El hombre está aturdido, entiende pocas cosas. Pero no a todos les sucede lo mismo. Se trata de un choque que es necesario aceptar. Y esa mitad del género humano ha comenzado a tomar conciencia. La mujer aparece en escena y reclama cuestiones evidentes y de calado. El cómo las pueda plantear es lo que ha generado, en España, algunos malentendidos y conflictos políticos. Pero el fondo del asunto debe ocupar al conjunto de la sociedad. Y una actriz que llena muchos de esos huecos lo consigue de forma rotunda. Se trata de Emma Vilarasau, que acaba de estrenar en el Teatre Romea Lay Symon, bajo la dirección de Sergi Belbel. Se trata de una coproducción del Romea y del Festival Grec y que se podrá ver en la sala de la calle Hospital hasta el 30 de julio.
Vilarasau genera todo tipo de emociones. Es la humorista 'Lali Symon', con aire progresista, moderno, capaz de arremeter contra los poderes establecidos, contra el sistema bancario y contra los hombres que se creen que, de forma natural, deben gobernar el mundo. Esa humorista, que genera admiración, que es aplaudida cada noche en los escenarios, es la mujer que tiene una madre y una hija, que sufre y que duda, la que no sabe, en realidad, qué profesión tiene, y la que se pregunta que otras cosas podría haber hecho, qué podría haber aconsejado a su hija, o cómo podría haber escuchado más y mejor a su propia madre.
Pero lo que plantea, --junto con Mont Plans en el papel de la madre (Aurora), y Júlia Bonjoch, como Violeta, la hija—es algo trascendente. La idea partió de la propia Emma Vilarasau, al comprobar que no había obras de teatro que reflexionaran sobre cómo cuidar a una madre que ya está en su etapa final, y cuando se está en una edad madura en la que es difícil parar y dejarlo todo, con una carrera profesional en marcha. ¿Cómo negarle a una madre ese momento final, cuando todavía han quedado muchas cosas en el tintero? ¿Y cómo lidiar con una hija que se ha autoprotegido, con la sospecha de que ha llegado a ser menos de lo que prometía o de lo que quería esa madre?
Sergi Belbel, con unos diálogos vibrantes, con elementos cómicos y trágicos, que interpelan de forma constante al espectador, supo plasmar la petición de Vilarasau. Y escrita para ella, Lali Symon resulta un regalo para la cartelera barcelonesa.
Pero hay más. Las mujeres, esas madres que afrontan el último tramo, ¿qué podían haber llegado a ser? ¿Tuvieron sueños, o adoptaron el papel que se esperaba de ellas como una obligación natural? Madres, cuidadoras, especialistas en mantener la estabilidad emocional de sus familias, esas mujeres quedaron silenciadas. Y había, entre ellas muchas Lali Symon o lo que hubieran querido ser. Artistas, profesionales escondidas, vidas que no fueron.
Vilarasau habla de ellas, a través de su madre de ficción, pero también a través de su madre real, porque ella la cuidó en sus últimos momentos. Y ese es el juego de Belbel, que ironiza sobre la autoficción, tan de moda ahora, pero también tan denostada por autores y autoras que ven en esa práctica un exceso de ombliguismo. La actriz indaga sobre ello, ya como la propia Vilarasau en escena, pidiendo al público que diga el nombre de una actriz conocida: ella misma.
Esa metaliteratura, en el teatro, conecta con el público y lleva a la pregunta sobre por qué queremos ir a una sala de teatro, qué esperamos y con qué nos emocionamos.
Lali Symon es una prueba de ello, de un teatro que se reivindica como necesario, para la reflexión y el entretenimiento, para la risa y el lloro. Y para admirar a tres grandes actrices, con matices y registros distintos, con la siempre vena cómica de Mont Plans, con la convicción de Vilarasau y la frescura de la joven Júlia Bonjoch.
Sin embargo, todavía hay otra lectura. Vilarasau lo refleja a lo largo de su doble papel, la madre que sufre, y la profesional de éxito. Conecta la actriz, con el texto de Belbel, con la gran filosofía de autores como Montaigne o Hume, o también con Cherteston. A lo largo de una vida, hay que quedarse con ese momento de felicidad que proporcionan las pequeñas cosas, los pequeños actos de afecto, el sorbo largo de un refresco en una tarde de verano. El amor hacia los más cercanos.
Teatro, texto elaborado, con distintas lecturas, con la actuación de Vilarasau, que sabe que ella misma llena el escenario. En Barcelona.