Andalucía, un mapa de letras
La vitalidad literaria del Sur de España, con influencia creciente en el ámbito nacional gracias a sus creadores, editoriales independientes y foros, ha convertido a la región en el tercer gran mercado cultural de España
15 octubre, 2023 19:00Quizá para elaborar este mapa de las letras andaluzas fuera precisa una enumeración al estilo de Manuel Machado que concluyera “…y Sevilla”, tras hablar de la salada claridad, el agua oculta que llora, la callada romana y mora, la cantaora, la dorada, el plateado, la orilla de las Tres Carabelas. Pero ese desglose por provincias, que tiene cierto sentido en una región tan grandea, resultaría demasiado atomizado. Mejor ver desde otros ángulos la rica realidad andaluza.
Y al acercarse a esta, una percepción palmaria: es tierra de poetas, los hay a mansalva, como ratifica la historia de la literatura española, donde tanto bacalao han cortado los andaluces desde hace siglos y más siglos. En la actualidad, y desde hace una década, la buena noticia es que junto al imperio indiscutible de la lírica la narrativa pasa por un excelente momento, especialmente en Sevilla y Málaga. Desde esos dos focos se irradian algunas de las obras más valiosas que en la actualidad se están creando en España, aunque hay que reconocer que comercializadas casi siempre por editoriales cuyas sedes están en Madrid y en Barcelona.
Vamos por partes. Ya no quedan apenas rescoldos de aquella polémica que zarandeó el patio de vecindad de la poesía española durante los años ochenta y noventa del pasado siglo. Ante el surgimiento de una poesía que era entonces novedosa, la llamada de la Experiencia, surgió una respuesta-berrinche: la autodenominada Poesía de la Diferencia. La primera tenía tintes autobiográficos con una notable presencia del sujeto lírico y enlazaba, saltando sobre la experimentación de los primeros setenta, con lo mejor de la Generación del 50, que en Andalucía contó con excelentes representantes más allá de los nombres recurrentes en el panorama nacional.
La de la Diferencia, más que un perfil nítido tenía el aire de un escorzo violento, pues más que defender una forma de escribir atacaba una de promocionarse. Venía a denunciar algo que efectivamente se acercó al monopolio, pero no tanto por razones de estrategia comercial y de obtención de premios como, reconozcámoslo, por calidad. Fue mucha la beligerancia aunque luego las aguas volvieron a sus cauces. Poetas del primer grupo, que hoy siguen publicando, fueron el factótum granadino Luis García Montero, que arrancaba de la otra sentimentalidad y, más jóvenes, casi todos publicando en la sevillana Renacimiento o en la valenciana Pre-Textos, Felipe Benítez Reyes (ganador del último Premio Hermanos Machado, del Ayuntamiento de Sevilla) o el propio Abelardo Linares, creador de la primer de estas editoriales.
La de la Diferencia contó como adalides al arcense mucho tiempo residente en Madrid Antonio Hernández y sumó figuras como Antonio Enrique, Fernando de Villena o José Lupiáñez. Sería un error atribuir solo bilis a la Diferencia, pues muchos de los poetas agrupados bajo ese marbete han dejado excelentes obras que, a la postre, manifiestan que la poesía es un desempeño solitario que escapa a la taxonomía de grupos, bandas y capillas. Pero todo esto, hay que repetirlo, es agua pasada.
Lo importante es que, colindantes con los de la Experiencia, con sus revistas y en las relaciones personales, hay poetas estupendos como Pedro Sevilla, José Manuel Benítez Ariza, Ángeles Mora o Aurora Luque, que acaba de reunir su poesía en Acantilado.
