El escritor Jorge Luis Borges

El escritor Jorge Luis Borges EFE

Letras

El 'Borges' de Vargas Llosa

'Cincuenta años con Borges', de Mario Vargas Llosa, es la prueba de la grandeza humana y la apertura mental del escritor peruano, su reconocimiento temprano de un autor que al fin y al cabo era tan diferente de él en todos los aspectos, y sobremanera en la consideración de qué es la literatura y cómo abordar y practicarla

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Se ha vuelto a poner en circulación, y ayer compré, Cincuenta años con Borges, de Mario Vargas Llosa (en adelante VLL). Había pasado bajo mi radar, o lo desdeñé, cuando se publicó, en 2020. Es, de sus libros, del que menos se habla, seguramente porque se reduce a una recopilación de diversos textos que el peruano escribió sobre el argentino, a lo largo de los años: uno de esos libros de oportunidad, no cuesta imaginar que dentro de poco aparecerán otros, que reunirán bajo etiquetas temáticas algunos de los muchos artículos y ensayos que fue escribiendo VLL.

Anoche lo leí de un tirón. Reúne un par de entrevistas, un par de ensayos y algunos artículos de prensa. Prueba de la grandeza humana y la apertura mental de VLL es su reconocimiento temprano de un autor que al fin y al cabo era tan diferente de él en todos los aspectos, y sobremanera en la consideración de qué es la literatura y cómo abordar y practicarla: vitalidad y realismo en un caso, abstracción, especulación intelectual y onirismo en el otro.

El escritor Mario Vargas Llosa en 2023

El escritor Mario Vargas Llosa en 2023 Europa Press

En la primera entrevista, de 1963, realizada en País, cuando VLL era un joven de 27 años que trabajaba para la agencia de radiotelevisión francesa y Borges, de 64 años, aún no era el autor consagrado que pronto llegaría a ser, y por consiguiente el trato con él estaba menos mediado, era más natural, VLL le hace una pregunta positivamente tonta, qué cinco libros se llevaría a una isla desierta.

El hombre más agasajado

Conmueve leer cuán en serio se tomó Borges el “desafío”, las vueltas que le dio antes de responder, las explicaciones encantadoras y muy razonadas de sus elecciones.

1963 –cuenta otro de los ensayos reunidos en el libro-- supuso precisamente el momento en que la crema de la intelectualidad francesa descubrió a Borges, quedó fulminantemente seducida por aquel curioso personaje y lo proyectó al mundo.

Se celebraba en París un congreso internacional sobre Shakespeare, y Borges pronunció una conferencia en la que habló “inmóvil tras su pupitre, con una voz intimidada, como pidiendo excusas, pero, en verdad, con soberbia desenvoltura. El conferenciante parecía llevar en la memoria la literatura universal y desenvolvía su argumentación con tanta elegancia como astucia”.

Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges EFE

A partir de aquella visita “Francia le sacó de aquella catacumba donde languidecía y lo consagró y descubrió al mundo”. Entonces VLL conectó bien con él, y luego a lo largo de los años se vieron muchas veces, “e incluso una vez lo tuve en mi casa varias horas, pero ya se había convertido en un personaje mundial. […] Era el hombre más agasajado del mundo y daba una tremenda impresión de soledad”.

Hay un breve ensayo, Borges y la política donde VLL, un demócrata liberal de los pies a la cabeza, explica, con precisión, claridad y penetración psicológica el pensamiento político de Borges y sus derrapajes, como su apoyo a Pinochet, que por cierto, le costaron el premio Nobel.

Otro texto revela la insospechada influencia de Borges en Onetti, tan distante de aquel estilísticamente y en estilo de vida tan opuestos: los dos se encontraron una vez, cuando el uruguayo vivía en Buenos Aires; se cayeron fatal, no volvieron a verse, pero cuenta VLL que Onetti leía devotamente la revista Sur, la revista donde publicaba Borges ensayos, reseñas, relatos y poemas, y que fue allí donde descubrió a Faulkner, que sería un referente tan sustancial para Onetti.

Cualidad fantasmal

Los textos y los gustos de Borges también influyeron decisivamente en la que VLL considera “la obra maestra” de aquel: La vida breve, o el viaje de los personajes, hartos del mundo real, a un mundo imaginario, la ciudad de Santa María: el salto de la realidad a la ficción y la ficción incorporada a la vida en una operación mágica o fantástica es el tema central de Borges.

Portada del libro de Vargas Llosa sobre Borges

Portada del libro de Vargas Llosa sobre Borges

Como sabemos todos sus lectores, Vargas Llosa escribía siempre bien, y por consiguiente, teniendo en cuenta, además, la importancia del tema, este libro de ocasión –desde luego sin la ambición ni el grosor de los grandes ensayos de VLL sobre Flaubert o sobre García Márquez--, aparte de las perlas que hemos destacado en los párrafos superiores, no tiene desperdicio. Está entreverado también con algunas anécdotas graciosas, como la descripción del piso donde Borges vivía, ya fallecida su madre, un piso austero, con unas estanterías sucintas, en las que no figuraba ni un libro suyo ni ninguno de los muchos que se han escrito sobre él.

Su dormitorio era propio de una cartuja. VLL se lo señala y Borges le explica que el lujo le parece una ordinariez. Pero no le perdonaría la indiscreción de que, en el texto que publicó después de esa visita, explicase que en las paredes del comedor había humedades y en el techo, sobre el centro de la mesa, una gotera.

Hablando de bibliotecas personales, en la mía, como quizá también en la del lector, VLL y Borges ocupan mucho espacio. Gustándome tantos los dos, ¿por qué no me interesó este libro en su día? Entonces el autor estaba vivo y hablaba de un muerto. Que hace unos días VLL se fuese del lado de Borges les acerca el uno al otro y le da a este libro un aura especial, una nueva capa de sentido y valor, una distancia mayor, una cualidad fantasmal.