
Xi Jinping, Donald Trump y Vladimir Putin, con los símbolos de Europa de fondo/ MONTAJE
La democracia liberal asediada: llegan los "revanchistas" de la mano de Trump
Andrea Rizzi plasma en 'La era de la revancha' una guía para entender qué ha sucedido en los últimos 25 años, con algunos momentos clave que los demócratas no supieron interpretar
Timothy Snyder: “Europa debe jugar su propio papel y apoyar a Ucrania, entre Putin y Trump”
Más que un empujón. Una paliza sin que se sepa qué actuación la ha provocado. Las democracias liberales están en peligro, y la primera reacción es buscar, de forma desesperada, a los culpables de esa situación. Se mira en el interior con la intención de flagelar a los ‘buenistas’, a los que jugaron demasiado, a los partidarios de las políticas de la identidad, a la izquierda más inconsciente, a los dirigentes ‘blandos’ que no supieron leer algunos momentos que ahora se antojan determinantes.
El hecho es que han llegado los ‘revanchistas’, los disconformes, de la mano de un oportunista que ha ligado muchos sinsabores como es Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, hasta hace muy poco un país aliado, ‘uno de los nuestros’. Pero que ahora ya no lo es para Europa, no lo es para lo que ha representado Occidente.
¿Qué ha sucedido? Sin entender el conjunto de factores que han provocado un cambio tan súbito en el orden mundial será imposible emprender una acción concreta, con la fuerza suficiente como para enderezar lo dañado. El periodista Andrea Rizzi ha interiorizado esos cambios y lo ha plasmado en La era de la revancha (Anagrama), con la voluntad de no caer en una especie de derrotismo. Hay esperanza, indica Rizzi, pero siempre que prevalezca el espíritu crítico de cada ciudadano, siempre que se busque una vía pragmática sin perder una serie de valores: los que garantizan las libertades.
Lo primero es no autoflagelarse. Porque esa ha sido la primera reacción. Llega Trump al poder, Putin busca rehacer el Imperio ruso, Xi Jinping quiere que China vuelva a ser la única gran potencia comercial del mundo, el llamado sur global se alinea en función de sus intereses, dejando de lado lo que ha aportado la democracia liberal.
Bueno, pues tenemos una respuesta fácil: la izquierda no ha estado en su sitio, la derecha conservadora se ha dejado seducir por el populismo, las universidades son un nido de intelectuales frívolos…Occidente sufre ahora porque se lo ha ganado a pulso.

Simpatizantes trumpistas en el asalto al Capitolio, en enero de 2021
Sin embargo, con esa actitud no se rehace nada. Ese es el valor de Rizzi, que propone asumir el reto que de verdad está en juego: ¿vale la pena un modelo en el que el individuo está en el centro de todo, en el que prevalece la libertad de expresión, o debemos entregarnos a un sistema en el que son los estados los que gozan de toda la libertad para tomar decisiones en función de los intereses de sus dirigentes?
Rizzi constata cómo Putin o el líder chino intentan socavar las democracias liberales. Cómo esa idea de la libertad, que se conquistó a partir de la ilustración y de la Revolución norteamericana y francesa, es para ellos un auténtico obstáculo que se debe derribar.
Hay momentos clave en la historia, y ahora, justo, estamos en uno de ellos.
¿Se han cometido errores? Claro. El capitalismo entró en una fase desmedida, con claros excesos que han empobrecido a las clases medias. “Hay muchas evidencias de podredumbre moral”, dice Rizzi. Pero también el orden liberal que vive momentos delicados ha sido capaz de sacar de la pobreza a millones de personas y ha puesto en pie instituciones multilaterales. “Aunque fuera una retórica muchas veces traicionada, apostó en principio por los valores correctos: democracia y derechos humanos universales”.

