El historiador Lawrence Ress

El historiador Lawrence Ress CRITICA

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Laurence Rees: "Un dictador busca eliminar la libertad de expresión, hoy eso se consigue con una proliferación de noticias y canales"

Laurence Rees, autor de 'En la mente nazi', apunta advertencias y señales que hay que atender hoy tras un análisis psicológico de los jerarcas nazis y de la población alemana: "Para tener un ‘nosotros’ ayuda muchísimo si hay un ‘ellos’"

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Laurence Rees habla de la visita a un médico. Productor y director creativo de la BBC en programas de historia y series documentales, Rees es cauto. Investiga y consulta, pide consejo a especialistas y busca cómo llegar al lector. Acaba de publicar En la mente nazi (Crítica), un libro en el que analiza las figuras del nazismo con la ayuda de las últimas investigaciones en psicología. La pregunta sigue siendo pertinente: cómo y por qué un grupo de personas fueron capaces de perpetrar el peor crimen de la historia de la humanidad y cómo pudieron arrastrar a toda una sociedad, o a buena parte de ella.

La consulta a un médico es la analogía que expone Rees para ofrecer pistas que nos puedan servir hoy. Él se refiere a alarmas, a señales que hoy podríamos percibir. “Si uno dice que ha fumado cien cigarrillos al día y va al médico, este le dirá que es una idea mala para su salud. El paciente contestará que su abuelo tenía 90 años y que fumaba, también, cien cigarrillos al día. Y el médico dirá: ‘perfecto, puede ser, pero no es una buena idea fumar tal cantidad de cigarrillos. Ese es el sentido de lo que pretendo aportar, una tendencia que puede ser dañina”.

En esta entrevista con Letra Global, Rees señala: "Un dictador busca eliminar la libertad de expresión, hoy eso se consigue con una proliferación de noticias y canales"

Una señal aparece cuando se habla “de nosotros y ellos”. El ‘nosotros’ lo utilizó de forma intensa Adolf Hitler. La representación de un pueblo. Cuando se le pregunta a Rees por una posible analogía con el presente, con líderes como Orbán o Trump, el historiador se agarra a su libro. “Al estudiar la psicología del liderazgo, siempre pensé que uno ve todo esto en revistas, donde a uno le hacen preguntas sobre cómo va a ser un buen líder y que para eso tiene que hacer esto y aquello. Y esta no es la cuestión. Lo primero que uno necesita para ser un líder popular es crear el sentido de que la audiencia es uno de nosotros. Tú eres uno de nosotros. Y esta cuestión del nosotros es lo más vital. Y para tener un ‘nosotros’ ayuda muchísimo si hay un ‘ellos’. Eso se consigue con ciertas cosas, con emociones. Hitler decía en los años 20 que el odio es la única emoción estable”.

Esa cuestión siempre ha estado latente a lo largo de la historia. En el presente las señales aparecen. Rees añade: “Yo no estoy muy seguro si estoy de acuerdo con eso, pero él sí que creía que el odio es útil porque el odio de ellos nos une a nosotros de un modo que ninguna otra cosa lo puede hacer, porque si uno trata de unir el nosotros con la política, bueno, la gente puede estar en desacuerdo sobre las políticas y es mucho más fácil, en cambio, unir a la gente en torno a lo que odiamos”.

Imagen de Hitler

Imagen de Hitler NETFLIX

Hablar de políticas concretas. No, eso no lo hizo Hitler ni sus principales colaboradores. Entrar en los argumentos, uno por uno, no parece que funcione. “Vemos todo esto en la manera en la que él trata los puntos políticos de los nazis en el manifiesto original de los años 20. Él no quiere explicarlos, nunca. Todos son ideas muy vagas y él nunca quiso tener un debate sobre eso. Hitler creía que lo importante es tener una visión y en este caso hay una idea mística de Volksgemeinschaft, de una comunidad racial pura, es una visión y luego todos tenemos que estar de acuerdo en lo que odiamos. De manera que la combinación de esas dos cuestiones es enormemente poderosa”.

La juventud siempre ha estado en el centro de las obsesiones de los que han querido acceder al poder. Las redes sociales, hoy, permiten una comunicación directa. Y en eso han destacado en los últimos años los partidos de ultraderecha. Laurence Rees admite que las redes sociales han cambiado la comunicación política, pero vuelve a su trabajo académico para ahondar en otra de las señales: la de cómo se corrompe a la juventud.

El nazismo lo hizo. El libro muestra todas las asociaciones que se creaban para los más jóvenes, desde la escuela primaria. Rees se refiere a su propia experiencia, primero, para analizar el papel de las redes sociales.

