Es conocida la expresión la fe mueve montañas, pero no hay pruebas científicas, en cambio sí las hay de que las lluvias pueden hacerlo.

Así lo han confirmado geólogos de la Universidad de Bristol (Reino Unido), que han calculado claramente el impacto de las precipitaciones en los paisajes montañosos, centrándose en el Himalaya.

Movimiemtos

El estudio, publicado en Science Advances, amplía la comprensión de cómo picos y valles se desarrollan con el tiempo. Asimismo, allana el camino para pronosticar el posible impacto del cambio climático en los paisajes y, a su vez, en la vida humana.

El autor principal, el doctor Byron Adams, reconoce que se puede intuir que las lluvias pueden dar forma a las montañas, en la medida en que hacen crecer el caudal de los ríos y éstos, a su vez, fracturar las rocas más rápido.

Dificultad del proyecto

Pero el nuevo descubrimiento revela que la lluvia también puede erosionar un paisaje lo suficientemente rápido como “para ‘succionar' las rocas de la tierra”. Un fenómeno que, “en efecto, levanta montañas muy rápidamente”, sentencia.

Pese a que se sospechaba, las pruebas para probarlo son “minuciosamente complicadas”. Una vez realizadas se puede decir “firmemente” que los procesos atmosféricos y terrestres sólidos están íntimamente conectados.

Glaciares del Himalaya en el Nepal / EFE

Cuestión de átomos

El estudio se basó en el Himalaya central y oriental de Bután y Nepal. El doctor Adams, junto con colaboradores de la Universidad Estatal de Arizona (ASU) y la Universidad Estatal de Louisiana --ambas de Estados Unidos--, utilizó relojes cósmicos dentro de granos de arena para medir la velocidad a la que los ríos erosionan las rocas debajo de ellos.

La explicación es algo compleja. Lo que hacen es medir la tasa de erosión de las montañas analizando los átomos de un “elemento raro” que se crea con el contacto de partículas cósmicas del espacio exterior que golpean en las laderas. Una vez la obtienen las compara con “las variaciones en la pendiente del río y las precipitaciones”.

Técnicas complejas

Adams subraya que “tal comparación es enormemente problemática porque cada punto de datos es muy difícil de producir y la interpretación estadística de todos los datos juntos es complicado". Para solventarlo combinaron técnicas de regresión con modelos numéricos de cómo se erosionan los ríos. Finalmente vieron que sólo uno puede predecirlo "con precisión”. “Este modelo nos permite por primera vez cuantificar cómo las lluvias afectan las tasas de erosión en terrenos accidentados”, confirma el geólogo.

El colaborador de investigación Kelin Whipple, profesor de geología en la ASU, destaca que los hallazgos brindan la oportunidad de “abordar la tasa de deslizamiento en las fallas tectónicas” y “pueden ser controladas por la erosión en la superficie impulsada por el clima”.

Aplicaciones

Uno de los puntos clave de este descubrimiento son implicaciones importantes para la gestión del uso de la tierra, el mantenimiento de la infraestructura y los peligros en el Himalaya, donde existe un fuerte riesgo de erosión.

Del mismo modo, los hallazgos también sugieren que una mayor cantidad de lluvia puede socavar las laderas, aumentando el riesgo de flujos de escombros o deslizamientos de tierra. Algunos de estos movimientos pueden ser lo suficientemente grandes como para represar el río y crear un nuevo peligro: las inundaciones repentinas del lago. Y todo ello se puede aplicar en otros puntos del Planeta.