Una escena de la nueva serie de Netflix “Sin medida”

Una escena de la nueva serie de Netflix “Sin medida”

Cine & Teatro

“Sin medida”: Los nuevos excesos de Lena Dunham

La nueva serie de Netflix que te obligará a empatizar con personas defectuosas

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La norteamericana Lena Dunham (Nueva York, 1986) se hizo célebre con su serie de televisión Girls (2012 – 2017), que recogía las tristes y/o grotescas andanzas de unas chicas neoyorquinas que no sabían donde les daba el aire y se movían por la vida tropezando con todo el mundo (y consigo mismas).

Su nueva serie, Too much (Sin medida), se centra en un único personaje, Jessica (Megan Stalter), claro alter ego de la señora Dunham (diagnosticada en la infancia de un trastorno obsesivo-compulsivo contra el que siguió medicándose hasta hace dos años). Jessica es una publicista de Nueva York cuyo novio la planta para irse con Wendy (Emily Ratajkowski), una influencer que está más buena y más delgada que ella y no practica esa diarrea verbal que la caracteriza y que es capaz de sacar de sus casillas a cualquiera.

Una nueva vida en Londres

Jessica se obsesiona de tal manera con Wendy que la convierte en destinataria de todos sus videos de Instagram. En busca de un cambio de aires, se traslada a Londres, donde se enamora de un músico muerto de hambre, Felix (Will Sharpe), con el que se acabará casando al final de la temporada (Netflix, diez episodios) en un falso final feliz que solo abre la puerta a nuevas, aunque predecibles, desgracias.

Digámoslo claro: Jessica es un desastre, una catástrofe con patas, una gorda excesiva de esas que respiran su aire y el tuyo y que a menudo parece una versión menos radical de la loca de Mi reno de peluche. También es una buena chica cargada de buena intención a la que todo le iría mejor si dejara de ponerse la zancadilla constantemente.

Te obliga a empatizar

Afortunadamente para ella (o no), su privilegiado entourage está compuesto exclusivamente por personas a las que también les falta una patata para el kilo: su hermana Nora (la propia Lena Dunham), una divorciada que no sale de la cama, su madre, una chica de los años 60 que liga más que sus niñas, su abuela, una vieja judía que no calla ni debajo del agua, su jefe en Londres, Jonno (Richard E. Grant, el inolvidable Whitnail de Whitnail and I), frívolo y cocainómano, la mujer de este, Ann (Naomi Watts), simpática profesional…

Hay momentos en Sin medida en los que uno está a punto de enviar al carajo a sus protagonistas y a su creadora (a medias con su marido, Luís Felber, un músico anglo-peruano que se parece bastante al novio de Jessica), pues ya no puede más de tanto neurasténico, metepatas, charlatán y tuercebotas, pero vale la pena llegar hasta el final de la temporada. Lena Dunham ha conseguido su objetivo: lograr que te importen unos seres humanos muy defectuosos a los que en la vida real darías un esquinazo memorable.

¿Un retrato generacional?

No sé si Too much puede considerarse un retrato generacional, pues solo reconozco los retratos de la mía. Puede que solo sea un retrato de la señora Dunham y el personal con el que se trata, pero, en cualquier caso, asomarse a la psique despistada y a menudo enloquecida de los protagonistas de esta serie es una experiencia que recomiendo con cierto entusiasmo.

Por el mismo precio, la serie incluye algunas interesantes reflexiones sobre las relaciones anglo-norteamericanas a nivel humano (“Se ponen calientes, pero no son cálidos”, se queja Jessica) y sobre la peculiar manera británica de entender el amor y la amistad (en la línea de las novelas de Patrick Melrose, de Edward St. Aubyn).

Pero yo diría que el principal logro de Lena Dunham ha sido conseguir que los espectadores aguantemos a una gorda pesada como Jessica y hasta le cojamos cierto cariño. Algo que resultaba imposible con la obesa psicótica de Mi reno de peluche (excelente miniserie, por otra parte).