuevo libro "Catalanes en la Historia de España" / CG
--García Carcel: La familia Requesens demuestra las relaciones constantes entre familias y distintos territorios, y refleja la búsqueda imposible del ADN catalán, porque los vínculos matrimoniales han sido permanentes. Sin embargo, se ha querido difundir ese esencialismo catalán.
--Pérez Samper: En esa familia se ve la combinación y la imbricación de territorios. El hijo mayor de Estefanía y Juan de Zuñiga adopta como primer apellido el de Requesens, para mantener los bienes de la familia. Y Zuñiga quiere enterrarse en la cripta de los Requesens en Barcelona. Se asumen las dos identidades. Y eso es muy importante.
--¿Esa unión, a pesar de desacuerdos a lo largo de la historia, tiene un punto culminante con la pérdida de Cuba en 1898? ¿Es cuando la identidad catalana se muestra con un objetivo político?
--García Carcel: Lo que hay es una frustración, con el tráfico negrero. Los últimos reivindicadores del esclavismo fueron catalanes, con el objetivo de mantener el negocio. Y la pérdida de ese negocio, en 1898, dispara un sentimiento de agravio, culpabilizando a ese estado que no ha sabido mantener el aparato colonial. Y ese es el punto de partida de una óptica nacionalista.
--¿Hay un denominador común de todos esos catalanes que participan en la historia de España? ¿Lo que pretenden es reformarla?
--García Carcel: Hay una conciencia latente del problema de España y de Cataluña. Las dos cuestiones se funden y se buscan alternativas, para encabezar una política económica diferente, como fue el caso de Francesc Cambó. Pero también reflejamos en el libro, aunque podríamos abundar en ello en el futuro, la labor extraordinaria de los catalanes en la historia de América, en las colonias españolas. Y me llama mucho la atención que algunos héroes del nacionalismo catalán fueron, en realidad, héroes de la españolidad. El claro ejemplo es el de Rafael de Casanova. Es una falsedad todo el relato que el nacionalismo catalán ha hecho de él, porque fue un austracista español, que está al servicio de España. Los textos posteriores de Casanova, tras 1714, cuando se retira en Sant Boi, muestran un rechazo total al feroz “fanatismo” de los defensores de la Barcelona de 1714. La figura se ha convertido en un símbolo del nacionalismo, con las ofrendas florales de cada 11 de septiembre. Pero fue tan español como los partidarios de los Borbones.
--¿Es un mito que también se ha instalado, y no se puede explicar que Cataluña creció de forma notable a partir de ese momento?
--Pérez Samper: Lo ha sostenido Martínez Shaw, que, Cataluña pudo haber corrido una suerte muy distinta y ser una especie de Portugal con la misma dependencia de Inglaterra.
--García Carcel: A Cataluña le fue bien. La hipótesis contrafactual, de que hubiera pasado si los austracistas hubieran ganado la batalla de Almansa, siempre se puede hacer, pero la clave es que a partir de 1716, con la supresión de los fueros, y de 1725, con el retorno del exilio de las primeras figuras austracistas, se produce un despegue económico indiscutible.
García Cárcel y Pérez Samper hablan de la manifestación del 8 de octubre y del mensaje del Rey del 3 de octubre / CG
--Pérez Samper: Un crecimiento rapidísimo. Las campañas para recuperar territorios en Italia se hicieron con barcos, que, en su mayoría, se construyen en Barcelona y eso dio mucho negocio. Los exiliados llegaron pronto. Y hasta los más forofos no pueden negar ese crecimiento. La burguesía comercial prospera y se dispara el libre comercio con América.
--García Carcel: Impera un pragmatismo que se manifiesta en los textos posteriores que se divulgan, y es que no se quiere apostar otra vez por un monarca concreto. El escepticismo es el denominador común a partir de ese momento.
--¿Cataluña ha actuado más como freno o como factor de modernidad de España? ¿Se podría interpretar que pesa más una apuesta más conservadora y tradicional?
--García Carcel: La modernidad ha sido el gran tópico de Cataluña. Desde mi propia percepción, como ciudadano valenciano que llega a Barcelona en 1972, eso podía ser una realidad. Estaba fascinado por esa modernidad. Es cierto que ha habido una burguesía dinámica, en el XIX, pero esa idea de la modernidad ha sido más superficial que real. En la historia de Cataluña ha habido demasiado tradicionalismo, y basta pensar en las guerras carlistas.
--Pérez Samper: Eso se ve también a través de la geografía, del carlismo a la situación actual. Vemos el mismo mapa. El independentismo es fuerte en las zonas que fueron carlistas. Pensemos también en el proteccionismo, que se reclamó de forma constante. ¿Es eso modernidad?
--¿El independentismo se basa en ese tradicionalismo?
--García Carcel: Sí, sin duda. Se podría trasladar perfectamente el mapa carlista a lo que sucede ahora.
--¿Tiene el independentismo un punto inmoral al pretender una ruptura de una historia conjunta?
