
Colm Tóibín en la presentación de 'Homenaje a Barcelona'
Colm Tóibín regresa para homenajear a Barcelona
El escritor irlandés estuvo en la Biblioteca Sarrià - J. V. Foix para conversar acerca del pasado y el presente de la ciudad que lo acogió hace más de 35 años
El Ayuntamiento de Barcelona con Ara Llibres ha publicado una edición especial de 'Homenaje a Barcelona', cuya versión en catalán había desaparecido de las librerías y que aún no se había publicado en español
Durante la década de 1990, Colm Tóibín escribió El sur y El faro de Blackwater, más tarde publicaría El maestro y Brooklyn. Quince años antes, daba clases y no escribía. Tenía un talento a punto de estallar mientras recorría las calles de Barcelona, eso sí, con los ojos abiertos y valiéndose de su característica sensibilidad, captando cada detalle de la arquitectura, de la gente, incluso de la política.
Terminaba la dictadura de Franco en 1975 cuando el irlandés llegó a la ciudad catalana, y permaneció en ella hasta 1978. Hizo amigos catalanes –algunas escenas de El sur están inspiradas en sus encuentros con ellos– e incluso aprendió algo de catalán. Al volver a Irlanda decidió convertirse en lo que siempre fue, un escritor.
Homenaje a Barcelona (Ajuntament de Barcelona y Ara Llibres) fue uno de sus primeros libros, publicado en 1990. No llegó aquí hasta 2003 en una primera edición en catalán. Con el tiempo, dejó de estar disponible en las librerías. 35 años más tarde, se puede disfrutar de una primera traducción al castellano gracias a la iniciativa de Ara Llibres que, en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, publica una edición especial –también en catalán– con motivo de la celebración de la Feria del Libro de Guadalajara.
Una edición especial
Lo explicaron así desde la editorial en el acto presentación que tuvo lugar ayer jueves 19 de junio, en la Biblioteca de Sarrià - J. V. Foix. El auditorio quedó lleno poco después de las seis y media de la tarde para recibir a un grande de las letras irlandesas –con permiso de James Joyce–, que minutos antes había acompañado a los asistentes hacia el interior del recinto, como si fuera uno más.

Colm Tóibín en la Biblioteca Sarrià - J. V. Foix durante la presentación de la edición especial de 'Homenaje a Barcelona'
De hecho, lo es. Tóibín visita la ciudad cada año, habla catalán y veranea en la Noguera Pallaresa. Es algo sabido por la comunidad de fans que lo leen en Cataluña, un dato que despierta el agrado y el orgullo de los barceloneses. Durante el acto no escasearon los comentarios al respecto, en un auditorio repleto más de mujeres que de hombres –la sensibilidad de Tóibín para representar el carácter femenino en sus novelas es notable– y también de angloparlantes de los dos continentes.
Donde los sueños se hacían realidad
El escritor irlandés hizo un recorrido junto a Anna Guitart por los pasajes más destacables de Homenaje; además de responder a algunas cuestiones que quedan fuera del libro, como por ejemplo, por qué decidió vivir un tiempo en la ciudad. El motivo: la curiosidad, el ansia de saber. La cuestión de fondo: Barcelona era una ciudad de sueños para él, artísticos y también políticos.
Leyó el Homenaje a Cataluña de George Orwell, y quedó fascinado al saber que durante la Guerra Civil triunfó una revolución anarquista, la única en el mundo, puntualizó, por tres meses. Además, estaban Gaudí, Miró y también Picasso. ¿Qué tenía Barcelona para acoger tanta fantasía?

'Homenaje a Barcelona', de Colm Tóibín Ajuntament de Barcelona
Valorar el presente
La mirada entusiasta de Tóibín no ha menguado. Como dice en el prólogo de esta edición, "La ciudad ha cambiado. La ciudad continúa igual". A pesar de que algunas postales de la ciudad plasmadas en Homenaje han desaparecido, para él sigue siendo igual de maravillosa. Por los motivos más evidentes como, simplemente, por su belleza.
"De ahí tantos turistas", explicó ante un auditorio perplejo por su franqueza, una valoración exenta de crítica, a pesar del tiempo transcurrido. "En el norte de Europa la gente no se mira a los ojos, aquí sí. Sentís placer por la comida, también por la política. En Irlanda esto es impensable".
Cuando Tóibín decidió escribir Homenaje, lo hizo guiándose por la misma emoción que lo trajo a la ciudad veinte años atrás. Preguntando, entrevistándose con todo aquel que quisiera hablar con él.
Le entusiasmaba la idea de conocer las figuras de Puig i Cadafalch y Domènech i Montaner, personajes de la arquitectura modernista catalana poco conocidos fuera de Cataluña, en comparación con Gaudí. Investigando sobre ellos, encontró un vínculo con su patria irlandesa: "La forma en que las grandes dosis de emoción, la exaltación del nacionalismo, se plasmaron aquí en las artes visuales, mientras que en Irlanda se hizo desde el arte de las palabras con Joyce o Yeats".
De Cataluña también confesó admirar la política lingüística, cómo a diferencia de Irlanda, desde las instituciones se había conseguido rescatar y revalorar la lengua minoritaria, con mala imagen en el pasado.
Una lengua y un carácter, el catalán que, de nuevo, le fascinaron en su primera estancia en Barcelona. Para Tóibín, que en un mismo lugar se pudiera decir zanahoria y pastanaga es "maravilloso". No tanto que en un bar tan de moda en la época como el Celeste, nadie se animara a beber hasta tarde. "No, no, nosaltres això no", era la respuesta que recibía en tono serio, pronunciada ayer en un perfecto catalán que despertó la risa del público.
Una valoración optimista
La periodista que lo acompañó durante la presentación, Anna Guitart, no dejó de recordar a Tóibín que la Barcelona que escribió ya no es la que es, por problemáticas ya conocidas y que no es necesario mencionar. Tampoco son importantes para el escritor, que prefiere ser optimista y ver el pasado y no el presente con ojo crítico.
"Recuerdo que durante la fiesta de l'ou com balla, una procesión militar esperaba frente a la Catedral. Ya nadie se acuerda de que eso sucedía, año tras año. Ahora hay turistas". Y sin ningún pudor, lanzó una reflexión al público: "¿Qué preferís?".
Algo parecido ha sucedido con la gente. "Aquí siempre habéis sabido aceptar lo que venía de fuera". Tóibín recordó la apertura de la ciudad que presenció en el 92, y con esa visión trató de reflexionar en positivo acerca de los inmigrantes extranjeros. Los "nuevos catalanes", como prefirió nombrarles, "le dan vida y energía a calles que antes nadie visitaba, como la de Sant Pau. Mientras tú te tomas una cerveza en un bar, al lado un grupo de hombres marroquís bebe té. Es maravilloso".

Colm Tóibín Europa Press
La memoria del escritor
¿Y cómo ha sido la experiencia de volver? Aunque lo que se esperaba era una respuesta crítica por fin, Tóibín acabó la presentación volviendo a demostrar que es posible darle la vuelta a todo, si se tiene el conveniente sentido del humor.
"No puedo parar de recordar. En cada calle que cruzo me viene a la memoria algún momento, y eso es algo necesario para cualquier escritor. Por tanto, aunque para los demás esto pueda ser aburrido, visitar Barcelona de nuevo es muy bueno para mí".