
El politólogo Josep Maria Colomer en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
Josep Maria Colomer: “Lo más sólido ahora para España sería una gran coalición como en Alemania”
El politólogo, que acaba de publicar 'En busca de Nuncajamás', señala que Trump deberá asumir los contrapesos que siguen "funcionando" en Estados Unidos, pero reclama una Europa "mucho más unida" que sepa hacer frente a la nueva era
Un libro de experiencias, vitales e intelectuales. Josep Maria Colomer, uno de los politólogos y economistas españoles que ha tenido mayor proyección internacional, acaba de publicar En busca de Nuncajamás (Anagrama). El subtítulo es elocuente: Crónicas políticas e intelectuales de un largo viaje, de Barcelona hasta Washington, en la Universidad de Georgetown, la misma en la que estudió el rey Felipe VI. Colomer repasa sus años de "progre", la transición española y las clases en Estados Unidos, previo paso por México y Nueva York, antes de recalar en Washington.
Su mirada es optimista. No se queda en el lamento ni en la crítica sin más a Trump. Ve "oportunidades" para Europa, forzada por esa nueva situación que ha abierto Estados Unidos. Pero también mira hacia España, y tiene claro que habría una salida para salir airosa, o para intentar sortear los obstáculos que se presentan. Lo señala en esta entrevista con Letra Global, con la convicción de que es una propuesta razonable: “Lo más sólido ahora para España sería una gran coalición como en Alemania”. Apunta, sin embargo, otras muchas reflexiones acerca de la necesidad de que Europa sea capaz de asumir sus nuevas responsabilidades.
La democracia española se ha deteriorado y sufre como otras democracias liberales. ¿Qué le ha pasado y hacia dónde puede reorientarse vista también la experiencia de Estados Unidos?
Bueno, yo creo que lo mejor que ha pasado en España en los últimos 200 años es el ingreso en la comunidad europea, en la actual UE. Esto consolidó la democracia y convirtió a España en un país normal europeo y, por tanto, también en un posible interlocutor de Estados Unidos y de cualquier otro país. Desde Estados Unidos, por ejemplo, esto ya no es noticia. Del país se aprecia el turismo, la comida y algunas obras artísticas o incluso el cine últimamente. Es un éxito de España, no es ninguna excepción en Europa. Lo que ocurre es que ahora la política del gobierno de Estados Unidos consiste en alejarse de Europa y alejarse del mundo en general.
Con Trump, el país se quiere concentrar en América del Norte. Para mí se abre una paradoja y es positiva, en el sentido de que crea un desafío, pero también una oportunidad para Europa de desarrollarse por sí misma. Estamos en esto. Ojalá los políticos europeos sean capaces de dar un salto adelante y avanzar y convertirse en una unión más fuerte, como ya se decía en la fundación de la Comunidad Europea, que pueda ser otro poder que le hable a Estados Unidos y a Rusia y a China, que son ahora los grandes poderes del mundo.
En esa Europa hay claras disfunciones, no todos los países que la integran defienden la democracia liberal.
Es un desafío ahora mismo, sí, con el gasto en Defensa que tanto se discute. Se habla de un 2% del PIB, que tampoco es una cosa extraña, algunos de los países ya alcanzan ese porcentaje. Creo que hay que ponerse al día y cumplir con los requisitos básicos. El optimismo posible es que Europa pueda unirse más y ser más fuerte. Si no es así, no iremos bien. Pero es un poco la misma paradoja que yo veo también en la política española.
Hay mucha polarización partidista, mucha bronca en el Congreso. Pero con poco contenido y en parte una cosa explica la otra. En mi cálculo aproximado tres cuartas partes de las leyes que se aprueban en las cortes generales vienen de Europa. A veces, como son regulaciones que hay que aprobar automáticamente, van en un paquete y parece que sea una sola ley, pero en realidad son seis o siete que ya vienen dadas desde Bruselas. Hay muy poca legislación propia, hay muy poco que hacer, digamos, como novedoso en cada país. Hay, por tanto, más administración que legislación.
La bronca es muy artificial, porque el insulto o la provocación, en realidad, responde a personalismos y a buscar el escándalo de la corrupción y de todas estas cosas, pero no de políticas públicas. Hay bronca porque no hay mucho contenido de políticas públicas que discutir. O sea, es malo porque genera un espectáculo lamentable, pero es una buena noticia en el sentido de que muchas cosas dependen de Europa y por tanto son más sólidas.

