Salvador Sabrià: "Cuando hay impunidad la gente normal hace cosas injustificables que nunca haría"
El periodista, ganador del Premi Carles Rahola, logra saber qué le sucedió a su abuelo y lo explica en 'L'escriptori de la Seu', donde habla de los asesinatos cometidos por anarquistas en octubre de 1936
El abuelo. Un escritorio. Una emoción contenida, tras una investigación intensa. El periodista Salvador Sabrià, con una larga trayectoria a sus espaldas, sabe lo que se siente cuando se ha logrado una gran historia, cuando tras el titular llega un texto que ha costado elaborar, con muchas fuentes y horas invertidas. Pero no sabía que acabaría esclareciendo su propio pasado: sabe ahora quién fue su abuelo, Jaume Sabrià Roca.
Lo ha plasmado en un libro que es fruto de esa indagación. Y el hilo conductor es un escritorio, que tiene en casa, que le regaló su padre, y que éste obtuvo del suyo, casi lo único que dejó, después de haber sido asesinado en octubre de 1936.
Sabrià (Terrassa, 1960), ha ganado el Premio Carles Rahola de ensayo con L’escriptori de la Seu (Pòrtic), un largo artículo de investigación, o un libro de historia vivida. Sabrià quiso saber qué había pasado con su abuelo, Jaume Sabrià Roca, a quien su mujer, --la abuela de Salvador— nunca dio por muerto. ¿Desapareció, escapó y pudo tener una vida distinta en otro lugar? “Mi abuelo se había convertido en un drama para toda la familia, porque, al no aparecer nunca su cadáver, siempre se albergaron esperanzas, aunque fueran infundadas”.
El autor de L’escriptori de la Seu, en una entrevista con Letra Global, ha buceado en archivos, ha obtenido “recompensas”, porque ha podido recibir documentos acreditativos. Y ahora, después de toda una vida dedicada al periodismo (la mayoría de sus años profesionales en El Periódico de Catalunya), tiene clara una cuestión: “En Catalunya hay archivos, funcionan, con una gran coordinación, y cuando haces una investigación encontrar documentos, saber qué pasó en determinados territorios, es realmente gratificante”.
¿Y qué sucedió? Sabrià insiste en una idea: “La impunidad”. La Guerra Civil seguirá marcando a buena parte de la sociedad catalana y del conjunto de España. Puede quedar lejos para muchos, pero no para este periodista, que ha conseguido que toda su familia --tiene siete hermanos que no sabían nada del abuelo —sepa ahora la verdad. “Mi abuelo, Jaume Sabrià Roca, estaba en el momento equivocado, en el lugar erróneo, y fue asesinado junto a otras 22 personas en la Seu d’Urgell, en octubre de 1936”. Era el descontrol generado por milicianos anarquistas que se producía en muchos lugares Catalunya; ellos controlaban las entradas y salidas del pueblo, y el flujo de armas.
El más alto del pueblo
¿Qué le ha sorprendido más a Sabrià al contrastar los libros de Historia con una investigación sobre su propia familia? “La impunidad es lo que sorprende más. Cuando hay impunidad la gente normal hace cosas injustificables, y no se exigen responsabilidades. Y eso pasó en aquel momento, como algo fulgurante, porque, luego, toda la situación se calmó, hasta el final de la Guerra Civil”.
Su abuelo tenía una fonda, “y eso para los anarquistas, en aquella situación, era interesante, y la ocuparon”. El hecho es que detuvieron a unas 150 personas, y de ellas 23 fueron llevadas a la tapia del cementerio, donde serían fusiladas. El gobierno de la Generalitat intervino, y se llegó, incluso, a celebrar juicios.
Se exhuman los cadáveres, y la sorpresa es que sólo se hayan 22. Su abuelo, “una persona de gran estatura en el pueblo, de los más altos, no aparece”. Y no se encontraría nunca. ¿Problema? “Para mi abuela, que se fue del pueblo, para acabar en San Sebastián, con su hijo, mi padre, nunca lo dio por muerto. Siempre pensó en que podía haber escapado”.
Con la fonda en manos de la CNT, y con unos pocos muebles guardados por vecinos, lo que quedó con el tiempo es un escritorio, “en el que estudió mi padre, que me lo acabaría regalando. Es el escritorio de la memoria, el hilo de toda la historia”, señala Sabrià.
