Donald Trump, candidato republicano a las elecciones de EEUU de 2024

Donald Trump, candidato republicano a las elecciones de EEUU de 2024 TRENT SPRAGUE EFE

Ideas

Trump y el final de las democracias por culpa de ‘la dictadura de la minoría’

Los profesores Levitsky y Ziblatt alertan sobre prácticas políticas que han normalizado en todo el mundo una deriva autoritaria, con una consecuencia: la propia democracia ya no se percibe como algo imbatible

3 agosto, 2024 15:17

La democracia liberal está en peligro. ¿Inquieta, da miedo? Donald Trump está más fuerte que nunca, tras ser objeto de un intento de asesinato, aunque ahora tendrá delante a la demócrata Kamala Harris. Y el mismo ex presidente y candidato a la presidencia de Estados Unidos, da muestras de que le importa muy poco que la primera democracia del mundo derive en otra cosa. También ha reflejado que no entra en su cabeza la posibilidad de una derrota. Y lo demostró, denunciando la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones de 2020, asegurando que se había producido un fraude, alentando el asalto al Congreso. 

¿Qué sucede? Dos profesores llevan años indagando en ello. Son Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, autores de casi un clásico: Cómo mueren las democracias (Ariel). Ahora inciden en ello, con La dictadura de la minoría (Ariel), con una primera idea: más allá de las leyes, de las Constituciones, la democracia se asienta en una premisa. “En la norma de aceptar la derrota y ceder el poder está la base de la democracia moderna”. ¿Está de acuerdo Trump en ello? 

Miedo a perder 

La competencia partidista es feroz en una democracia, pero también es necesaria. Siempre que se acepte que se puede ganar y perder, que el poder se debe traspasar con transparencia y de buenas formas. Y que debe existir un pegamento, un conjunto de valores, que no vienen marcados por una ley. Es una forma de entender no sólo la política, sino el conjunto de una sociedad. Eso está hoy en peligro, porque se ha instalado, según estos dos autores, “un miedo sobredimensionado a perder, lo que hace que los partidos se revuelvan contra la democracia”.

Portada del libro 'La dictadura de la minoría'

Portada del libro 'La dictadura de la minoría'

El escenario Estados Unidos, pero lo que sucede allí se ha instalado también en otros países occidentales. Hay una lucha sin cuartel, pero que ha puesto en manos, de forma paradójica, de la minoría la propia subsistencia de la democracia

El problema, por tanto, es la minoría que se hace con el poder, y desde las instituciones, comienza a minar el propio modelo democrático. Pero antes, estos dos profesores de Harvard, entienden que hay que atender cuestiones que no parecen tan importantes. En un momento donde es muy complicado ganar por mayoría absoluta, los partidos buscan apoyos en sus extremos. Ha sucedido en España, con un fuerte debate sobre la naturaleza de Podemos y de Vox. ¿En ningún caso se podía mirar hacia esos dos partidos? ¿Se puede considerar que los partidos independentistas son también extremistas y que ponen en cuestión la democracia?  

El libro funciona para tener una mirada histórica. Porque lo sucedido en el pasado sirve para ver los peligros ahora. Los dos autores hablan de políticos “leales y semileales”. “Los demócratas leales condenan sin ambigüedades la violencia política, así como otras conductas antidemocráticas, aunque las cometan aliados o grupos emparentados políticamente”. El lector deberá asimilar esa apreciación. ¿Cuándo se debe marcar un límite?  

En Harvard se habla de España. Porque en el libro se recuerda lo que sucedió en la II República española. “En 1934, los socialistas y los comunistas –por temor al fascismo—iniciaron una insurrección armada para impedir que los conservadores entraran en el Gobierno”. Pero, “de un modo parecido, cuando oficiales del Ejército --por temor al comunismo—conspiraron para acabar con el Gobierno republicano, la mayoría de los políticos conservadores los apoyaron, decisión que sumió a España en una Guerra Civil y una dictadura”.  

