El Camino de Santiago y un suicidio: la lección de Anya Niewierra para superar el nacionalismo
La escritora holandesa, que ha arrasado en ventas en su país con ‘El camino’, tiene claro que “el mal existe, pero las personas pueden cambiar si asumen su pasado”
La persona con ella misma. Los temores y las certidumbres, el poso acumulado y las esperanzas. Todo ello se puede sentir e interiorizar cuando se pasa por la experiencia del Camino de Santiago. La propia autora de ‘El Camino’, --publicado por RBA en castellano y por Columna en catalán-- un thriller filosófico, de alta literatura, que ha arrasado en ventas en Holanda, Anya Niewierra, ha pasado por ello. “La experiencia te deja muy tocada, llegas a acercarte a las personas de forma muy profunda y sales enriquecida y más fuerte”, asegura, en conversación con Letra Global.
Es la lección que ofrece con una novela que no deja indiferente al lector. ¿Lo que se busca hoy es un thriller que entretenga, con una incógnita que se persigue y que se acaba descifrando a lo largo de la obra? Sí, son las novelas que más éxito tienen, pero, ¿cómo se puede escribir alta literatura en complicidad con el lector más exigente?
Niewierra, elocuente y pasional, incide en la necesidad de asumir algo desagradable: “El mal existe, con comportamientos que te dejan helado. Pero también debemos saber que las personas pueden cambiar si asumen, precisamente el pasado, si logran interiorizar lo que hicieron”.
Algunas otras, en todo caso, ya no pueden vivir con lo que hicieron o con lo que recibieron. Con un apego a la realidad, a hechos conocidos, como la Guerra de Bosnia, que dejó atónitos a muchos europeos a mediados de los años 90, Niewierra plasma una historia hipnótica, pavorosa pero también bella.
Un suicidio ¿explicable?
Una holandesa feliz, Lotte Bonnet, vive en el sur de Limburg, con su marido Emil, un exrefugiado de Bosnia. Emil acaba de superar un cáncer y decide experimentar el Camino de Santiago desde la parte francesa para celebrar su recuperación.
Pero algo sucede. El pasado vuelve. “Es difícil vivir con un determinado pasado, todos cometemos errores, hay que avanzar en la vida, pero es cierto que un determinado peso a veces es inasumible”, asegura la escritora. Y es que Emil se suicida.
¿Qué ocurrió en ese camino hacia uno mismo?
La mujer de Emil recorre el mismo trazado del Camino de Santiago para intentar entender ese suicidio. Descubre que su marido le mintió. Su vida anterior es trágica y dolorosa. Ha vivido el conflicto de los Balcanes, ha abrazado el sectarismo nacionalista, ha luchado y ha matado por ideales muy discutibles.
El nacionalismo serbio entra en escena. La autora explica bien, a través de la propia historia reciente de Europa, cómo se puede radicalizar una sociedad. Y cómo el individuo acaba aplastado por el colectivo.
“El nacionalismo tiene esa capacidad. Manipula y atrae”, asegura Niewierra, que, preguntaba por la posibilidad de que en otros territorios hubiera pasado lo mismo, en la propia Holanda, no lo duda. “También en los Países Bajos, claro, se podría haber llegado a una guerra si el nivel de propaganda y de presión política hubiera sido similar, porque en la ex Yugoslavia fue realmente atroz”.
Y es que el lector puede seguir, como si fuera un mapa, la evolución de los Balcanes en aquellos años. Emil, junto con dos compañeros, hablan sobre un libro que sigue siendo una referencia: Cordero negro y halcón gris, de Rebeca West. Se trata de una guía de aquella Yugoslavia en los años treinta del siglo XX.
El recuerdo de Rebeca West
Y los personajes se explican: “Rebeca West señaló que un halcón gris llamado Hitler prometería a los alemanes un imperio eterno y predijo que las mansas ovejas alemanas correrían tras él, rumbo al infierno de la guerra (…) Lo mismo está a punto de ocurrir ahora, muchacho -susurró tras un momento de silencio—pero aquí con nosotros, porque un halcón gris sobrevuela nuestro país. Esta vez será un serbio llamado Slobodan Milosevic quien llevará a las mansas ovejas serbias a una nueva guerra y nos absorberá en ella”. Y así fue.
El Camino de Santiago, en su parte francesa, es el principal protagonista, porque actúa como catalizador de esas reflexiones, de ese alejamiento de la masa, que acaba pervirtiendo al individuo. Sí, “el mal existe, pero el ser humano puede superarlo, puede entenderlo y cambiar”, insiste la escritora holandesa, que vive un auténtico fenómeno editorial en su país, con más de 600.000 ejemplares vendidos.
Su propia experiencia, sin embargo, como caminante, la llena de orgullo. La sensación es de “paz absoluta”, con la convicción de que se puede llegar a conocer al otro. “Estás muchas horas caminando, conoces a mucha gente, te relacionas con personas de nacionalidades muy distintas, y cuando te recoges por la noche y puedes hablar con ellas se produce una conexión que no podías imaginar. Eso nos lleva a pensar en términos positivos del ser humano, a pesar de todas las cosas malas que nos rodean”, remacha la escritora holandesa.
El lector quiere entretenimiento, sí, un thriller que le lleve de un lugar a otro, pero, ¿y si obtiene también el placer que sólo puede ofrecer la alta literatura? Es lo que presenta Niewierra con El camino, con toda la sabiduría de una mujer que, como ella recuerda, estudió “con buenas notas” el viejo bachillerato europeo donde el latín, el griego y la filosofía eran asignaturas apreciadas, valoradas y que se consideraban indispensables. Todo eso se plasma en El Camino.