--García Carcel: La palabra inmoralidad no la utilizaría, pero sí es cierto que hay mucho de falacia, de engaño, de falsificación de la propia historia. Y cómo se ha envuelto el discurso en grandes palabras, precisamente, desde la moralidad. Todavía recuerdo el editorial conjunto de la prensa catalana, que hablaba de la ‘dignitat catalana’. Ahí radica la inmoralidad, en la utilización de términos muy trascendentes, cargados de presuntas buenas intenciones, pero que constituyen un engaño a una sociedad que, todavía, tiene un sentido religioso de la identidad nacional. Es una creencia que surge del fondo de los tiempos, un esencialismo metafísico, con una finalidad salvadora. El engaño está en eso, en conducir a un rebaño de creyentes, llevados al Sinaí, un viaje a Ítaca.
--Pérez Samper: Hay una frase de Hannah Arendt que señala que lo más importante para un político debería ser favorecer la convivencia. El problema es haber roto esa convivencia o haberla deteriorado mucho, porque no hay una sola Cataluña, no hay un solo pueblo, lo que hay son ciudadanos. Y lo que es inaceptable es el supremacismo que se exhibió durante el proceso independentista.
--Ayer, como hoy, ¿es una cuestión de elites, en 1714 y ahora? ¿Son las elites las que han conducido a esta situación de bloqueo?
--García Carcel: En 1714 fue claro. Se hablaba del caso de los catalanes, y fue una huida hacia delante, con una gran irresponsabilidad en nombre de un fanatismo religioso. Fue un engaño enorme. Ahora no es un fanatismo religioso, pero desde el caso Pujol, creo que se ha tratado también de garantizar la impunidad judicial a través del proceso independentista. Se ha tratado de tapar las corruptelas del pujolismo, de proyectar un posible paraíso fiscal. No se ha puesto sobre la mesa una alternativa, sino simplemente un independentismo al que se añadió la palabra republicanismo. Se ha manipulado a la sociedad.
--Pérez Samper: También hay que tener en cuenta el tema del clientelismo. Ha habido muchas ventajas para muchos, a partir de un cemento muy potente, que es el poder. Ahora, con la situación actual, provocada por la pandemia, todo es algo diferente y ese cemento del clientelismo no se puede mantener. Se apuesta por la República, porque se quiere hacer saltar la Constitución. Y lo más fácil es cargar contra la monarquía, porque si cae entras en un periodo constituyente. Si salta el tapón de la botella, se derrama todo. Ha habido intereses inconfesables. Y se ha actuado en contra del bien común.
--¿Qué representa el 8 de octubre de 2017 tras todo lo vivido?
--García Carcel: La manifestación del 8 de octubre es el momento de la razón, es una manifestación extraordinaria, con las intervenciones, entre otros, de Borrell. Es la respuesta de una España silenciosa y pasiva respecto a la movida independentista, que se necesitaba. Fue una enorme explosión de la ciudadanía. Sin embargo, el problema es que ese constitucionalismo, dentro y fuera de Cataluña, está dividido, frente al poder fáctico del independentismo. Mi duda se centra en la capacidad de reacción de España, es la gran decepción frente a la actuación de Arrimadas, por ejemplo. A muchos ciudadanos que vivimos en Cataluña nos ha dejado sin una conciencia alternativa real.
--Pérez Samper: Me parece fundamental el 8 de octubre, porque hubo un atentado a la democracia, con los actos en el Parlament del 6 y 7 de septiembre. Me dejó aterrada. Y el discurso del rey fue también esencial, frente a la pasividad del Gobierno de Mariano Rajoy. Los independentistas esperaban que habría una manifestación en masa de los suyos, y no paso. También lo temía el Gobierno español. Lo que veo ahora es desilusión y desconcierto, y no sé a qué se juega, cuando se llega a acuerdos en el Congreso, con ERC o con Bildu.
--Si volvemos al libro, hay varios personajes que destacan, por su condición poliédrica, por sus complejidades, y también porque han sido poco difundidos, como es el caso de Carceller.
--García Carcel: Sí, Carceller es muy ilustrativo, como ha explicado muy bien Manuel Peña. Fue ministro de Franco, falangista, con contactos con el nazismo, aunque los abandona rápido, y capaz de establecer luego una conexión con Estados Unidos, con esa alianza económica, que fue luego determinante para el franquismo. Se trata de un personaje de familia muy humilde, no nacido en Cataluña, aunque llega con muy pocos años, y que es trascendental en la dinámica evolutiva del franquismo.
--¿Y Pla, es la esencia de lo catalán, pese a los reproches históricos que recibió y recibe?
--García Carcel: Pla es un personaje apasionante. Se le negó el premio de honor de las letras catalanas, porque no encaja en los moldes del nacionalismo. Es un catalán, ampurdanés, que no reúne ninguno de los dos atributos que atribuyó Vicens Vives a los catalanes: el seny i la rauxa. No jugó a ser el catalán del autocontrol, ni tampoco al catalán de la anarquía. Fue un catalán que nunca acabó de creerse la catalanidad, cosa que nunca se le perdonó.