Imagen alegórica del poema de Ana Blandiana, 'Todo'

Imagen alegórica del poema de Ana Blandiana, 'Todo' DANIEL ROSELL

Letras

Descifrado del poema que hizo famosa a Ana Blandiana

El poema 'Todo', de la poeta que acaba de ganar el Premio Princesa de Austurias, tiene un enorme significado para los rumanos, y es preciso explicarlo por el valor no sólo literario sino testimonial

1 junio, 2024 19:21

Es una exageración decir que la poetisa Ana Blandiana (1942 Timișoara, Rumanía), a la que se acaba de conceder el premio Princesa de Asturias, ocupa en la literatura rumana y en la historia de la disidencia de los totalitarismos un lugar legendario como encarnación de la conciencia cívica del pueblo, comparable al de Anna Ajmátova en Rusia o Vaclav Havel en las letras checas. Se repite perezosamente este cliché, pero no responde a la realidad. Ajmátova vio morir a manos del régimen a su marido y su hijo, Havel pasó años de cárcel. A Blandiana “sólo” se le impidió publicar, pero en esto tuvo la misma (mala) suerte que muchos otros en su país. Pero padecer los rigores de un régimen totalitario y la censura no significa automáticamente que uno sea opositor o disidente. La misma Blandiana lo ha dicho reiteradamente: “Yo no fui una disidente”. Fue más bien gran opositora de Ion Iliescu, el presidente que siguió a Ceaușescu, en diciembre 1989, después de robar y manipular (Iliescu) la revolución de la calle, transformándose de noche a la mañana de comunista en social-demócrata, y principal responsable de los desastres subsiguientes a la dictadura después de la caída de Ceaușescu.

La poetisa Ana Blandiana fue la gran personalidad de los primeros años noventa y sus méritos son incontestables en la lucha por una sociedad verdaderamente democrática, enfrentándose a los comunistas de segunda generación que se instalaron en el poder después de la muerte de Ceaușescu.

Tengo en mi archivo unas palabras suyas, y la verdad es que no recuerdo si proceden de una entrevista que le hice, o si las copié de algún lugar. Allí habla de lo que hizo con ella la censura. Las reproduzco a continuación:

“La primera prohibición tuvo lugar al final del período estalinista. Yo aún no había cumplido los diecisiete años y ya había publicado un único poema bajo el pseudónimo de Ana Blandiana. Mi padre estaba encarcelado y era evidente que yo no podía utilizar mi nombre verdadero. Pero todo el mundo se enteró de quién era, y se envió a todas las publicaciones del país una circular que indicaba que ‘bajo el pseudónimo Ana Blandiana se esconde la hija de un enemigo del pueblo’. Esta prohibición duró cuatro años. Luego, entre los años 1965 y 1972, los primeros años de la era Ceauşescu, se abrieron las cárceles, se dio una especie de cuasi liberalización que duró algo menos de un decenio. Debuté de nuevo, publiqué libro tras libro y empecé a ser traducida en el extranjero. Aquella época fue un breve respiro de libertad en el que florecieron todas las artes. Mi generación, la generación de los años sesenta, eclosionó en literatura,  artes plásticas, música, teatro y cine. El realismo socialista simplemente desapareció y los nombres que se afirmaron en aquella época representan incluso hoy en día los nombres más importantes de la cultura rumana contemporánea.”

“Luego volvió a oscurecer. En 1985 me prohibieron de nuevo publicar por cuatro poemas considerados subversivos, pero las protestas de escritores y académicos en Italia y en Alemania obligaron a Ceauşescu a abrir la mano, hasta que en 1988 sufrí otra interdicción, esta vez definitiva, por un poema en el que caricaturizaba a Ceauşescu bajo la forma de mi gato, Arpagic, que gracias a esta ocasión se hizo famoso. Fue una prohibición no sólo para el presente y el futuro, sino también para el pasado, ya que retiraron mis libros de las librerías y de las bibliotecas.”

La escritora rumana Ana Blandiana

La escritora rumana Ana Blandiana WIKIPEDIA

En diciembre de 1989 cayó el régimen y se acabó la persecución de los escritores. Cuatro años antes, a finales de 1985, Blandiana había caído en desgracia sin sospecharlo, sin proponérselo, poco menos que por casualidad. Lo explicamos aquí la semana pasada.

