Cuando papá lo hace mejor
Brandon Cronenberg intenta remontar el vuelo con 'Possessor', pero no tiene nada que ver con el talento exhibido por su padre, David Cronenberg
16 junio, 2021 00:00Me trago en Movistar (no se ha estrenado en salas) el segundo largometraje de Brandon Cronenberg (Toronto, 1980), Possessor, que tantos parabienes cosechó en el festival de Sitges y llego a la misma conclusión que con su primera película, Antiviral (2012): papá, el gran David Cronenberg, lo hacía mucho mejor, sobre todo en sus primeros tiempos, cuando daba rienda suelta a su imaginación calenturienta y no se limitaba, como hace actualmente, a resolver dignamente encargos que podría haber dirigido cualquier otro (y que me temo que ya son lo único que está dispuesta a sufragarle la industria del cine).
Possessor es una película confusa no, lo siguiente, en la que apenas se entiende una mierda, con perdón. Hay una corporación siniestra que cuela a la protagonista (cuyos motivos no entendemos jamás) en la mente de gente a la que quiere eliminar atendiendo al encargo de alguien que se va a beneficiar de su muerte. El proceso de infiltración se resume en un quirófano siniestro y una escafandra ridícula, sin mayores explicaciones. Todo es de una frialdad ultra moderna --lo que se cuenta, si es que se cuenta algo, y cómo se cuenta--, salpimentada de excesos gore que no vienen a cuento y reflexiones seudo filosóficas de chichinabo. Qué le vieron en Sitges a esto es algo que se me escapa. Lo único que me queda claro es que pretender hacer el mismo tipo de cine que tu brillante padre es un pasaporte casi perfecto para el desastre. Y el pobre Brandon no es el único que ha tomado el camino equivocado.
Pensemos en la hija de David Lynch, Jennifer (Filadelfia, 1968). Nada en contra de que quisiera continuar con la saga familiar, pero…¿Por qué empeñarse en rodar películas que recuerdan a las de papá, pero no consiguen ni por asomo los mismos objetivos? Me tragué en su momento Boxing Helena (1993), que era una catástrofe, y Surveillance (2008), dotada de un interesante quiebro de guion a la media hora que no lograba, lamentablemente, que el film remontase el vuelo. Me perdí Hiss (2010) y Chained (2008), aunque reconozco que tampoco me he matado para verlas. Desde entonces, la señorita Lynch anda refugiada en la televisión, donde ha dirigido episodios de series como American Horror Story, Ratched, The walking dead o Quantico, terrible vehículo de lucimiento para la neumática Priyanka Chopra. No parece tenerlo fácil para volver a la gran pantalla.
Tener un padre con talento es una bendición y una maldición al mismo tiempo, a no ser que te dediques a algo distinto que él. A veces se dan excepciones en las que el hijo deviene más famoso que el padre en su misma disciplina --pienso en escritores como Javier Marías o Martin Amis--, pero en la mayoría de los casos el talento no se hereda y uno corre el riesgo de hacer un poco el ridículo, lo cual me parece el caso de los retoños de David Cronenberg y David Lynch. Casi prefiero lo de José Luís García Berlanga, primogénito del célebre cineasta, que se retiró de las pantallas tras rodar algunas comedias poco convincentes y que ahora regente una arrocería en Madrid que dicen que es soberbia.