La percepción es que todo fue oscuro, negro, retrógrado. La época medieval tiene mala fama, aunque sirva para muchos relatos fantásticos y para historias de amor y de guerras. Pero, ¿cómo adquirir un buen conocimiento sin caer en los tópicos? El medievalista francés, Martin Aurell, ha querido despejar muchas dudas. Lo hace en el libro Diez ideas falsas sobre la edad media, editado en Taurus. Un libro que sorprende por su claridad expositiva, y que llevará al lector a interesarse por ese periodo histórico, buscando manuales más específicos.
10 ideas falsas de la Edad Media que desmitifica Aurell
Aurell indica que no se puede hablar de una edad media homogénea. Y distingue entre la Alta Edad Media, la Edad Media Clásica, y la Baja Edad Media. La primera comprende desde la caída de Roma, en el siglo V, hasta el siglo X. La segunda desde ese siglo X, en el año mil, un periodo de expansión agrícola, hasta el siglo XIV. Ese siglo, junto al XV, constituyen el tercer periodo, que se caracteriza por un importante declive demográfico, con malas cosechas y hambrunas y con la peste negra, que hizo desaparecer hasta un tercio de la población europea. Esa última época es la que se ha tomado por el todo, ofreciendo la imagen de retroceso de la Humanidad, en comparación con el mundo clásico, de Roma y Grecia. A partir de una serie de afirmaciones, que se suelen manifestar sobre esa época histórica, Aurell ofrece argumentos que las desmienten:
1.La Edad Media rebajaba a las mujeres
Martin Aurell desmiente que la Edad Media se caracterice por ser misógina. En comparación con el derecho romano, que reducía la condición jurídica de la mujer a la del menor, el periodo medieval supone un claro avance. La mujer solía tener un patrimonio propio, y asumía responsabilidades más allá del ámbito doméstico. Es cierto que Aurell se refiere a los estamentos más elevados, y en este caso, en la nobleza, la cultura literaria “seguramente” era superior a la de los hombres laicos. En la viudedad ejercía un poder indiscutible, y, en casos excepcionales, podía empuñar las armas para defender una plaza fuerte. Aurell señala que “lejos de estar esclavizada, ostentaba cierta independencia”. Y habla de casos como el de Margarita de Beverley en Tierra Santa, o de Leonor de Aquitania.
2.La Edad Media rechazaba al diferente
Tenía la Edad Media sus propias representaciones, pero no fue tan intolerante como se señala de forma habitual. El autor recuerda que hubo una coexistencia entre comunidades diferentes. El judaísmo, al ser precursor del cristianismo, su continuador, fue especialmente tolerado. El problema llegaría mucho más tarde, con la expulsión por parte de los Reyes Católicos en los reinos de Castilla y Aragón. Es lo que apunta Aurell. Fue al final de la Edad Media cuando el Estado moderno trató de unificar las conductas y las creencias. No soportaba la diferencia religiosa ni la integración de ciertos enfermos, como los leprosos. Modernidad, por tanto, no siempre es sinónimo de progreso social. En muchas ocasiones, de hecho, favorece el rechazo a los diferentes.
3.La Edad Media era inculta
Hay una gran tradición literaria. Otra cosa es que fuera ridiculizada por los autores del Renacimiento. Es cierto que no había lecturas individuales de obras profanas, o eran, en todo caso, excepcionales. La mayoría de los relatos circulaban oralmente, por lo que el término 'literatura', derivado de 'letra escrita', resultaría inapropiado. Tenemos, por ejemplo, el Cantar de Roldán, cuya versión más antigua es de 1100. Hay muchos géneros, y técnicas distintas. Hubo tratados de moral y elegías fúnebres. Tanto Cervantes como Montaigne se burlarían de las obras de caballerías. Pero todos esos juicios, como indica Aurell, "traducen un rechazo a la literatura medieval, redescubierta, a partir de Tolkien, en el género fantástico y otras categorías literarias de éxito que hacen "las delicias de nuestros contemporáneos".
4.La Edad Media estaba sedienta de violencia y sangre
Hay escenas cruentas, claro. Sí, en la Edad Media hubo crueldad, pero siempre hay que situar las cosas en su contexto. No había un estado fuerte, ni una verdadera estructura judicial. Y los hombres y mujeres de la época trataron de resistir cuando se veían atacados, fuera personalmente o con la pérdida de sus bienes. Siempre hacia el final del periodo es cuando encontramos lo que más nos choca y conmociona. Al final de la Edad Media, recuerda el historiador, la ejecución de las penas fue cada vez más espectacular. Se iba construyendo el Estado moderno, tal y como lo conocemos, y reclamó para sí lo que Max Weber acabó teorizando: “el monopolio de la violencia física legítima”. Se perdía en libertad lo que se ganaba en seguridad. No es algo que sea muy diferente a lo que sucede ahora, a juicio de Aurell, que añade algunos datos: “Hubo que esperar a la década de 1930 para que cesaran en Europa las ejecuciones públicas, y, al último cuarto de siglo XX para la abolición de la pena capital en todo nuestro continente”.
