Abril Zamora (Cerdanyola del Vallès, 1981) no tiene pudor en expresarse tal y como es. Su nueva serie, Todo lo otro, es un claro ejemplo de ello.

Ella misma es la protagonista, creadora y coproductora de esta serie que ha atraído a la misma HBO. Su atractivo principal, el reflejo de una generación que se encuentra perdida en el trabajo, las relaciones, el sexo… en la vida en general.

Ruptura total

La catalana matiza que nunca quiso reflejar la crisis de los 30, sino más bien hablar de cosas que la atañen a ella y a los que los rodean y hacerlo desde un planteamiento muy distinto a lo que se suele ver en el audiovisual español. Aquí no hay tabués, sino diálogos y personajes que interactúan y viven sus problemas como quieren.

No le ha costado mucho sacar adelante el proyecto, su larga trayectoria le avala. Pese a las puertas que, de momento, siguen cerradas, ella se atreve con todo y va directa a conseguir sus objetivos. El resto es fruto de la vida.

--Pregunta: ¿Cómo surgió la idea de 'Todo lo otro'?

--Respuesta: Santi Botello, productor de Mandarina y de la serie, me planteó que quería hacer tras finalizar Señoras del (H)ampa. Tenía muy claro que quería hablar de algo que me quedara cerca y explorar cosas que he visto en series de televisión extranjeras como el tempo, el tono…  Algo en lo que el peso estuviera en los diálogos, las interpretaciones, sin mucho artificio.

--De hecho, al verla uno recuerda mucho a Phoebe Waller-Bridge en 'Fleabag', o Greta Gerwig y su 'Frances Ha'.

--Creo que te parece porque yo también soy la creadora.

--Pero por los temas, también. No es tan común que haya series españolas que se hable de la llamada crisis de los 30 y sus frustraciones.

--Totalmente. Creo además que hay cierto paralelismo entre lo que estoy contando y mi propia vida. Hay temas como la frustración, la ansiedad, dar palos de ciego en la vida y perder los objetivos que no se tocan mucho, porque si lo piensas tampoco hay muchas series que se fijen en la gente de 30 años en España. Nunca me planteé hacer una historia generacional, porque cuando escribo sólo estoy pendiente de contar una historia y no me planteo lo que quiero transmitir a los demás. Luego las cosas afloran.

--Precisamente, en la serie sucede eso un poco. Son un grupo de amigos que se cuentan sus problemas y vidas y afloran todos esos miedos propios de la edad y acaba convirtiéndose en un retrato generacional.

--El punto de partida fue: una chica se enamora de un chico y no necesariamente tienen porqué acabar juntos. Eso es una cosa supernormal en la vida, pero en cambio siempre se acaba hablando desde un punto de vista superromántico y del mundo de la pareja. Me parecía interesante contar cómo una chica se enamora del chico equivocado y los acontecimientos que viven, me gusta más narrar ese proceso que el resultado que obtenga. Normalmente, ves una serie y sabes que la pareja va a acabar junta, en cambio, aquí ya intuyes desde un primer momento que no va a funcionar. Y no me importa que sea evidente, porque es mucho más normal que te enamores de una persona que no te corresponda y que lo pases mal, y eso no se ve mucho en la ficción. Trata de eso y de los grandes cambios en la vida que hace que te lances al vacío y des palos de ciego chocando con muchas puertas. La protagonista es muy pesimista y a la vez hay mucha luminosidad en su manera de enfrentarse a los chicos que conoce y a la hora de enfrentarse a los retos de su trabajo. Es algo un poco adolescente, pero yo tengo 40 y también lo tengo.

--¿Los 30 son los nuevos 20?

--(Ríe) Es porque tenemos la necesidad de compararnos con las generaciones anteriores. Cariño, ya no te puedes comparar con tus padres. Eso de “mi padre a los 24 ya tenía hijos” ya no sirve. Ahora algunos de esos padres han formado familias desestructuradas. No te puedes comparar, no hay reflejo alguno. No creo que los 30 sean los nuevos 20, ni en la crisis de los 30, porque yo llevo en crisis desde los 15 años. Todos los días son unas crisis constantes (ríe).

La actriz y creadora Abril Zamora / PABLO LÓPEZ (HBO)

--Decía que el personaje tiene ciertos paralelismos con su vida. ¿En qué se siente identificada y en qué no?

--Tiene de mi la parte adolescente. Yo no me considero inmadura, creo que soy bastante responsable, pero mantengo cierta inocencia dentro de mi y siento muy viva la adolescente que hay en mí. Colecciono muñecas de Sailor Moon, me encanta entretenerme en cosas que quizá no son muy adultas, pero eso no significa que no me sepa enfrentar a la vida adulta y que tenga mis responsabilidades. Eso lo tiene el personaje y es muy mío. Luego, ella es muy intensa, le gusta regodearse en el drama y también lo tengo. Pero en la balanza de lo que yo soy creo que gana la luz que yo tengo mucho más que la del personaje. Soy muy enamoradiza y tomo malas decisiones al respecto porque me enamoro del chico equivocado y en eso vamos las dos de la manita.

--Mencionó ese momento en la vida en que uno se lanza al vacío y da palos de ciego. Usted que ha sido actriz, creadora, productora, ¿ha tenido miedo a lanzarse al vacío o es lo suyo?

