Los crímenes de Haparanda
Hans Rosenfeld, guionista de series como 'El puente' o 'Marcella', se adentra en la novela con 'Verano de lobos', un 'nordic noir' ambientado en Haparanda
5 mayo, 2021 00:00El sueco Hans Rosenfeldt (Boras, 1964) es un tío muy grande, tanto en el sentido literal (mide dos metros y seis centímetros) como en el figurado (sus guiones para televisión y sus novelas solo pueden describirse como brillantes). Al señor Rosenfeldt (su apellido es Petterson, pero adoptó el de su madre a efectos profesionales) le debemos dos series tan contundentes como El puente, una coproducción entre Suecia y Dinamarca cuyo comienzo es de los que te atrapan y ya no te sueltan --un cuerpo cortado en dos aparece en el puente que separa Malmo de Copenhague y la parte superior del cadáver no se corresponde con la inferior-- y Marcella, producción británica que lleva hasta ahora tres temporadas (El puente se cerró tras la cuarta).
Ambas se apoyan en sendos personajes femeninos, digamos, peculiares: las inspectoras Saga Noren --una policía excelente, pero aquejada de un síndrome de Asperger que no le facilita precisamente la vida social y la interacción humana-- y Marcella Backland, mujer atormentada donde las haya que, tras divorciarse de su marido, empieza a tomarse el oficio a tumba abierta. La primera la coescribió Rosenfeldt con Camilla Ahlgren; la segunda, con Nicola Lander. Cuando se metió a escribir novelas, nuestro hombre también recurrió a un colaborador, que en este caso fue su viejo amigo Michael Hjorth. Juntos han escrito las (hasta ahora) seis aventuras del psicólogo forense Sebastian Bergman, una especie de versión masculina de la insufrible Saga Noren que resuelve todos los casos a los que se enfrenta sin dejar jamás de agotar la paciencia de los polis a los que asesora.
La reciente aparición (en Planeta, como la serie Bergman) de Verano de lobos marca el inicio de la escritura en solitario para el señor Rosenfeldt, que con esta novela da comienzo a un ciclo de intrigas policiales ambientadas en Haparanda, un pueblo en la frontera de Suecia con Finlandia, y protagonizadas por una policía cincuentona que lleva como buenamente puede su molesta menopausia junto a un marido que no le hace ningún caso y un amante ocasional, compañero de trabajo, que tampoco parece esforzarse mucho en hacerla feliz; sus hijos, hace tiempo que abandonaron el nido. Peculiar versión nórdica de Frances McDormand en Fargo, la pobre Hanna Wester pasa, de la noche a la mañana, de un pueblo en el que nunca pasa nada a un infierno en el que se le amontonan los cadáveres. Y responde como buenamente puede, que es su habitual actitud vital.
Dice el señor Rosenfeldt que, después de tantos años escribiendo series y libros a cuatro manos, le apetecía ver qué era capaz de hacer exclusivamente con las dos que Dios le dio. El resultado es correcto, pero no brillante, y confieso que, pese a lo mucho que le admiro, me ha costado un poco llegar al final de Verano de lobos. En parte porque Hanna Wester carece del carisma de Saga Noren, Marcella Backland o Sebastian Bergman. En parte porque la historia no engancha como lo hacían las anteriores propuestas a cuatro manos del amigo Rosenfeldt. En parte porque el estilo narrativo carece de la garra que mostraban las novelas escritas a medias con Michael Hjorth.
Probablemente, quienes se asomen por primera vez al universo Rosenfeldt encontrarán en Verano de lobos un thriller competente y una eficaz muestra de eso que ha venido a denominarse nordic noir, pero los viejos fans esperábamos algo más, francamente. Líbreme Dios de achacar a sus colaboradores todos los logros previos del señor Rosenfeldt, un tipo con el suficiente carácter como para que se reconozca su presencia y su impulso en todos los proyectos que acomete. Si de algo se le puede acusar con esta primera entrega sobre la vida criminal en Haparanda es de una aparente falta de ambición e inspiración: todo en ella recuerda al gran Rosenfeldt de las series y las novelas a cuatro manos, pero no está a la altura de ellas.
Es posible que, simplemente, nuestro hombre se esté aclimatando a la escritura en solitario y a unas tramas psicológicamente menos complejas (y tal vez más comerciales), pero el resultado es que Tierra de lobos, aunque puede satisfacer al consumidor medio de nordic noirs, nos deja a los fans acérrimos de Hans Rosenfeldt con una sensación de coitus interruptus más bien frustrante. Nos tragaremos la siguiente aventura de Hannah Wester en Haparanda porque los fans acérrimos somos así, pero, de momento, echamos de menos el ingenio, la adrenalina y las adictivas tramas que protagonizaron Saga Noren, Marcella Backland y Sebastian Bergman.