Josep Maria Colomer, durante la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
¿En España la salida a esa bronca, y justo ahora que se reclama un mayor esfuerzo para aumentar el gasto en Defensa, puede ser una gran coalición como en Alemania? Usted la ha pedido en más de una ocasión.
Bueno, lo cuento en el libro, donde se señalan muchas entrevistas y encuentros. Fui catedrático Príncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown, y me reuní con el Príncipe varias veces a solas, y luego ya también cuando fue rey en pequeñas reuniones a las que nos convocaba. Y uno de los temas principales que están recogidos en nuestra conversación en este libro era que se formara un gobierno de gran coalición de los dos grandes partidos.
En aquel momento teníamos el ejemplo de Italia que fue algo diferente, pero que se puede entender como algo similar. Hubo el primer gobierno Draghi y después el gobierno Leta, los dos inducidos por el presidente Giorgio Napolitano, al que yo tuve el placer de haber conocido antes. Esos dos gobiernos fueron formados por personas técnicas especializadas en sus temas, sin ningún miembro de ningún partido, pero apoyados por el 90% del Parlamento. Entonces yo le decía al príncipe, y después al rey, que eso se debía hacer en España. Y él estaba muy receptivo.
Lo que pasa es que me decía que no podía intervenir porque su papel es otro. Pero la idea de salida más sólida para España sería esta, una gran coalición. En Alemania estamos en lo mismo. En Alemania habían tenido ya la gran coalición en tres ocasiones. Han tenido un paréntesis que no ha funcionado bien y vuelven a lo mismo, a esa gran coalición. A nivel comunitario, en realidad, el Parlamento Europeo funciona así. Los tres grandes o cuatro partidos colaboran eliminando los extremos y forman las amplias mayorías.
¿Pero España estaría preparada para algo así?
¿Por qué no? Si lo han hecho en Europa, donde apenas se conocen, hablan idiomas diferentes, y tienen que negociar todo el rato y es la norma. ¿Por qué no podemos aprender de esa experiencia y hacerlo aquí, que nos conocemos más?
Hay una cuestión sobre los nacionalismos periféricos en la que también ha trabajado mucho durante toda su carrera académica. Usted fue uno de los primeros que apostó por el pacto de Convergència con el Partido Popular, con los acuerdos del Majestic. ¿Hay un posible encaje definitivo de esos nacionalismos periféricos para que no estemos en la batalla continua de que han conseguido esto o lo otro por siete votos? ¿Se desmonta España con esas negociaciones?
Debería haberlo, ¿no? Que se desmonta España dentro de Europa es imposible. Puede haber más o menos autonomía, pero si sigue siendo España. Catalunya no tiene ningún futuro fuera de la Unión Europea. Entonces si todos estamos dentro, pues somos lo mismo, no se puede romper una cosa cuando eres parte de la misma.
Lo que decía antes lo reitero: la Unión Europea es lo mejor que ha pasado en España, y eso incluye que las tensiones territoriales no sean tan destructivas, porque al fin y al cabo todos queremos seguir siendo europeos.

Josep Maria Colomer con su libro en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
Pero insistamos, la democracia liberal ¿está en peligro realmente ahora mismo en el mundo con esa irrupción de Trump?
Si tomamos como referencia a Estados Unidos surge esa idea. Existe la creencia de que la extrema derecha sube en todas partes, pero para mí eso no es exacto. Lo que yo veo en Europa y en parte en Estados Unidos, donde sólo hay dos grandes partidos, es más simple. Los gobiernos, desde el gobierno, son los que pierden las elecciones. Eso es la norma. Y lo que ha sucedido es que en muchos países la extrema derecha era casi la única fuerza política que nunca había estado en el gobierno. Entonces, cuando se apunta contra el gobierno se elige a la ultraderecha para ese objetivo, como si le tocara el turno.
Pero en algunos países esa ultraderecha ya ha caído, como ha sucedido en Polonia. Ganó, estuvo en el gobierno y cayó. Lo que veo, por tanto, es una desconfianza hacia los partidos de siempre, porque los problemas ahora son más amplios y más complejos y más internacionales. En Estados Unidos es casi lo mismo, solo hay dos partidos, es más espectacular, es más radical, pero tampoco había pasado desde hace mucho tiempo que cada presidente solo durara un periodo de cuatro años. Lo normal era lo que sucedió con Obama, o con Bush, o con Clinton, presidentes con dos periodos de cuatro años. Esto era la rutina. Entonces ahora pierde el presidente, sea quien sea.
