Daniel Innerarity, en el balcón de la redacción de 'Letra Global'

Daniel Innerarity, en el balcón de la redacción de 'Letra Global' GALA ESPÍN Barcelona

Ideas

Daniel Innerarity: "Si Trump evoluciona como es predecible, podría ser el final del populismo"

Autor de 'Una teoría crítica de la Inteligencia Artificial', el filósofo político cree que la actuación de Trump generá anticuerpos hasta el ponto de que podemos asistir al "final del populismo en su versión más histriónica", en un momento en el que la disyuntiva es entre "tecnología o democracia"

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Daniel Innerarity ahonda una y otra vez en los asuntos que atañen a la democracia. ¿Está en peligro? Pero, ¿qué democracia? Catedrático de Filosofía Política, director del Instituto de Gobernanza Democrática y profesor del Instituto Europeo de Florencia, Innerarity, autor de una extensa obra, acaba de publicar Una teoría crítica de la inteligencia artificial (Galaxia Gutenberg), un libro que sirve para tomar distancia, para no caer en el pesimismo. Todo en su justa medida. La Inteligencia Artificial será negativa en función de quién la utilice, de cómo se use y con qué objetivos. Ahora bien, habrá que llegar a acuerdos, a nuevos contratos sociales. Porque sí hay una disyuntiva, una lucha en marcha. Lo señala Innerarity en esta entrevista con Letra Global: "El antagonismo hoy es entre prisa y lentitud: tecnología frente democracia", en alusión a la nueva interpretación del mundo que formula el entorno de Donald Trump.

Pero el filósofo político cree que podemos estar a las puertas del "fin del populismo", en función de cómo evolucione Trump.

¿Qué ha pasado en los últimos años con la irrupción de las nuevas tecnologías y la Inteligencia Artificial respecto a los sistemas políticos, en relación a la democracia liberal?

Lo que ha sucedido es que la irrupción de la Inteligencia Artificial ha sido espectacular. No pensábamos que fuera de esa manera, con la democracia sometida a un test de tensión enorme, con entornos no pensados, de gran complejidad, con asuntos como el cambio climático, por ejemplo. Ese doble fenómeno lleva a un cruce problemático, pero que es interesante también para analizar.

¿Es posible que nos dejemos llevar por el modelo chino?

Creo que no. Cuando se formaron las primeras teorías sobre la globalización, se hablaba de la homogeneización, de la ‘Mcdonalización’ del mundo. Pero hoy tenemos una fragmentación producto de la propia tecnología, con diferencias entre el modelo chino, el americano, el europeo, o el modelo del sur global. Se puede considerar todo ello como una mala o buena noticia. La mala es que los conflictos generan tensión, escenarios de suma cero. Pero la buena es que la tecnología ofrece hacer cosas diferentes y desmiente el determinismo tecnológico, a pesar de que ciertos autores hablan de un tecnopoder, principalmente en el entorno de Trump, con Ellon Musk a la cabeza y que consideran que la democracia ya no es el marco adecuado.

Pero, ¿cómo se puede establecer ahora una nueva confianza con la irrupción de la IA?

Hay quien plantea esta cuestión como un combate entre hombres y máquinas, y que éstas serán más inteligentes y que nos dominarán. Pero somos humanos contra otros humanos usando máquinas. No tengo miedo a una máquina, sino a un chino o a un norteamericano utilizando máquinas sin criterios de igualdad, o sin atención al medioambiente. Es un combate entre visiones distintas. La cuestión central es que debe de haber la suficiente diversidad, con humanos en cada lugar haciendo lo que les corresponde.

¿Puede acabar Trump, por ejemplo, con la democracia en Estados Unidos, con esa ayuda tecnológica?

La democracia resistirá si tiene instrumentos en su cultura política e institucional, que garantizan que cuando llegan los malos no hagan demasiado daño. Pero nos fijamos en los malos y no en los males de la democracia. Si pueden hacer daño dependerá de cómo estén configuradas las instituciones. Pensemos en que pueden llegar personas nefastas, pero no pueden hacer demasiado daño. En una democracia lo más importante son dos actos: protestar y deselegir. Protestar y echar al gobernante. No hay ningún país que no sea democrático que permita esa doble posibilidad. 

Entrevista a Daniel Innerarity

Entrevista a Daniel Innerarity GALA ESPÍN Barcelona

¿Y eso está asegurado en Estados Unidos? El poder judicial intenta parar decisiones de Trump, pero no está claro que lo pueda conseguir, por ejemplo en el caso de las deportaciones de inmigrantes.

Habrá que verlo. Dependerá de la tensión sobre el sistema judicial. Me permito aventurar que se generará más resistencia, que se forzarán las costuras del sistema, y es probable que se generen crisis constitucionales. Pero eso es distinto a pensar que se puede captar el poder de los jueces para sus propósitos. En todo caso, no son solo los jueces los que generan resistencia. También la sociedad civil, al margen de los partidos. Hay empresarios, por ejemplo, que necesitan a los inmigrantes para sus negocios.

