El viejo negocio de la lengua
Manuel Peña recupera el lanzamiento del 'Diccionari de la llengua catalana ab la correspondència castellana y llatina' de Pere Labèrnia, en 1864
7 julio, 2017 00:00El 24 de octubre de 1864 el Diario de Barcelona publicaba un anuncio del Diccionari de la llengua catalana ab la correspondència castellana y llatina de Pere Labèrnia. Se trataba de una nueva edición aumentada y corregida por Antoni de Bofarull, aunque públicamente lo firmase una enigmática “societat de literats, cultivadors de la llengua catalana” que se había propuesto retomar el trabajo del lingüista castellonense, fallecido cuatro años antes.
Hasta que Pompeu Fabra estableció la normativa moderna de la lengua catalana, la obra lexicográfica de Labèrnia fue el referente principal para la élite cultural desde la Renaixença. Entonces, ¿por qué un producto tan selecto se anunciaba a página completa? En él se informaba sobre las condiciones de la suscripción para adquirir poco más de 1.600 páginas, que iban a ser enviadas en entregas de 16 columnas, en tamaño casi in folio, papel superior, tipos nuevos, impresión clara y compacta, etc. hasta completar dos preciosos volúmenes.
En realidad, esta edición por entregas de la obra del desaparecido Labèrnia era la puesta de largo de una editorial nueva, Espasa Germans, ubicada en la popular calle Robador de Barcelona y que años más tarde, después de muchas vicisitudes con el cuñado Salvat por medio, sería conocida como Espasa-Calpe. Los hermanos Espasa i Anguera, Josep y Pau, afinaron en el anuncio todo lo que pudieron, sabiendo que tenían en sus manos un producto excelente y, posiblemente, un filón por explotar: la lengua catalana.
Eran años de modernización mecánica de los medios de producción en las imprentas; estos nuevos procedimientos técnicos, unidos a nuevos impulsos editoriales, crearon un negocio de gran proyección: las producciones por entregas. Estos fascículos abarcaron toda clase de materias y obras, fuesen de religión, enciclopedias, diccionarios y, sobre todo, novelas.
Utilitarismo y rentabilidad económica
Los hermanos Espasa lo habían entendido perfectamente: la obra se concebía como un producto de consumo con periodicidad semanal del reparto y del pago. La fragmentación abarataba la adquisición y permitía a un amplio grupo de potenciales lectores acceder a una práctica y a una obra reservadas antes a una minoría. En el anuncio reconocían que la edición era lujosa y tenía un gran coste, pero para que “la clase menos acomodada” quisiera poseer “un llibre de tanta utilitat”, el precio de cada entrega era tan sólo de medio real en “tot Espanya” (en grande y en negrita en el anuncio original).
El utilitarismo de las lenguas combinado con la rentabilidad económica ponían en el mercado un diccionario necesario para conocer, no sólo el significado de las palabras en catalán, sino también su correspondencia con las lenguas más comunes (castellano y latín), fueran en el habla o en documentos especializados. El reclamo publicitario aludía a una situación cotidiana que vivían muchos catalanes: “¡Quants s’hauran trovat apurats més de una vegada per no saber la correspondència en castellá de una senzilla paraula catalana!".
¿Y dónde dejaron la identidad los hermanos Espasa? El anuncio contenía una declaración nacional plurilinguística: “No s'pot dir bon espanyol lo fill de Catalunya que no estima y cultiva la llengua catalana”. Léanlo con detenimiento porque en la Cataluña del siglo XXI es difícil distinguir con tanta claridad la pertenencia nacional y la comunidad lingüística. Pero, ¿tanto les importaba el negocio que carecían de sentimientos hacia su lengua materna? No. A continuación de la declaración anterior añadieron que la lengua catalana debía quererse y usarse con “tant esmero al menys com la de Castella, pero ab lo encarinyament que’s té per las cosas més pròpias”.
Al final del anuncio los hermanos Espasa adelantaban su siguiente producto por entregas, con la misma forma y tamaño: un diccionario “Castellà-Català”, en ese orden y sin el latín. Una pequeña nota que daba cuenta sobre cómo desde una pequeña editorial catalana se estaba construyendo “tot Espanya”, sin olvidar cuán rentable podía ser el negocio cultural.