La poesía sevillana, vista con cierta antipatía por algunos, ha dejado, en la estela de Bécquer, los Machado y Cernuda, idos ya dos eximios representantes de esa línea, Fernando Ortiz y Aquilino Duque, obras tan sólidas como las de Jacobo Cortines (pulcro poeta del amor y el paisaje), José Julio Cabanillas (hondo temblor trascendente), Juan Lamillar (armonioso y lumínico) y Víctor Jiménez (orfebre elegíaco con un pie en lo popular, que ha publicado en 2023 en la joven y ya potente editorial granadina Valparaíso una antología de sus versos). Rafael Adolfo Téllez, cantor de los humildes, es el vallejiano rey de la poesía rural y evocativa. Más jóvenes son Daniel García Florindo, Rocío Hernández Triano, Lutgardo García Díaz, José María Jurado, o Victoria León, que se manifestó en 2019 como la más reciente cultivadora de esta tendencia, ella desde la esquina del sereno desengaño. Poeta, narrador, autor de literatura de viajes, Eduardo Jordá está desde hace una década más volcado en la traducción.
Si hace tiempo que desapareció la revista Renacimiento, Calle del Aire, que también presta atención a otros géneros, publica versos, como lo hacen mayoritariamente Sibila, fundada por Juan Carlos Marset, y Palimpsesto, dirigida por Francisco José Cruz. Ambas publican mucha de la mejor poesía hispanoamericana. Estación Poesía hace lo propio desde hace ya más de diez años, combinando voces consolidadas con las que despuntan.
Pagando el precio de reducir su radio de influencia pero beneficiado por ende de mayor capacidad de concentración y productividad, Manuel Moya sigue dando guerra en Fuenteheridos (Huelva), lo mismo escribiendo poesía que narrativa o biografía (muy recomendable es su vida de Pessoa, de hace solo unos meses). De esa misma sierra onubense es uno de los máximos cuentistas del país, residente en Sevilla: Hipólito G. Navarro, que se cuela ahora aquí por proximidad geográfica, aunque aún estemos hablando de poesía.
No siempre panfletario desde el rincón de la poesía social, Antonio Orihuela coordina en colaboración con la Fundación Juan Ramón Jiménez, en Moguer, los encuentros Voces del Extremo. Uberto Stabile organiza a su vez, en Punta Umbría, Edita, encuentro internacional de editores independientes. La revista Centauros, ya por su cuarto número, ha sido una de las buenas noticias tras la pandemia. Poeta y narrador onubense es también Juan Cobos Wilkins, artífice en su día de la exquisita revista ya desparecida, entre Mallarmé y la toponimia onubense, Con Dados de Niebla.
Cádiz capital tiene aún otros nombres señalados: Javier Vela y María Alcantarilla, que siguen la estela de Jesús Fernández Palacios y José Ramón Ripoll. Enrique García-Máiquez brilla en el Puerto de Santa María, y en Jerez está el esencial, adelgazado hasta el arte menor, José Mateos. Por su parte, Córdoba ha demostrado estar en muy buena forma poética en lo que va de siglo, y no en vano es la sede de Cosmopoética, el festival de poesía más importante de estas dos últimas décadas, antes de que los certámenes dedicados a ella proliferaran en otros sitios.
Poetas actuales cordobeses son Juana Castro, Carlos Clementson, Francisco Onieva, Balbina Prior, Alejandro López Andrada, Pablo García Casado o José Luis Rey, quien en años recientes se ha manifestado como un impresionante (por esforzado y espléndido) traductor de poesía. En Lucena Manuel Lara Cantizani ha dejado una huella imborrable que sus convecinos han honrado con un premio que honra su nombre. Como excelente escaparate de la literatura cordobesa, pero no solo ella, es obligado mencionar el suplemento Cuadernos del Sur del diario Córdoba.
La limítrofe Jaén no está tan bien provista, pese a contar con el más ególatra poeta insignificante de España toda. Sí despunta sin embargo Juan Carlos Abril, sobre todo como antólogo, crítico y director de una buena revista que edita la Diputación provincial: Paraíso. De Jaén, aunque viva en Granada, es Erika Martínez, cultivadora de un singular tipo de versículo por el que discurre una lírica personal, poco común. Almería cuenta en poesía con Raúl Quinto, corresponsable hasta su desaparición este curso de la Facultad de Poesía José Ángel Valente. Otros poetas de allí son José Luis López Bretones, Francisco Domene y el también crítico José Antonio Santano.
