
Imagen de ‘The white Lotus'
Los irritantes huéspedes de 'The white Lotus'
La tercera temporada transcurre en Tailandia, donde los turistas americanos ricachones siguen haciendo el ridículo cuando se enfrentan a cosas desconocidas, que son muchas
El norteamericano Mike White (Pasadena, California, 1970) es uno de los showrunners más interesantes del momento presente. Y su serie The White Lotus es una de las propuestas más estimulantes de todo el streaming.
Escrita y dirigida por el señor White (todos y cada uno de los capítulos), es una serie de autor innegable, un “yo me lo guiso y yo me lo como” de manual, lo cual es de agradecer en un mundo como el de la televisión, en el que a menudo las cosas acaban en manos de demasiada gente. El tono eminentemente personal de The White Lotus es lo que la hace tan interesante y tan emparentable con las novelas de un escritor favorito. Por eso esperas cada nueva temporada como esperas el nuevo libro de un novelista o la nueva novela gráfica de un dibujante de comics.
Hacer el ridículo
The White Lotus se centra en las penosas actividades de los turistas norteamericanos en el extranjero. Turistas ricos que tienen acceso a carísimos resorts en los que siempre acaban haciendo el palurdo.
La primera temporada tenía lugar en Hawai. La segunda, en Italia. Y la tercera (HBO Max), que va por su cuarto episodio, transcurre en Tailandia. En cada temporada nos enfrentamos a un grupo lamentable de ricachones que fuera de su hábitat natural se pierden. Su incomprensión de realidades diferentes a la americana es enorme, y cuando intentan mimetizarse con el entorno, lo único que consiguen es hacer el ridículo.

Imagen de la serie ‘The white Lotus'
Por lo que llevo visto de la tercera temporada, puedo decir que se sigue con interés, pero que todo transcurre a un ritmo excesivamente lento y moroso. De hecho, tras cuatro episodios, aún no sabemos muy bien qué es lo que pretenden algunos de sus personajes más turbios.
Una insoportable ricachona
Destacan entre estos el empresario interpretado por Jason Isaacs, por el que se interesa el FBI a causa de una trapisonda financiera del pasado, y el bala perdida al que da vida Walton Goggins, al que algunos aún recordamos por su impecable actuación en la serie The Shield. Algo tienen en la cabeza los dos, pero está costando lo suyo averiguar de qué se trata (aunque nos entretienen mucho la mujer del empresario, Parker Posey, su hijo mayor, Patrick Schwarzenegger, y la novia del buscavidas, Aimee Lee Wood).
Se echa de menos también a la alegría de las dos primeras temporadas, la insoportable ricachona Tanya McQuoid (Jennifer Coolidge), a la que mataron al final de la segunda temporada por motivos que aún no he terminado de entender.
Ese personaje potenciaba la comicidad de la serie y alegraba la pantalla del televisor cada vez que aparecía. Y lo peor es que su eliminación sonó francamente gratuita, pues podía haber llegado nadando a la orilla tras cargarse a los gays malévolos que pretendían eliminarla en un yate. Estoy seguro de que Tanya McQuoid habría contribuido a acelerar el ritmo moroso de la tercera temporada de la serie.
Gran experiencia
Quien no esté familiarizado con The White Lotus hará bien en empezar a verla desde el principio. Las dos primeras temporadas son, por lo que llevamos visto de la tercera, más divertidas y estimulantes que la que ahora se está emitiendo y que debe reservarse para los que ya estén en el ajo de la propuesta del señor White.
Las cosas, de momento, avanzan a velocidad de tortuga y no se llega aún al aburrimiento, pero nos acercamos en ocasiones. Puede que la cosa despegue en el momento más inesperado o que se mantenga la lentitud hasta el final. En cualquier caso, la experiencia merece la pena, sobre todo si estás familiarizado con el tono de la serie. ¿Se agradecería un poco más de ritmo? Pues la verdad es que sí.
Pero lo que más se agradecería es que no se hubiese eliminado a la gran Tanya McQuoid, el personaje más divertido de la serie.