Portada del libro de Andrea Rizzi
Rizzi se sirve a lo largo de su libro de la figura de Dante y de la Divina Comedia. Hay que sortear el camino, evitar los peligros, que son muchos, y ser fiel a uno mismo. El malestar puede tener razones, pero no justifica en ningún caso que se abrace al autoritario, al que quiere acabar con tus derechos.
La necesaria rectificación del sistema liberal no debe ocultar lo que está en juego. El autor insiste en ello:
“No debe ocultar que la dirección hacia la cual intentan pilotar regímenes autoritarios y fuerzas nacionalpopulistas es un lugar propio del infierno de Dante. El reconocimiento de los abusos e hipocresías de Occidente –con Estados Unidos como responsable principal—no justifica una benevolente consideración de los planteamientos de éstos. Son portadores explícitos de ideologías que suprimen rasgos esenciales de la dignidad humana y un orden plasmado por su dominio sería una pesadilla dantesca y orwelliana a la vez. Asimismo, la reprobación de los abusos de las élites occidentales y el reconocimiento de la legitimidad del malestar de las clases trabajadoras no justifican los planteamientos nacionalpopulistas que de ellos se aprovechan”.
Los ‘revanchistas’ acechaban a Occidente, y éste cometió graves errores. No es el menor el defender los derechos humanos universales y no aplicarlos con los presos de Guantánamo, por ejemplo. No es menor el dejar de lado a Rusia, tras el fin de la Guerra Fría, y considerar que no se necesitaba para nada su colaboración. No es menor invitar a China a participar en la OMC, en 2001, y no fiscalizar cómo iba a desarrollar esa oportunidad el país asiático. No es menor, en el caso de Europa, no haber tenido en cuenta las razones del ‘no’ de Francia y de Países Bajos a la Constitución europea de 2005. No es menor, en el caso más concreto de Francia, no darle mayor importancia al hecho de que Jean Marie Le Pen llegara a la segunda vuelta en las presidenciales de 2002.

Imágenes superpuestas del presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente de EEUU, Donald Trump / EP
En Rusia se generó un resentimiento que explotó Putin a la perfección. China iba a lo suyo, evitando a toda costa cualquier contagio democrático que llevara a su población a reclamar derechos políticos. Y la India se ponía de perfil con el objeto de no verse engullida por un determinado bando, sin sumarse a la condena de Occidente a Rusia cuando Putin invadió Ucrania.
El hecho es que Occidente ha perdido peso. Cuando cayó el muro de Berlín los países del G7 representaban el 67% del PIB mundial. Hoy han descendido hasta el 43%. Y a un 29% en paridad de poder adquisitivo. Y en su seno proliferan los partidos políticos populistas que quieren beneficiarse de esos ‘revanchistas’ de Oriente, --China-- o del sur global, en el que se integra India, Latinoamérica, o una gran parte del países de África.
En el caso de África la pérdida de influencia de Occidente es pavorosa. Si en 2001 el comercio entre el continente y China registró intercambios de bienes por valor de alrededor de 10.000 millones de dólares, en 2023 la cifra ascendía a los 282.000 millones de dólares. El comercio de Estados Unidos con África era cuatro veces mayor que el chino a principios de este siglo. Ahora es la cuarta parte.
¿Se puede rectificar lo que no funcionaba y mantener el orden liberal? Andrea Rizzi, tras su guía geopolítica y el análisis de esos países que no están nada interesados en la democracia, quiere ser optimista. Aunque ya no será el mismo modelo. Habrá mutaciones, cambios.
Porque el orden liberal ya no se podía aguantar. Las disfunciones eran demasiado grandes.
¿Por qué? Hay dos ejemplos que ilustran cómo se ha hecho poco pese al cambio que esas cifras económicas podrían justificar. En el Consejo de Seguridad de la ONU siguen en sus sillas los cinco miembros permanentes, con capacidad de veto, que se establecieron tras la II Guerra Mundial. Está Francia y Reino Unido, pero no la India, con una economía –además de albergar a la mayor población del mundo—ya mayor que las de los dos países europeos.
En el FMI, (Fondo Monetario Internacional), China dispone de un 6% de los derechos de voto frente a un 5,3% de Alemania, cuando su PIB es cuatro veces superior. India dispone del 2,6, mientras que Japón, con un PIB algo superior, tiene el 6,1%.
¿Qué podía ir mal? El caso es que la rectificación de esas instituciones multilaterales ya no interesan a esos ‘revanchistas’. Simplemente las quieren eliminar. Juegan ya en otra dimensión.
Lo que queda es el individuo, de nuevo, y la necesidad de ser crítico, consciente, y valorar y elegir aquello que puede proteger la democracia liberal. Es decir, que no sea el propio ciudadano de un país democrático el que crea que es mejor el régimen que le propone Xi Jinping, Putin, o el que, de forma inquietante, dibuja Trump en Estados Unidos.
Con Dante como maestro, y caminando a través de esos peligrosos caminos, con la loba acechando, Andrea Rizzi apuesta por la esperanza.