“No sé qué se puede hacer. Yo pienso en el mundo en el que crecí, donde había algunos periódicos y teníamos las noticias en televisión. Todo el mundo confiaba en las noticias de la BBC y confiaba en la mayoría de los periódicos. Pero ahora vemos una multiplicidad inmensa de opciones para la gente y lo que eso puede significar es que, como dicen en Estados Unidos, uno se mantiene en su propia ego-cámara, uno está en su mundo propio y en su ‘nosotros’ y no conoce todo lo que sucede fuera. Hay un fenómeno muy interesante con eso”.

¿Por tanto? “Es muy significativo que una de las primeras cosas que hicieron los nazis al llegar al poder es eliminar la libertad de prensa. Y eso es vital para cualquier dictador porque no se puede tener una narrativa alternativa sobre qué está sucediendo. Uno hace todo lo que puede para eliminar la libertad en un país y hace todo lo que puede para bloquear todos los otros flujos de información que llegan”.

Tal vez la abundancia de informaciones, de todo tipo, es el equivalente hoy a esa censura informativa. Rees lo constata: “Para mí la mayoría de los dictadores entienden que eso es central, que es fundamental, pero lo que uno ve hoy con esta multiplicidad de noticias es que eso está ocurriendo por sí mismo, está ocurriendo sin que un dictador lo imponga. Es decir, uno ve noticias partidarias y habla con partidarios de eso cuando está en las redes sociales y hay un refuerzo constante de todo lo que se comparte. Por supuesto que todo eso es menos saludable que los medios con los que yo crecí”.

Planificar la muerte

¿Primera conclusión que puede ser una señal ya muy alarmante? “Se podría decir que lo que un dictador busca, que es eliminar la libertad de expresión, hoy eso se puede conseguir justo fomentando todo lo contrario, es decir, con una proliferación de noticias y de canales con lo que uno no sabe al final con qué quedarse. Los efectos pueden ser los mismos”.

Rees aborda en el libro la expansión alemana hacia el centro y el este de Europa. La demografía, en muchas ocasiones, se deja de lado. El nazismo consideraba que existía una superpoblación en esas zonas de Europa, y que no pasaba nada por eliminarla. El historiador señala que se llegó a cotas nunca alcanzadas, previstas mucho antes de que sucedieran. “Tenían reuniones. Himmler conversaba con sus colegas mucho antes de invadir la Unión Soviética. Y se señalaba que iban a morir asesinadas 30 millones de personas. Es increíble”.

Portada del libro de Laurence Rees

Portada del libro de Laurence Rees

Pero, ¿en qué se basaban? Lo que apunta Rees es que la Alemania de Hitler practicó una política colonial, de la misma manera que había hecho Estados Unidos respecto a la población indígena o España con México. No era sólo racismo, sino practicar algo que ya se había realizado por otras potencias.

“Los aztecas murieron fundamentalmente por enfermedades que trajeron los españoles. Los españoles, en todo caso, querían la tierra, pero no a la gente que estaba allí. Y lo terrible es que los nazis eliminaron gente a niveles que nunca antes se habían visto”. La cuestión es que fue deliberado, pensado, organizado. “No fue realizado todo esto por personas ignorantes, sino que se trató de un proceso intelectual”.

Proceso gradual

Una aportación importante que ofrece Rees es la cerrazón de los que apuestan por un proyecto totalitario. ¿Qué sucede muchos años después, cuando se ha comprobado, con información contrastada, el nivel del oprobio?

Rees habla de un proceso gradual, que lleva a la población a asimilar, poco a poco, todo lo que se lleva a cabo. Y eso puede ser otra señal. Pequeñas decisiones, o decisiones que no se ligan unas a otras como un todo. “El Holocausto se fue desarrollando de un modo completamente diferente. No fue algo abrupto. Porque comenzó con una visión, una visión de Hitler de que él quería liberarse de los judíos y la forma para hacerlo iba a cambiar según las circunstancias. Y luego uno avanza y ve que hay distintos caminos en los que se fue escalando hasta que termina en Auschwitz y en las cámaras de gas”.

¿Entonces? “Objetar cuando uno ve que hay distintos puntos que se han ido moviendo a lo largo del tiempo es difícil. ¿Por qué voy a ser contrario a esto cuando no objeté la persecución de otra cosa? Es decir, uno está involucrado en un proceso todo el tiempo y creo que esta es una manera importante de entender el Holocausto”.