Granada es otro punto insoslayable, cómo no va a serlo la ciudad de García Lorca. Desaparecidos en los últimos años Mariluz Escribano (que ha entrado ya en la colección Cátedra Letras Hispánicas) y en 2023 Rafael Guillén, continúan el taraceador de metros y complicadas rimas Antonio Carvajal, Álvaro Salvador, Trinidad Gan, José Gutiérrez, José Carlos Rosales y la voz feminista de Olalla Castro. Juan Andrés García Román, residente en Logroño, ha hecho una poesía que se sale de los cauces habituales y tiene su predicamento. Ya no brillan hoy tanto las navajas poéticas esgrimidas hasta ayer mismo, no tanto por razones estilísticas como por reparto de poder. El Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada congrega en la ciudad del Darro a importantes voces (no todas poéticas y algunas descaradamente mediáticas) que tienen su culminación en un recital en el Palacio de Carlos V, en la Alhambra.
Málaga es otro núcleo importante, con los veteranos como María Victoria Atencia, José Infante o Antonio Jiménez Millán y el seguidor de la tradición impresora de aquellos lares Rafael Inglada (últimamente, más que poeta, dedicado a labores de erudición), o Ángelo Néstore, cuya parafernalia queer no sepulta bajo las lentejuelas o el maquillaje al buen poeta que es. Vicente Luis Mora últimamente está más dedicado a la teoría y a la alta crítica que a la creación. Alfredo Taján puede ser citado en el negociado de los poetas, pero también en el de los narradores. Como gestor, ha dirigido el Instituto Municipal del Libro, ente borrado hace dos legislaturas, y ahora se ocupa de la Casa Gerald Brenan, en la residencia que tuvo el hispanista inglés.
El Centro Cultural de la Generación del 27 desarrolla una amplia actividad, que incluye la convocatoria de los premios Emilio Prados para poetas jóvenes y el que para la categoría sin límite de edad, con el nombre que es manto de Altolaguirre, Aleixandre, Alberti o Cernuda, muñe la editorial Visor, en general un reparto para autores de la casa madrileña. Asimismo edita la revistaza El Maquinista de la Generación, impresionante alarde de buen gusto.
En la narrativa se han movido muchas cosas en los últimos años. Sevilla aglutina a algunos de los novelistas más potentes de España: Juan Bonilla, ganador de la Bienal Vargas Llosa (excelente poeta además); Sara Mesa, en carrera ascendente sin comprometer un solo gramo su independencia en aras de la comercialidad; el muy traducido Jesús Carrasco, fenómeno editorial con Intemperie; Isaac Rosa, galardonado con el Premio Rómulo Gallegos cuando aún este premio no se lo había cargado, como tantas otras cosas, el chavismo; Daniel Ruiz García, premio Tusquets y fino articulista en la prensa local.
Otros nombres de ya vigorosa ejecutoria son Elisa Victoria, consagrada con Vozdevieja y El Evangelio; y Eva Díaz Pérez, novela y periodista de consolidada trayectoria. Sevilla es también el lugar de residencia de narradores que se han afincado en ella, entre los que destacan José Antonio Ramírez Lozano (igualmente poeta) y José María Conget, que desde hace un lustro publica puntual y brillantemente cada año una novela o una colección de cuentos. Quedan fuera de esta lista muchos otros valiosos narradores.
Málaga también cuenta con narradores muy destacados: Antonio Soler (autor de Sur, novela doblemente ganadora del Premio de la Crítica andaluza y española), Juan Francisco Ferré, y José Antonio Garriga Vela. De entre los cordobeses, aunque ahora viva en Madrid, sobresale Pérez Azaústre, ganador del último Premio Málaga de Novela. También, Mario Cuenca. En la novela histórica y desde Cabra, José Calvo Poyato. Y si damos el salto a Almería, desde allí escribe, en novelas que publica Seix Barral, Juan Manuel Gil. Premios importantes de novela son, además del malacitano obtenido por Pérez Azaústre, el Ateneo de Sevilla y el Fernando Lara.
