Gabriel Basso, en la serie 'The night agent' (El agente nocturno) / NETFLIX

Gabriel Basso, en la serie 'The night agent' (El agente nocturno) / NETFLIX

Cine & Teatro

La Gran Conspiración (de nuevo)

La serie 'El agente nocturno' presenta una intriga que no es de gran originalidad, pero que entretiene a la perfección por los giros de guion

31 marzo, 2023 19:00

Mientras escribo estas líneas, The night agent (El agente nocturno) es la serie de Netflix que ocupa el número uno en su hit parade español. No es de extrañar: estamos ante una eficaz intriga en diez episodios sobre un tema no muy original, pero siempre resultón: las conspiraciones al más alto nivel que tienen como decorado la Casa Blanca y en las que participan sus principales representantes, aquellos que, en teoría, deberían tener como prioridad la defensa del pueblo norteamericano. Reconozco que, con estos mimbres (ya asaz gastados), no me moría precisamente de ganas de verla, pero acabé haciéndolo cuando descubrí que el creador y showrunner del asunto era Shawn Ryan (Rockford, Illinois, 1966), el padre de una de mis series favoritas de todos los tiempos, The Shield (El escudo o La placa), cuyas siete espléndidas temporadas se emitieron en Estados Unidos entre los años 2002 y 2008, antes del auge de las actuales plataformas de streaming (actualmente, está colgada en Amazon).

The Shield tuvo la mala fortuna de coincidir en el tiempo con The Wire, que acaparó el interés de público y crítica mientras el invento del señor Ryan no diré que pasara desapercibido, pero sí resultó ligeramente ninguneado en comparación con la serie de David Simon. No es que me divierta especialmente llevar la contraria (bueno, un poco sí, ¿para qué negarlo?), pero a mí The Shield siempre me interesó muchísimo más que The Wire: aquella historia de un grupo de asalto comandado por el tan eficaz como corrupto Vic McKey (Michael Chiklis), me pareció un fresco extraordinario de la ciudad de Los Ángeles y sus diversos sectores étnicos (blancos, negros, hispanos, asiáticos) dibujado a través del crimen y de quienes, en teoría, estaban llamados a combatirlo. The Shield nunca decayó a lo largo de sus siete temporadas, y el final adjudicado al extraño Vic McKey era espléndido. Después de esa serie, me quedé a la espera de las siguientes ideas del señor Ryan, pero nunca volví a encontrarme con una a la altura de su mejor invención: no le vi la gracia a The Unit (2006-2009, coescrita con David Mamet) ni a Lie to me (2009-2011); no he visto SWAT (2017 hasta ahora), pero aún me acuerdo de Los hombres de Harrelson, cuyo título original era el mismo (las iniciales de Special Weapons And Tactics; en español, Tácticas y Armas Especiales), y no precisamente con agrado.

Imagen de la serie 'The night agent' (El agente nocturno) / NETFLIX

Imagen de la serie 'The night agent' (El agente nocturno) / NETFLIX

¿Me ha servido El agente nocturno para recuperar al Shwan Ryan de los buenos viejos tiempos? No exactamente. La cosa huele a encargo (es una adaptación de la novela del mismo título de Matthew Kirk) y carece de todo lo que hizo grande a The Shield: una visión nueva y original sobre un viejo tema, trátese de la corrupción policial en una ciudad ingobernable o de las conspiraciones en las alturas y en detrimento del pueblo americano. Si es un encargo, eso sí, está espléndidamente resuelto, aunque abunden los lugares comunes en este tipo de ficciones: el héroe insobornable (ese agente nocturno al que envían a un sótano de la Casa Blanca a atender a un teléfono de emergencias porque su padre, también agente del FBI, fue acusado de alta traición en su momento), la compañera improvisada pero eficaz que es un hacha de la informática y un montón de personajes secundarios que no son exactamente lo que aparentan ser.

Funciona como un reloj suizo

El protagonista, Gabriel Basso, es una no entidad carente de la más mínima expresividad, lo cual no funciona precisamente a favor del producto, pero la intriga, aunque no sea el colmo de la originalidad, está muy bien sostenida, entretiene y permite llegar al final de la temporada (puede que haya una segunda, pues quedan frentes abiertos, pero Netflix aún no ha tomado la decisión y, además, el señor Kirk no ha escrito más novelas sobre el agente nocturno Peter Sutherland) de manera satisfactoria si uno no le pide peras al olmo: estamos ante una ficción política conspiranoica muy bien resuelta, aunque no descubra la pólvora, y los constantes giros de guion, aún dentro de lo previsible en este subgénero, funcionan como un reloj suizo.

No es de extrañar que The night agent encabece la lista de éxitos de las series de Netflix. Como entretenimiento, funciona a la perfección. Eso sí, los que descubrimos a Shawn Ryan con The Shield (en mi caso, a través de los DVD que encargaba a Amazon en Estados Unidos) echamos de menos en nuestro hombre otro producto que esté a la altura de aquella serie que tuvo que luchar contra The Wire y perdió. Aconsejo a quienes se la perdieron en su momento que la rescaten, pues les aseguro que es una de las cimas de la televisión contemporánea. Y tampoco lamentarán tragarse El agente nocturno, que no sé si obedece a una decisión personal del señor Ryan o a la triste evidencia de que el presente es más cicatero que el pasado reciente a la hora de dar luz verde a series tan ambiciosas, complejas y, además, trepidantes como The Shield.