Riefenstahl con Hitler y Goebbles

Riefenstahl con Hitler y Goebbles

Luego está esa idea de vivir en una realidad paralela. “La razón por la cual muchos ex-nazis que yo encontré no lamentaban haber hecho lo que hicieron, se vincula con un fenómeno humano que es la disonancia cognitiva como fenómeno psicológico. Bajo presión es posible que haya una realidad y hay un mapa mental sobre cuál debería ser esa realidad y lo que uno termina haciendo es elegir ese mapa mental porque es mucho más cómodo y uno lo ve todo el tiempo con las teorías conspirativas. Es más fácil que a uno le digan cuando las cosas están mal, no te preocupes, tú no tienes la culpa. Son esas personas oscuras que están ahí, que conspiran contra ti. Es un proceso que te va llevando poco a poco hacia una situación totalmente distinta del inicio”.

Otra señal, la de las teorías conspirativas, que están latentes hoy.

Relacionada con eso está la figura del resentido, la de quien cree que el mundo le debe algo. Los resentidos pueden provocar grandes catástrofes. Hitler era un resentido, y muchos nazis que habían participado como soldados en la I Guerra Mundial.

“Hablé con expertos en la investigación de teorías conspirativas. Uno de ellos me dijo que muchas teorías conspirativas surgen de grupos que se sienten sin poder. Sienten que tiene que haber un mecanismo para explicar lo que sucede porque están indefensos y no se sienten representados y tampoco pueden explicar la situación. Y, además, lo que encontró es que una vez que las personas empiezan a creer en una teoría conspirativa, están muy abiertas a creer en otras. Se convierte como en una especie de telaraña de teorías conspirativas”.

Una incursión en las redes sociales, sobre los que hablan del Gran reemplazo, sobre los migrantes que cambiarán a los pueblos europeos o al pueblo norteamericano, prueba lo que apunta Rees.

Sobre la insistencia en actuar sobre los jóvenes, la explicación es que la corteza frontal del cerebro no se desarrolla plenamente hasta los 25 años. Es más fácil entrar en ellos si se actúa mucho antes. “Cuando uno mira a Mao y la Revolución Cultural, vemos que está pensada para los estudiantes, lo mismo que se hizo en la Unión Soviética”.

El jefe nazi de Gross-Rosen, Arthur Roedl,  en su despacho del campo de concentración, donde tenía una foto de Hitler (1941)

El jefe nazi de Gross-Rosen, Arthur Roedl, en su despacho del campo de concentración, donde tenía una foto de Hitler (1941) ENCICLOPEDIA DEL HOLOCAUSTO

Una idea central en el discurso nazi es la relación con el débil, un pensamiento darwinista. “La razón por la que fueron especialmente exitosos en su discurso es que predicaban un pseudodarwinismo, en el sentido de que si uno es más fuerte puede tomar lo que quiera del débil porque lo merece. No hay ninguna moralidad aquí, la moralidad es un constructo falso que se estableció para evitar que el fuerte reciba lo que desea y esto lo aprende el nazismo en el mundo animal. Y entonces, si uno se imagina que es joven y fuerte, esta puede ser una idea extremadamente atractiva”.

En eso vuelve a haber señales. Y la conversación versa sobre la reunión que tuvo Trump con Zelenski, donde le apremiaba a aceptar las demandas territoriales de Putin en Ucrania porque era el más fuerte. La reflexión de Rees va por otros derroteros. Lo raro es que no suceda más. “Lo increíble es que no suceda, que haya países pequeños que están protegidos. Eso es maravilloso. Todavía y afortunadamente rige un cierto consenso sobre cómo debe regirse el mundo”.

Aprender de la Historia

Laurence Rees ha escrito, por tanto, un libro de Historia, sobre el régimen nazi, con las líneas maestras del discurso que sirvió para someter a una población y arrasar Europa. Se difundieron teorías conspirativas; se apostó por el ‘ellos y nosotros’; se lideró como si Hitler fuera un héroe; se corrompió a la juventud; se actuó en connivencia con la élite; se atacaron los derechos humanos; se explotó la fe; se eliminó la resistencia; se mató a distancia y se atizó el miedo.

Lo que Rees reivindica es que se aprenda de la Historia, que se enseñe en las escuelas y hoy se ha dejado de lado. “Una de las razones por las que quise escribir el libro es que mucha gente me decía que la historia es una pérdida de tiempo porque no tiene relevancia. Son muchas fechas, muchos eventos que acontecieron en el pasado que no significan nada para nosotros. Y todo mi recorrido ha sido entender la mentalidad nazi específicamente. Y quería tratar de expresar la medida en la que es relevante, porque nos puede ser útil”.

Si, porque se puede fumar cien cigarrillos al día y llegar a los 90 años. Pero se corre un riesgo, claro. Es mejor no fumar tal cantidad de tabaco y no llamar a la muerte de forma tan rotunda.