La literatura juvenil cuenta con primeros espadas como los sevillanos Blue Jeans y Eliacer Cansino y el malagueño Emilio Calderón, luego convertido en autor de bestsellers para adultos. El aforismo, ese fenómeno creciente en los últimos años, está representado por colecciones a él dedicadas en los sellos Cypress Cultura, Cuadernos del Vigía, Renacimiento e Isla de Siltolá. Dos premios fomentan desde Andalucía el género: el José Bergamín en Granada y el Rafael Pérez Estrada, que en Málaga convoca la fundación dedicada a este. Otra que realiza una gran labor es la Fundación Manuel Alcántara, con premios de periodismo deportivo, poesía y novela, este falamante último con el nombre Ciudad de Estepona.
Tierra de acogida como tentaría a decir el tópico, pero realidad fehaciente, Andalucía es el suelo de adopción del argentino Andrés Neuman en Granada; del peruano Fernando Iwasaki en Sevilla; del cubano José Pérez Olivares también en la ciudad del Guadalquivir; o del venezolano Rodrigo Blanco Calderón. Esta apertura a los autores de allende el océano contribuye además a que la capital de la Costa del Sol albergue el nuevo festival Escribidores: Festival Literario de América y Europa, organizado por la Cátedra Vargas Llosa. Si este comenzó en 2022, en 2023 se le ha unido Verdial. Fiesta de las Letras y la Cultura Iberoamericana para la Diputación Provincial de Málaga y su espacio La Térmica, que echa humo.Sevilla, puerta de Indias antaño y con una inveterada vocación americanista, también inició en 2022 su festival HispaLit, paralelo a la Feria del Libro de la ciudad, ahora trasladada de la cada vez más inhóspita alta primavera al bonancible otoño.
La Asociación de Escritores de Andalucía y la Asociación de la Crítica Andaluza también organizan actos y premios, como lo hace el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla), convocante del Certamen de Letras Hispánicas Rafael de Cózar, que tiene las modalidades de novela, poesía y teatro. En cuanto a editoriales, además de la mencionada Renacimiento, en Sevilla están El Paseo, la Fundación José Manuel Lara (que además de publicar los premios de biografía y estudios humanísticos que convoca desarrolla una intensa actividad de animación a la lectura y mantiene la importante colección de poesía Vandalia). Almuzara aglutina varios sellos en Córdoba y Comares en Granada, además de ser una importante editorial jurídica, abarca la producción literaria, señaladamente la colección La Veleta, dirigida por Andrés Trapiello. ¿Algunas revistas? Secretamente sevillana es Jot Down, como abiertamente lo es su casi hermana Mercurio, de nuevo reencarnada en publicación trimestral con apoyo en una dinámica web.
Poeta, traductor, novelista, Justo Navarro es desde hace pocos meses director del Centro Andaluz de las Letras. Entre los nuevos proyectos que asume está el de enlazar literatura y cine. El hace poco fallecido autor de Charlas con Troylo instituyó en Córdoba la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, por la que han pasado muchas voces a tener en cuenta sin sectarismo localista o regional, pero por citar solo andaluces, que es lo que cumple aquí, ha hospedado a Juan de Beatriz, Sergio Navarro, Cristian Alcaraz, Cristina García Morales o David Leo García.
La Feria del Libro de Cádiz se ha visto revitalizada en sus dos últimas convocatorias por el periodista y escritor Alejandro Luque. En cuanto a las editoriales, aparte de las institucionales, cuyos fondos donde mejor pueden otearse es precisamente en las ferias del libro, Andalucía cuenta con un buen puñado. Además de las ya mencionadas, sería inexcusable no nombrar a Algaida, Athenaica, EDA Libros o Maclein y Parker. Entre las nuevas editoriales, la sevillana Barrett y la córdobesa Cántico. La también cordobesa Elena Medel dirige, puntal de la nueva poesía, La Bella Varsovia, hoy sello de la editorial Anagrama.
Agavillar nombres es dejar siempre involuntariamente espigas en la era. Como en Andalucía son muchos los escritores, numerosos son también los que aquí se omiten por razones de espacio. La cosecha, en todo caso, es espléndida.