Las luces azules de Belfast
La serie 'Blue lights' puede ser considerada como mezcla de relato policial, drama social y ficción costumbrista y además muestra la realidad de Irlanda del Norte en la nueva etapa post IRA
18 noviembre, 2023 00:10Los años de plomo del IRA han quedado atrás en Irlanda del Norte, pero se mantiene el asco hacia la policía y algunos antiguos criminales patrióticos se han reciclado en criminales a secas. Ese es el caso de James McIntyre (John Lynch), traficante de armas y drogas, al que la justicia le busca las cosquillas desde dos frentes distintos que, en vez de colaborar, parecen ponerse la zancadilla mutuamente: mientras la policía de Belfast trata de acosarlo y de pillarle en algún renuncio que lo envié al trullo, el MI5 lo utiliza para llegar a una organización delictiva más importante, con base en Dublín, que tiene en McIntyre a una especie de corresponsal en el norte. En ese ambiente confuso y enrarecido se integran como pueden los protagonistas de Blue lights, cuya primera temporada puede verse en Movistar.
Se trata de tres novatos en período de prácticas que se ven metidos en una situación que les supera y que cada uno afronta como puede: Annie Conlon (Katherine Devlin) aporta al cuerpo una ética de samurái, Tommy Foster (Nathan Braniff) se ha creído ciegamente lo de que la policía está para proteger y servir al ciudadano y no entiende los tejemanejes morales de las alturas, Grace Ellis (Sian Brooke) trabajó previamente como asistenta social y parece haberse metido en su nuevo trabajo para llegar donde no llegaba con el anterior y convertirse en una especie de Madre Teresa de Belfast. Los seis capítulos de la primera temporada de Blue lights (la segunda empezó a rodarse el pasado verano) nos muestran la vida cotidiana de estos tres bienintencionados novatos en un mundo que no es exactamente cómo lo habían imaginado. Y el resultado es una muy eficaz mezcla de relato policial, drama social y ficción costumbrista en la que lo que prima es el factor humano, que le confiere al producto un cierto aire de culebrón de calidad a la inglesa (no en vano la serie está distribuida, que no producida, por la BBC).
Como todos sabemos, los británicos bordan este tipo de ficciones, ya sea haciendo hincapié en la intriga policial (Line of duty) o en la vertiente humana del combate contra la delincuencia (The responder, que pasó injustamente desapercibida entre nosotros, pese a la muy convincente interpretación de su protagonista, Martin Freeman). Quien busque una trama enrevesada y trufada de muertos hará bien en esquivar Blue lights, una serie en la que los malos –el clan McIntyre, con su hierático líder y su desastroso heredero, Mo, un cenutrio con más ambiciones que luces- son un mero telón de fondo para una historia cotidiana sobre tres personas que intentan darle un sentido a sus vidas mientras combaten con sus propios demonios interiores. En ese sentido, los creadores de la serie, Declan Lawn y Adam Patterson, pueden haber inventado un nuevo subgénero, el culebrón policial, una especie de mezcla entre Eastenders y Hill Street Blues que funciona a la perfección y te deja con ganas de más porque has generado una inevitable empatía hacia esos tres novatos cargados de buena intención que acaban descubriendo a las bravas que las cosas no son exactamente como las habían imaginado.
Y, por el mismo precio, el espectador se asoma a la actual realidad de Irlanda del Norte, donde puede que ya no te vuelen la cabeza por ser protestante o católico, militar o policía, separatista o unionista, pero en la que la supuesta reconciliación posterior a los acuerdos de Viernes Santo deja mucho que desear y ha convertido a ex militantes del IRA en delincuentes comunes porque no es tan fácil dejar de pegar tiros de un día para otro, aunque la patria se haya visto sustituida, simplemente, por el dinero.