--Yo nunca he tenido mucho miedo, la verdad. Siempre he sido muy pobre y nunca he perdido mis objetivos: trabajar en el audiovisual y ser actriz. Por eso, aunque trabajé de camarera, dependienta y más nunca perdí de vista mis objetivos. Además, no tuve miedo porque tampoco tuve nunca muchas responsabilidades: no tengo hijos, tengo una casa desde hace muy poco tiempo y siempre he vivido con lo mínimo. Eso me dio seguridad a la hora de lanzarme y quitarme el miedo. Me he equivocado mucho, pero es señal de que he arriesgado mucho. Conozco gente que está en su casa esperando que alguien les llame y no hacen nada por moverse. Lo importante es que te conozcan, aunque sea por pesada y dar la chapa.

--¿La llamada de HBO llegó por eso?

--Sí. Santi, el productor, deseaba que se viera algo tan especial y fuimos directamente a HBO para mostrarlo. Además, han tratado la serie con mucho respeto y eso igual no lo encuentras en otro sitio. Piensa que se normalizan las drogas, salen escenas de sexo bastante explícito y me daba miedo que lo censuraran o que no me dejaran tener a los actores que quería y no ha sido así.

--Precisamente por eso, ¿cree que es imposible que se emitiera en abierto?

--No, por supuesto que no. Las televisiones en abierto siempre son muy intrusivas, pero lo entiendo. Hacen producciones para meter publicidad entre medio y hubieran censurado un montón. La ficción además siempre es para mayores de 16 como mucho y hay cosas moralmente negativas que no puedes contar y eso habría ido en contra de mi proyecto.

--Además, en las series españolas no se muestra el sexo tan explícitamente, ¿falta atrevimiento?

--No sé si es por el resquicio que nos queda de las televisiones generalistas y hace que les dé un poco de vértigo. Si hablamos de que cuando odias y amas lo haces de verdad no es normal que cuando folles te levantes tapada con una sabana que te cubra las tetas. Hay pudor para eso y no para que un villano sea desagradable. Hay que empezar a educar para que se vea que el sexo es una cosa natural, orgánica y normal y que todo el mundo quiera y lo hace.

--¿Habrá más de ocho capítulos que tiene la primera temporada?

--Yo he escrito más, pero sobre todo porque yo misma quería saber dónde iban esos personajes. Además, como cuento cosas de mi vida no podía darle un final. Hay tramas que se cierran, pero en otras he dejado las puertas abiertas.

--No queríamos dejar de hablar de su compromiso con el colectivo LGTBIQ+. ¿Cómo ve la situación actual en la que han subido los casos de violencia?

--¡Es horroroso! Siempre han estado y ahora nos fijamos muchísimo para que se vea que sigue existiendo. Yo vivo en Madrid y, por suerte, no vivo con miedo. Lo miramos porque nos parece sorprendente que sigan pasando. Además, la aparición de partidos de derecha extrema hace que la gente que estaba en la caverna quiera salir a demostrar que piensan así. Es muy decepcionante y desalentador. ¿Qué más te da aquí con quién se acuesta cada uno o la identidad de alguien si no te afecta de ningún modo? Me da pereza hablar de ello, pero es tan necesario por lo que está pasando que no podemos mirar hacia otro lado.

--Ya que habla de Madrid. Usted se mudó desde muy joven allí. ¿Qué lo motivó?

--Nunca conseguí trabajo en Barcelona. Nadie me llamó antes, ni después. He trabajado con Sofia Loren y nunca me han llamado de TV3 para hacer absolutamente nada. Por un lado, es muy frustrante y, por el otro, me trae sin cuidado. Cuando empecé a trabajar aquí deseaba que me llamaran de TV3, pero, como me han dado la espalda siempre, me importa una mierda venir a trabajar aquí o no. Si alguien me llama lo haré encantada, pero si no me quieren aquí lo haré donde sí lo hacen y haré mi trabajo que es lo importante. Madrid tiene un mundo de posibilidades superexagerado. Para mí, fue maravilloso poder irme ahí, hacer teatro alternativo. Yo vengo de allí.

--¿Echa de menos el teatro?

--¡Muchísimo!

--¿Tiene algo en mente?

--Tengo alguna cosilla por ahí, pero es muy difícil encontrar una producción para llevarla a cabo porque el trabajo es muy sacrificado, requiere mucho tiempo y económicamente... Me apetece muchísimo, por eso, porque desde que hice la transición como actriz nunca pude volver a hacer nada de teatro. ¡Que alguien me llame!

--Y ahora que da el salto a HBO, ¿ganas de trabajar allende los mares?

--Me han llamado de fuera, pero no hablo inglés, se me da fatal. Cuando hice la película con Sofia Loren me llamaron varias personas para alguna prueba y para mí es un desastre. Estoy muy bien donde estoy. No soy una persona muy ambiciosa, quiero estar tranquila, poder pagar mi hipoteca y salir a cenar de vez en cuando, que son los caprichos que me doy, y poco más. Además, en Madrid me lo paso genial, hay grandes profesionales y echo de menos nada que puedan ofrecer desde fuera.