Tradicionalmente Cataluña no ha sido un destino turístico al que se acude para observar arte rupestre. Sin embargo, cabe señalar que 60 de los 757 yacimientos que hay en el arco mediterráneo de la Península Ibérica se encuentran en sus cuatro provincias.

Este número supone, sin lugar a dudas, un acicate para los aficionados a la prehistoria y para quienes quieren sumergirse en un periodo histórico del que apenas quedan vestigios. Para todos ellos, en el año 2005 el Museu d'Arqueologia de Catalunya (MAC) dio a conocer una ruta del Arte Rupestre, cuyo objetivo no era otro que difundir este patrimonio, al tiempo que se sensibilizaba a la gente acerca de su preservación y su necesario cuidado.

Ruta del Arte Rupestre

Esta es la opción más adecuada para visitar los principales yacimientos y ver en primera persona el arte rupestre que se ha conservado hasta nuestros días. De hecho, en el recorrido se incluyen las visitas a los Abrics de l'Ermita, en Ulldecona (Montsià), a las grutas de las montañas de Prades en Montblanc (La Conca de Barberà) y a la Roca dels Moros en El Cogul (Les Garrigues).

El primero de estos destinos está formado por un conjunto de pequeñas cuevas, en las que se encontraron pinturas en el año 1975. Allí se puede observar arte rupestre de estilo levantino en el que se representan diversas escenas en torno a las actividades de la caza, la recolecta de alimentos e incluso del baile. En total se pueden observar 368 figuras --pintadas entre el 7.000 y el 2.000 a. C.-- en los 500 metros de recorrido que tienen las cuevas visitables.

Montañas de Prades / RUTADELARTRUPESTRE.CAT

Siguiente parada

El segundo punto del recorrido de la Ruta del Arte Rupestre se halla en las montañas de Prades. Allí hay 15 grupos de pinturas, de las cuales dos son propias del estilo levantino, mientras que a las demás se las puede considerar esquemáticas o abstractas.

Una vez en el yacimiento, desde el Centro de Interpretación se guía al visitante para que recorra los 11 espacios que lo componen con todo tipo de detalles: desde el ecosistema de la zona hasta la réplica a tamaño real de lo que se puede ver en las siete grutas más importantes. El objetivo no es otro que concienciar a los visitantes de todo el trabajo que hay que hacer para conservar bienes tan preciados como los que deja la historia.

La Roca dels Moros

En el Cogul se encuentra esta cavidad que fue habitada por seres humanos hace unos 5.000 años y que está considerada uno de los principales conjuntos arqueológicos de toda la Península Ibérica.  Y no es de extrañar si se tiene en cuenta que hay 42 figuras pintadas, además de 260 elementos grabados en la roca.

Además, destaca por representar varias épocas: desde las pinturas con motivos cazadores y recolectores realizadas hace entre 8.000 y 5.000 años, hasta las que efecturaron los grupos neolíticos posteriormente, en las que se observa una esquematización que supone una evolución en la forma de expresarse.

Más lugares

Aparte de estos tres yacimientos, está previsto que la Ruta del Arte Rupestre se amplíe con otras paradas en el Parc de les Coves Prehistòriques de Serinyà en la Costa Brava, en el cual se incluyen las cuevas de l'Arbreda, Mollet y Reclau Viver.

No obstante, cualquier aficionado a este tipo de hallazgos también tiene la oportunidad de acudir a otros puntos de interés, como es el caso de La Roca Roja en Riscos D’Ancosa, cuyas pinturas se caracterizan por estar plasmadas en las cavidades de dos acantilados.

Cuevas destacadas

Por otro lado, la Cova dels Segarulls o del Fondal de la Seguera (al sur de Vilafranca del Penedès) cuenta con galerías en las que es posible encontrar 22 figuras pintadas. Difíciles de datar aún, parece ser que pertenecen a la Edad del Bronce. No en vano, allí encontraron además algunos útiles propios de esa época.

Asimismo, en la comarca tarraconense del Priorat, en la localidad de Capçanes se encuentra un conjunto de 19 yacimientos que aportan una visión muy cercana a cómo concebían la vida los habitantes de la región muchos siglos atrás. Uno de sus murales más destacados muestra una cacería en la que incluso había arqueros.