Una escena de 'El tratamiento', del director belga Hans Herbots / FILMIN

Una escena de 'El tratamiento', del director belga Hans Herbots / FILMIN

Cine & Teatro

Una pareja brillante y siniestra

El director belga Hans Herbots trasladó al cine dos thrillers muy duros de la escritora Mo Hayder, no aptos para los que desean un final feliz tras la investigación de un crimen

14 febrero, 2023 20:00

La escritora británica Mo Hayder, seudónimo de Clare Dunkel (1962 – 2021), se especializó en la elaboración de unos thrillers durísimos, a menudo desoladores, cuyos finales eran de una crueldad estremecedora. Yo diría que su obsesión fue el daño que nos podemos hacer los seres humanos unos a otros, y sus finales inapelables solían ser la conclusión, perfecta e inevitable, de una historia de crímenes de una sordidez pasmosa. La señora Hayder tiene algunas novelas excelentes, pero que no son para el lector medio de novelas policiales ni para quien busca finales felices en las tramas sobre la actividad criminal. Sus novelas te lo hacen pasar francamente mal y te dejan cierto mal sabor de boca, pero suelen ser ejemplares a la hora de fijarse en lo más abyecto de la condición humana. Su muerte estuvo a la altura de los tremendos finales de sus novelas, al fallecer a causa de la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Demasiado duros para ser adaptados al cine o a una serie de la BBC, la señora Hayder solo encontró una especie de alma gemela en el sector audiovisual en el director belga Hans Herbots (Amberes, 1970), responsable de dos excelentes películas que el querido lector puede encontrar actualmente en Filmin: El tratamiento (2014, la novela es del 2002) y Ritual (2022, el texto original se publicó en el 2009).

Una escena de 'Ritual', de Hans Herbots, basada en la novela de Mo Hayder / FILMIN

Una escena de 'Ritual', de Hans Herbots, basada en la novela de Mo Hayder / FILMIN

Trasladando la acción de Inglaterra a Bélgica, el señor Herbots no traicionó en lo más mínimo el sórdido universo de Mo Hayder, una autora especializada en temas atroces, pero, lamentablemente, universales. Aunque ha dirigido episodios de series como Riviera o El serpiente, claros ejemplos de artesanía alimenticia, donde ha echado el resto nuestro hombre ha sido en las dos adaptaciones rodadas hasta la fecha de obras de la señora Hayder. El tema central de El tratamiento es la pedofilia. El protagonista, un inspector de policía, nunca ha superado el secuestro y desaparición de su hermano menor cuando ambos eran pequeños. Como sigue viviendo en la casa que fuera de sus padres, se ve obligado a aguantar las provocaciones de un vecino que, en su momento, fue considerado sospechoso de lo de su hermano menor porque ya entonces se conocían sus tendencias pedófilas. Soltado por falta de pruebas, este ser infecto, vecino del policía, se permite provocarle sabiendo que si se lleva una paliza, el que tendrá más problemas será su agresor, por atacar a alguien que sí, puede que sea un sujeto despreciable, pero contra el que nunca se pudo probar nada. La historia se complica con la aparición de unos personajes secundarios igualmente siniestros y concluye de la peor manera posible, dejando al poli en la ignorancia para siempre y al espectador con una sensación de tristeza y fatalismo considerable. El tratamiento no es una experiencia audiovisual agradable, pero sí un gran thriller dirigido a un público con el suficiente estómago como para llegar hasta el final.

Durísimos y fatalistas

Algo parecido ocurre con Ritual. En esta ocasión, el protagonista atormentado es una inspectora de policía, Kiki, a la que el descubrimiento de una mano cortada en un río obligará, además de a investigar el asunto, a revolver en su pasado y el de su país, llegando a conclusiones terribles sobre su propio padre, al que idolatraba de niña, y su propio país, sobre el que aún pesan los horrores infligidos a los habitantes del Congo por parte del rey de los belgas. Una vez más, el relato es trepidante y el final, terrible, aunque sin llegar a las cotas del de El tratamiento, que es de los más deprimentes que uno haya visto en su vida en el cine en general y en el cine negro en particular.

Si Mo Hayder no le ponía las cosas fáciles al lector, Hans Horbets tampoco lo hace con el espectador. Las novelas de la una y las películas del otro son cualquier cosa menos unos inofensivos entretenimientos con algún que otro muerto por en medio. Los largometrajes del señor Horbets, aunque alteran el decorado en que transcurre la trama de las novelas, son absolutamente fieles a su espíritu. Unos y otras constituyen indudables rarezas dentro de un género que no suele profundizar tanto en las miserias humanas, optando habitualmente por priorizar la historia de misterio que se nos cuenta. Algunas novelas de la difunta señora Hayder se publicaron en España, pero nunca alcanzaron la condición de best sellers. Las películas del señor Herbots aparecen colgadas en una plataforma de streaming, pero de forma poco destacada y casi, casi de incógnito. Le corresponde, pues, al espectador localizarlas y…¿Disfrutarlas? No creo que ese sea el término adecuado para El tratamiento y Ritual, pero estos dos thrillers durísimos y fatalistas son excelentes, y aunque puede que no siempre tenga uno la noche adecuada para tragárselos, cuando por fin lo haga se asomará a un mundo triste y cruel que, mire usted por donde, contribuye a fabricar dos películas excelentes.