Uno de los cuatro poemas que publicó la revista Amfiteatru es una diatriba contra el régimen que ni en sueños se le hubiera ocurrido a Blandiana, que no tiene que se sepa tendencias suicidas, dar a la imprenta. Se titula Totul, 'Todo', y consiste en una lista o inventario de las cosas, las frases y los fenómenos que conformaban el imaginario rumano del día a día. Ya se entiende el valor no sólo literario sino testimonial que sigue teniendo este poema maldito. Ahora bien, aunque esta serie de sustantivos que definen la atmósfera de miseria y desesperación que se respiraba en aquellos años de escasez extrema (el gobierno se había propuesto garantizar la independencia económica de Rumanía cancelando, a toda velocidad y costase lo que costase, la deuda del país con el Frente Monetario Internacional) ha sido volcada al español por diferentes traductores, cada verso, todas las palabras, se refiere a fenómenos sociológicos de difícil comprensión para quienes no sean rumanos de aquellas generaciones.

De manera que un día, durante la Feria del libro de Madrid, me senté en una terraza con la gran traductora e hispanista Mariana Sipos, que con mucha amabilidad y abnegación leyó e interpretó para mí el poema, palabra por palabra.

Gracias a ella, los lectores de Letra Global podrán entender la fuerza desafiante y la fama de este poema. Reproducimos aquí Totul en rumano;, a continuación el mismo poema traducido al español, con numerosas llamadas a notas. Las notas se pueden leer al final. Sin ellas, por cierto, este famoso poema 'Todo' debería titularse 'Nada', porque no se entiende nada.

Frunze, cuvinte, lacrimi,

cutii de chibrituri, pisici,

tramvaie câteodată, cozi la făină,

gărgăriţe, sticle goale, discursuri,

imagini lungite de televizor,

gândaci de Colorado, benzină,

steguleţe, portrete cunoscute,

Cupa Campionilor Europeni,

maşini cu butelii, mere refuzate la export,

ziare, franzele, ulei în amestec, garoafe,

întâmpinări la aeroport, cico, batoane,

Salam Bucureşti, iaurt dietetic,

ţigănci cu kenturi, ouă de Crevedia,

zvonuri, serialul de sâmbătă seara,

cafea cu înlocuitori,

lupta popoarelor pentru pace, coruri,

producţia la hectar, Gerovital, aniversări,

compot bulgăresc, adunarea oamenilor muncii,

adidaşi,

bancuri, băieţii de pe Calea Victoriei,

peşte oceanic, Cântarea României,

totul

 

Hojas, palabras, lágrimas,

cajas de cerillas (1), gatos,

a veces tranvías, colas para la harina,

catarinas (2), botellas vacías, discursos,

imágenes fritas en el televisor,

escarabajos de la patata, gasolina (3)

banderas, retratos conocidos (4),

Copa de campeones de Europa,

autobuses con bombonas (5)

máquinas de cilindros, manzanas que se niegan a la exportación (6),

periódicos, pan, aceite adulterado, claveles (7),

recepción en el aeropuerto8, Cico-cola (9), barritas de pan,

salami de Bucarest (10), yogurt dietético,

gitanas con cigarros Kent (11), huevos de Crevedia (12)

rumores, la serie de sábado por la noche (13),

sucedáneos del café,

la lucha de los pueblos por la paz, coros (14),

producción por hectárea (15), Gerovital (16), aniversarios,

compota de Bulgaria, reunión de trabajadores,

zapatillas Adidas (17),

chistes18, los chicos de la Avenida Victoriei (19) ,

peces oceánicos (20), Canción Rumana (21),

todo.

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(1) Había permanente escasez de cerillas.

(2) Gorgojos, insectos de la harina de mala calidad.

(3) Colas para la gasolina: a veces había que esperar en la cola un día o más, se iba a repostar en grupo: uno se quedaba en la cola para hacer avanzar el espacio de dos o tres coches, mientras los otros iban a casa, a comer, o al trabajo. De noche las gasolineras cerraban a las diez, y la gente cerraba el coche y lo dejaba en la cola, para volver en la madrugada al día siguiente; en Bucarest se podía llenar el depósito, pero en provincias cada coche tenía derecho a diez litros de gasolina al mes.

(4) De Nicolae y Elena Ceaucescu.

(5) Depósitos de gas en el techo para propulsarlos.

(6) Es decir, de la peor calidad: las buenas se vendían al extranjero.