5.La Edad Media no inventó nada
No es para nada cierto. Hubo un conocimiento continuo que permitiría a finales del siglo XV las grandes rutas oceánicas, como el descubrimiento de América. A finales del siglo X, en Catalunya, apareció al astrolabio, procedente del mundo árabe. Dos siglos después, sobre 1190, el enciclopedista Alexander Neckam, hermano de leche de Ricardo Corazón de León, rey en Inglaterra, describió la brújula. La lista fue larga. Desde el botón, a la carretilla, pasando por el ajedrez o los naipes. El historiador se pregunta si el progreso técnico, en todo caso, es beneficioso. Porque la aparición de los primeros cañones en Occidente, a principios del siglo XIV, anunció las matanzas masivas de la época contemporánea.
6.La Edad Media oprimía y avasallaba
En la Edad Media florecieron las ciudades. Hubo progreso. Limitado, tal vez, pero el comercio se fue imponiendo. Fueron los mercaderes italianos los que prescindieron de las cifras romanas, demasiado complicadas para las operaciones matemáticas elementales, y tomaron los números árabes. En las ciudades medievales florecieron el trabajo, el comercio, la artesanía y la banca, si sufrir desprestigio ni marginación. Los mercaderes urbanos, señala Aurell, forjaron unos valores precursores de la modernidad. Y es verdad que había diferencias. Lejos de los señoríos rurales y los nobles belicosos, los mercaderes gozaban de un prestigio innegable. La actividad que protagonizaron preparó los grandes descubrimientos marítimos del siglo XVI. Para bien o para mal, nos dice el historiador, el capitalismo nació en la Edad Media.
7.La Edad Media promovió la cruzadas
Hubo guerras para convertir al que no comulgara con la fe asumida. Sí, las cruzadas contra los musulmanes, alentadas por la Santa Sede, fueron crueles, pero también se criticaron por cristianos, que recordaron que el mensaje de los Evangelios era pacífico. Aurell tiene claro que todo debe interpretarse en el contexto adecuado. Pero absuelve a la Edad Media de tales acusaciones. La cruzada, señala, nunca ha recibido una aprobación unánime, ni ayer ni hoy, ni siquiera entre cristianos. Pero su historia dista mucho de ser una serie de matanzas, violencias e incomprensiones. “Si nos cuesta entenderla es porque sus expediciones militares obedecen a una teología política hoy superada. Un fenómeno tan complejo no se puede usar como argumento simplista para denostar la Edad Media”.
8.La Edad Media era tenebrosa y austera
Hay luz en la Edad Media. Se busca el Grial, la meta superior del caballero andante, que es el objeto más resplandeciente de todos. Y está la arquitectura Gótica, “una de las mayores creaciones del arte occidental”. La Edad Media no puede considerarse como algo tenebroso. Se busca la luz, la claridad. Las indagaciones experimentales sobre la luz desembocaron, precisamente, en descubrimientos ópticos importantes. Gracias a ellos, precisa Aurell, “las lentes que corregían la miopía y la presbicia permitieron a muchos pensadores seguir leyendo y escribiendo a edades más avanzadas que en el pasado”. Y añade: “Les aportaron la luz. Prueba de que el oscurantismo medieval es un embuste”.
9.La Edad Media era ignorante
Una mentira repetida mil veces sigue siendo una mentira. El periodo medieval conservó algo vital, el legado cultural grecolatino. Lo recuperó, pero lo enriqueció de forma considerable. Y creó un sistema universitario que dura hasta nuestros días. En la Edad Media había una enorme curiosidad intelectual, fruto de una búsqueda exigente de la verdad. La erudición de los clérigos se propagó de la cima a la base, hasta los nobles y burgueses laicos. Luego fue responsabilidad de los mercaderes, los que recorrieron las rutas del Mediterráneo para importar y adaptar los grandes descubrimientos intelectuales de Oriente. “La apertura al mundo del Occidente medieval fue un hecho destacable”, afirma Aurell.
10.La Edad Media fomentaba el fanatismo
La separación entre Iglesia y Estado es lenta, costosa. Lo temporal y lo espiritual se mezcla. Las teocracias no fomentan ninguna distinción, al contrario. Pero el cambio se gesta en la Edad Media. Alrededor de 1200 Inocencio III explica la situación: “Hay dos poderes, el eclesiástico y el mundano; el primero se ocupa de los asuntos espirituales y el segundo de los carnales, aquel con los clérigos, este con los laicos: así aquel puede encargarse de los asuntos relativos al alma y este de los terrenales concernientes al cuerpo”. Por tanto, los principios teóricos de la separación entre la Iglesia y el Estado se remontan a la Edad Media”. La aplicación práctica no llegaría hasta la época contemporánea. “Con todo, la laicidad no habría sido posible sin la reflexión de los pensadores medievales”.
Aurell proporciona muchos detalles. Ha escrito un libro de Historia accesible, convencido de que debía, como si fuera un jurado, absolver a la Edad Media. Las imágenes de Afganistán, cuando Estados Unidos abandonó el país, con comentarios sobre la situación “medieval” que se implementaría con los talibanes, llevó a Aurell a la indignación. ¿Medieval? La edad Media fue compleja, y hay que saber qué sucedió y conocer el contexto, un periodo muy largo, de mil años.