Estamos en este momento de crisis de confianza en los políticos tradicionales, en los partidos y en los gobiernos. Y eso requeriría, para remediarlo, medidas más audaces a nivel internacional, de acuerdos cooperativos amplios. Mientras no suceda, estaremos marcados por la inestabilidad.

Josep Maria Colomer en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
¿Cómo se entiende ese voto a Trump? ¿Hay contrapesos suficientes?
Hay contrapesos y separación de poderes. El Congreso controla al Presidente, y ahora el partido de Trump sólo tiene dos escaños más que el Partido Demócrata. Eso puede cambiar en cualquier momento y hay elecciones, además, en dos años, elecciones llamadas del medio mandato. Lo normal es que el partido del Presidente las pierda. Yo me veo en minoría, lo sé, pero lo digo: la Justicia en Estados Unidos es sólida y competente e incluyo en ello al Tribunal Supremo. De los nueve miembros, siete son competentes y honestos.
He conocido a algunos de esos jueces y lo puedo decir. Son sólidos, y algunos jueces ya han anulado decisiones de Trump, sobre la ayuda exterior, por ejemplo. Hay un tercer elemento, además del Congreso y la Justicia y es la diversidad territorial. Las ciudades y los estados son importantes. Puede haber una deportación, sí, pero siempre que un alcalde lo permita, por ejemplo. Si el alcalde, digamos, de Chicago no acepta una deportación de inmigrantes, ésta no se producirá. Hay un contrapeso territorial frente a Washington.
Es optimista, por tanto, pese a los temores que despierta Trump
Si miramos atrás, en la historia ha habido muchos periodos peores. Recordemos la Guerra Civil, o las guerras criminales en Oriente Medio. Trump no tiene la menor intención de hace nada en ese aspecto. Hay excentricidad, sí, pero no tiene por qué tener efectos.

El libro de Josep Maria Colomer Barcelona
¿Hay estructuras de Estado, por tanto, para parar a Trump?
Hay estructuras de Estado que son muy fuertes. La Reserva Federal es sagrada, es intocable. Y regula la economía, los tipos de interés. Tiene más misiones que la de controlar la inflación, como el cambio del dólar. Sus miembros son independientes. Luego está el Departamento de Estado, que ya se ha visto que se ha opuesto a algunas propuestas de Ellon Musk. Y Trump le ha dado razón al Departamento de Estado, frente al propio Musk. Y hay que contar con el Pentágono, con profesionales independientes. En la Universidad de Georgetown lo hemos visto todo, porque pasan muchos responsables de la Administración. También debemos pensar que en el Departamento de Salud, con la reforma de Obama, su poder es más amplio. Todo eso dibuja unas estructuras de Estado bastante sólidas.
¿El 'Rey Trump', por tanto, no podrá hacer lo que quiera?
Ya le han invalidado algunas decisiones.
¿La democracia liberal aguanta, entonces?
Es que no hay ningún actor sospechoso que pueda dar un golpe de estado. Si lo diera el propio Trump no duraría ni horas. Y tampoco puede echar mano de enmiendas constituciones para alargar su mandato, por ejemplo, porque éstas requieren de amplias mayorías en el Congreso y de los estados. Trump, además, es ya mayor. Creo que ya ha cumplido la satisfacción de su ego.
Usted se ha relacionado durante años con estudiantes de todo el mundo, dando clases en universidades españolas y americanas. ¿Con qué diferencias se ha encontrado?
He dado clases en dos universidades de Barcelona, dos en México, y dos en Estados Unidos, aunque en Nueva York estuve poco tiempo. He estado más años en Georgetown. Hay buenos estudiantes en todas partes. La diferencia es que los americanos pagan mucho dinero en la universidad. Y esperan mucho de las clases y de los profesores. Exigen más. No hay peticiones sobre recortar el programa o hacer los exámenes tipo test, por ejemplo. En mi caso la experiencia ha sido muy buena, porque daba clases de una asignatura, Economía Política, que compartían los estudiantes del grado de Economía y de Derecho. La conversación académica es muy buena e interesante.