El abuelo había sido… concejal de la Lliga, entre 1922 y 1923, cuando fue expulsado por el régimen de Primo de Rivera. Había participado “de forma muy activa en el pueblo, como organizador, entre muchas cosas, de las fiestas mayores. Era querido. Mi padre nunca supo que el suyo había sido concejal. No lo sabíamos en la familia. Lo sabemos ahora”. El padre de Salvador quiso escribir algo relacionado con su padre, pero “no servía, porque él no supo apenas nada. Jaume Sabrià Roca se murió cuando él tenía 13 años, y mezclaba cosas que le habían contado”.
¿Qué diría ahora? “Eso nos lo preguntamos en la familia. Murió hace años. Nunca lo sabremos”.
El libro responde a esa forma de escribir tan atractiva en los últimos años, en la que los hechos se valoran y se mezclan con el avance de la propia investigación. El narrador es Salvador Sabrià, y escribe sobre su familia, sobre los papeles que consigue, sobre los comentarios que se dejan en los documentos.
Memoria "para todos"
Esa impunidad de exaltados, de “violentos”, de signo anarquista, será la misma que la protagonizada por los franquistas, por los que “piden cuentas” a los que, por lo que fuera, hubieran colaborado con el régimen republicano, “fueran jueces, profesores o quien fuera”. Su propia abuela tuvo problemas, “porque no podía acreditar que era viuda, y, por tanto, recibir ayudas, ya que el cadáver de su marido nunca apareció”. La mujer, en todo caso, “nunca se casó de nuevo”.
Pero, ¿eran exaltados, violentos que actuaban de forma individual? Es lo que Sabrià, que ha encontrado documentos clave en el Archivo Nacional de Andorra, porque un vecino de la Seo los quiso proteger allí, no acaba de aceptar. “Con unos 150 milicianos en la Seu y otro centenar en la frontera, la idea que surge es que todo estaba mucho más organizado, y que la Generalitat, después, tampoco se vio muy sorprendida, al señalar que ya se sabía, que con movimientos revolucionarios podían pasar esas cosas”, asegura Sabrià.
Sin embargo, lo importante ahora “es saber la verdad”. El periodista valora mucho el Premi Carles Rahola, que publica la editorial Pòrtic. “El Premio lleva el nombre de un asesinado por el franquismo –el escritor, periodista y político-- y ahora se valora una investigación sobre un asesinado por anarquistas, y lo que cuenta es eso: la memoria histórica para todos”.
Una persona real
¿Derecho al olvido? La referencia a un libro de David Rieff, el que insiste en que en determinados casos y países “es mejor olvidar”, no convence a Sabrià, que reivindica saber qué sucedió con todas las personas que todavía se dan por desaparecidas, unos 20.000 en Catalunya.
La Guerra Civil no se acaba nunca porque quedan por conocer muchas cosas. Así lo entiende Sabrià, que ha notado “un silencio muy extendido”. Y es que el primer debate en la Seu d’Urgell sobre la guerra, con gente vinculada a los dos bandos “no se ha producido hasta 2021”.
Hay silencio, “porque mucha gente ha vivido en casas expropiadas, por ejemplo”. Sabrià insiste en valorar los archivos, con acuerdos como el de la Generalitat con el Ministerio de Defensa, con 90.000 casos de consejos de guerra.
¿El interés es de los que rondan los 60 años y quieren saber qué pasó con sus abuelos? “Puede, pero lo que he comprobado es el enorme interés de los bisnietos de aquel hombre, que no han parado de preguntar, de saber cómo iba la investigación. Somos siete hermanos, se ha vivido todo de forma muy emocional, y los bisnietos han querido saber. Y es bueno querer saber”, concluye Sabrià.
El relato hipnotiza al lector. Es una historia que emociona, pero es también el relato de una investigación, de cómo se puede reconstruir un pasado, de cómo se puede conocer unos hechos determinados. Y aquí no hay ficción.
¿Satisfacción? La investigación de Sabrià ha servido para incluir a su abuelo entre los nombres de personas desaparecidas, por parte de la dirección general de Memoria Democrática. Su abuelo "existe". Hay una "persona real, que vivió, que tenía cara y una vida concreta".