Es pronto para ver qué sucederá, pero, ¿esa sociedad civil lo podrá resistir?

Van a intervenir diferentes factores, los internos e institucionales y la pluralidad de actores en el plano global, que no le dejarán salirse con la suya. Luego hay otro factor, que tiene que ver con los daños autoinducidos y que una megalomanía tiende a producir. La democracia es muy inteligente. Comete errores a corto plazo, pero tiene mecanismos de autocorrección. Un poder limitado en el tiempo y en el espacio y en las competencias produce menos errores, y los actores también pueden aprender. Si tienes a alguien desbocado como Trump, empeñado en no aprender, el resultado será un autogol. Lo hemos visto con la inflación y el hundimiento de Wall Street.

¿Entonces?

Estamos viendo cosas grotescas y vamos hacia un entorno caótico, un mundo caótico, con grandes turbulencias.

Algunos autores como Kaplan sostienen que se volverá al liberalismo político como refugio

Si Trump evoluciona como es predecible que acabe, se generará una medicina muy potente. Me atrevo a decir que podría ser el final del populismo en su versión más histriónica. Que quede tan desacreditado, que se vea lo estúpido que es, con declaraciones como las de Vance, en las que señala que se va a restablecer la democracia en Estados Unidos. Todo eso generará anticuerpos contra el populismo en los propios votantes de Trump.

Usted sostiene en el libro que la IA podrá permitir a la gente ser más creativa, al facilitar las cosas para muchos trabajos. Pero, ¿el problema no será que mucha gente ni quiere ni puede ser creativa?

Si, nos recuerda eso cuando se señalaba que era posible reinventarse, en la crisis económica. Y era como un insulto para mucha gente de cierta edad. Cuando hay una transición, hay gente que se puede adaptar y otra que no puede o solo en parte. Lo que defiendo es que haya un debate abierto y democrático donde todo se pueda discutir. Que haya voluntad de inclusión, y poner una atención especial a los que puedan ser perdedores de ese proceso. En Estados Unidos la fascinación por ese poder tecnológico, que conecta con el modelo chino, implica que se ha perdido la fe en la democracia. Se ve la tecnología como un sustituto. Y se quiere prescindir de la democracia, porque hay prisa y no se quiere atender el impacto medioambiental o estrategias de protección. Se cree, como el liberalismo económico, que el desarrollo tecnológico tendrá un efecto derrame. Pero, ¿qué hacemos en el mientras tanto?

Daniel Innerarity durante la entrevista con 'Letra Global'

Daniel Innerarity durante la entrevista con 'Letra Global' GALA ESPÍN Barcelona

¿Hay una disyuntiva, entonces, entre tecnología y democracia? No parece que puedan ir unidas.

El antagonismo hoy es entre prisa y lentitud: tecnología frente a democracia, frente a los procedimientos de la democracia. Como si la tecnología no tuviera nada que ver con la vida, con la sociedad, que es humana. Es una noción atávica la de esa gente, como Peter Thiel –emprendedor, empresario, cercano a Trump y Musk—que asocia democracia a ineptitud. Se coloca la motosierra que se asocia a la rapidez con la que se puede prescindir de un miembro inútil. Esa es hoy la dicotomía. Thiel lo dijo: la democracia ya no sirve. Está en contra de la burocracia que está asociada a la democracia. Y la burocracia se puede mejorar, pero esa lentitud disminuye la arbitrariedad. Hay que hacer una alabanza a la burocracia, a los ritos, pautas y procedimientos de la democracia. La burocracia es un gran invento de la humanidad, como lo es que el poder sea limitado en el tiempo. Quien conquista el poder intenta permanecer en él todo el tiempo posible. Y el hombre ha buscado limitarlo.

¿España está bien situada en ese debate sobre la IA?

España, al formar parte de Europa, está en el núcleo de las decisiones europeas, en el Acta de Servicios Digitales, reivindicada por la vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Rivera, o en el Acta de Inteligencia Artificial. España ha participado y tiene su voz, y por lo que yo conozco está de forma protagonista. Acabo de participar en la Audiencia del Consejo de Europa cuyo resultado va a ser un informe sobre el impacto de la IA en la democracia. Y escribí el documento que me pidió la Unesco sobre IA. España está elaborando una herramienta de Inteligencia Artificial en español y en las lenguas del estado, con el objetivo de introducir más diversidad en un sistema que tiende a eliminarla. Los modelos de lenguaje están en chino e inglés, con visiones del mundo muy concretas. Y estamos introduciendo elementos de pluralidad, en castellano, gallego, euskera y catalán.