Retorcer las leyes

¿Podía, en aras de una democracia liberal, establecerse un punto de encuentro entre los verdaderos defensores de un régimen democrático? Es lo que piden estos dos autores, viendo lo que sucede hoy en muchos países del mundo. Porque lo que se ha experimentado es algo muy distinto.  

Existe una tendencia a “retorcer las leyes”, a buscar subterfugios, asegurando que todo es legal. Y ese es el problema, que puede que lo sea, pero erosiona la democracia. En Estados Unidos se vivió una situación que ilustra esa cuestión. En marzo de 2016, el presidente Obama nominó a Merrick Garland –juez moderado y competente—para que cubriera una plaza en el Tribunal Supremo. Los republicanos de Trump se negaron a facilitar las vistas en el Senado con el argumento de que era un año electoral. Se le impidió a Obama un encargo que le competía como presidente, vulnerando el espíritu de la Constitución de Estados Unidos. Tras la victoria de Trump, éste eligió a Neil Gorsuch en 2017, apuntalando una mayoría conservadora en el Tribunal Supremo.  

La premisa que se repite y que es fundamental es que la democracia no consiste únicamente en la aplicación de leyes, o en el juego de mayorías o minorías. Es una forma de actuar, de entender la convivencia y el respeto. Las leyes electorales, la relación con los medios de comunicación, son cuestiones básicas para asentar un sistema político sano. En Hungría, por ejemplo, el partido de Victor Orban, a pesar de que ha visto cómo se reducía su apoyo electoral, ha controlado los medios y la administración de justicia, hasta el punto de que se señala que “no se le puede derrotar en las circunstancias ‘normales’”.  

Donald Trump, ensangrentado y con el puño en alto tras sufrir un atentado

Donald Trump, ensangrentado y con el puño en alto tras sufrir un atentado DAVID MAXWELL EFE

Una de las cuestiones fundamentales es la propia naturaleza de las sociedades modernas. La aceptación de la pluralidad, de las distintas identidades, se ha complicado, pero es vital para poder mantener una democracia liberal. El ejemplo que se pone es Estados Unidos, pero habrá que fijarse también en otros países, como Francia, o tal vez España en las próximas décadas.

Hacia democracias multirraciales

¿Habría que hablar de los países solo como conceptos geográficos, con un pegamento basado en el concepto de ciudanía? Levitsky y Ziblatt no lo acaban de solventar. Hablan, en todo caso, de democracias “multirraciales”. O Estados Unidos lo es, “o no será una democracia en absoluto”. Sin embargo, hay un partido que se ha identificado con una sola parte, el Partido Republicano de Trump se ha convertido en el representante de los “blancos”, los blancos protestantes, que, todavía, son mayoría, pero que van perdiendo peso, frente a otras minorías, con orígenes e identidades distintas.  

La clave es que una elección política no sea presentada como una especie de batalla campal, como algo absolutamente decisivo. En las democracias hay elecciones, claro, pero las democracias deben poder subsistir al margen de quién gane y quién pierda. Es la lección de estos dos autores.  

Lo que suceda en Estados Unidos, en todo caso, será crucial para el resto. “Estados Unidos actualmente es más vulnerable al Gobierno de la minoría que el resto de las democracias consolidadas. ¿Cómo nos aventajaron el resto de los sistemas democráticos? ¿Cómo pudo un país como Noruega transformarse de una monarquía decimonónica a un sistema que, se use el criterio que se quiera, es hoy más democrático que el de Estados Unidos?”, se preguntan, con una respuesta a modo de hipótesis: “La respuesta simple es que la Constitución noruega es más fácil de modificar”, con la idea de que es necesario atender de forma constante cualquier deterioro en el sistema, y buscar un equilibrio, sin que domine quien es elegido en las urnas, pero tampoco quien cree que tiene el monopolio para defender la democracia, como es el caso de los jueces, en Estados Unidos y... 

El lector sabrá citar otros países.