(7) Casi la única flor que se podía encontrar en las tiendas.

(8) Noticias de los triunfales viajes de Ceaucescu.

(9) Una bebida refrescante, la única disponible, de color amarillo.

La escritora Ana Blandiana

La escritora Ana Blandiana RTVE

(10) Había cuatro tipos de embutidos o salamis: Vara (de verano), Bucuresti, Victoria y de Sibiu. Éste era de buena calidad pero en los últimos años del régimen había desaparecido.

(11) Los paquetes de esta marca de cigarrillos servían como moneda de cambio.

(12) Pueblo en los alrededores de Bucarest donde hay una granja avícola de donde se traían los huevos, para los que también había que hacer largas colas.

(13) Casi el único programa de televisión donde no se hablaba de la familia de Ceaucescu o de los logros del socialismo.

(14) Se entiende: coros patrióticos tipo “Partidul, Ceausescu, Romania!”

(15) Las habituales mentiras de la propaganda sobre las cosechas record.

(16) El milagroso medicamento rejuvenecedor de la doctora Ana Aslan, que obtuvo gran prédica en el extranjero, y que se celebraba como un logro nacional.

(17) En ironía se llamaba así a los pies de cerdo, toda la carne de calidad se exportaba y lo más frecuente era encontrar en las tiendas sólo esos pies de cerdo o “adidas”.

(18) Chistes políticos, que se contaban entre amigos de confianza.

(19) Los “chicos” de la Securitate que paseaban por la cñentrica calle donde se encontraba la sede del Comité Central del Partido.

(20) Grandes carteles promocionaban ese barato pescado congelado, no los peces frescos e inaccesibles del cercano mar Negro o del Danubio.

(21) Un festival cultural para promover el comunismo nacionalista rumano.

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Como ya hemos contado, en 1985 este poema, 'Todo', levantó enorme resonancia, circuló en samizdat y la autora fue apercibida y amenazada y se le prohibió publicar ni un verso más.

Después la vigilancia sobre ella se relajó un poco, y aprovechando uno de aquellos periodos de indulgencia o de negligencia en la censura que se abrían a veces sin motivo, arbitrariamente, para luego dar paso otra vez a una represión más rigurosa –aunque ya no tan cruel, implacable y general como en los tiempos fundacionales en que el régimen tenía que imponerse a cualquier precio sobre la voluntad de la gente--, Blandiana, otra vez de manera fortuita, sin proponérselo, volvió a caer en desgracia:

Publicó un libro de dibujos con un poema infantil inspirado en su gato que cuenta las andanzas y chulerías de un gato arrogante, en quien los lectores creyeron reconocer a Ceaucescu. También lo creyó así la policía. El caso es que esta vez la represión persiguió la muerte civil de la poeta. No sólo se le prohibió publicar más libros sino que se retiraron de las librerías y de las bibliotecas los que ya había publicado. Quedó prohibido mencionar por escrito siquiera su nombre; fue sometida a vigilancia permanente mientras se le incoaba un expediente, pero efectivamente era demasiado famosa en el extranjero para encarcelarla. 

Una noche de 1988, en el foyer de la sala de conciertos de la Radiotelevisión Rumana, durante el entreacto de un concierto, Sipos se encontró a la poetisa. Hasta hacía poco, Blandiana había sido una figura popular, un personaje conocido al que todo el mundo cultural se acercaba; pero ahora que era una apestada, con la espada de Damocles suspendida sobre su cabeza, estaba sola en un rincón, aislada, en el centro de un círculo de miedo. Por allí andarían, de incógnito, un par de agentes de la policía secreta. Nadie se atrevía a acercársele.

Sipos, considerando que por las circunstancias personales en las que vivía no tenía mucho que temer y que al fin y al cabo hablar con Blandiana no era delito, se acercó a saludarla.

Uno de esos gestos que uno se puede ahorrar para mayor tranquilidad propia, pero de los que luego nunca te arrepientes.

--Y fíjate, Ignacio, la saludé: “¿Cómo estás?”, le pregunté. “Bien”, me contestó. Intercambiamos algunas trivialidades. Luego sonó el timbre, llamando a la reanudación del concierto, y regresamos cada una a su butaca…

Escena insignificante, conversación tivial, pero cargada de sentido y de memoria, como siempre que se traspasa la barrera de un silencio impuesto.