Kate Winslet, en la serie 'Mare of Easttown' / HBO

Kate Winslet, en la serie 'Mare of Easttown' / HBO

Cine & Teatro

Tristeza y crímenes rurales

La mini serie 'Mare of Easttown', protagonizada por Kate Winslet, es un thriller que consigue el equilibrio entre los crímenes y el interés humano

1 mayo, 2021 00:00

Mare Sheehan (una espléndida, convincente y madura Kate Winslet) es una mujer muy agobiada. Inspectora de policía en un poblacho de Pensilvania, su vida es una mezcla de tedio y angustia que uno no se la desearía a nadie: divorciada de su marido, vive con su hija y su madre y cuida de su nieto (el padre, el primogénito de Mare, se suicidó, y la madre, según deducimos de una secuencia, vive en una especie de residencia y no parece estar muy fina). Para acabarlo de arreglar, una vecina (enferma de cáncer) la agobia con su hija desaparecida, de la que nadie sabe nada hace más de un año y a la que Mare da por muerta. Una noche, Mare acaba yéndose a la cama con un profesor de literatura en una universidad cercana (Guy Pearce), que se le engancha, aunque ella considera que la cosa no ha sido más que un one night stand. Cuando parece que las cosas no pueden empeorar, el cuerpo desnudo de una adolescente (y madre soltera) aparece flotando en un arroyo del bosque con claras muestras de haber sido asesinada, lo cual propicia la aparición de un poli venido de fuera, con más experiencia en crímenes, al que Mare recibe de mala manera (Evan Peters, un habitual de la serie de Ryan Murphy American Horror Story).

Estos son los (deprimentes) mimbres con los que se construye la miniserie de siete capítulos Mare of Easttown, estrenada en HBO hace un par de semanas y que, de momento, se revela como una mezcla bastante eficaz de thriller y drama de interés humano. Su creador, Brad Ingelsby, había escrito hasta ahora algunas películas cargadas de buenos sentimientos (The friend o The way back, que el espectador puede encontrar en Movistar, aunque reconozco que yo no he tenido el valor de verlas) y aquí se lanza al género negro, aunque sin dejar de cargar las tintas en el factor humano (cuesta imaginar una comunidad más amargada y aburrida de sí misma que la población de Easttown). Del director, Craig Zobel, recomiendo fervorosamente el largometraje The Hunt (La caza), también en Movistar, que constituye un peculiar y retorcido (desde un punto de vista humorístico) remake del clásico de los años treinta The most dangerous game (El malvado Zaroff). En principio, la unión del guionista de The way back y el director de The Hunt puede sonar un pelín forzada, pero lo cierto es que la cosa funciona como un reloj suizo (una vez te acostumbras a la sobredosis de desgracias que sufren la pobre Mare y sus vecinos en general).

Kate Winslet está envejeciendo muy bien: la sílfide de Titanic es ahora una mujer de mediana edad, castigada por la vida, que bebe más de la cuenta y solo aspira a que la existencia le de un respiro, que puede ser (o no) el profesor Ryan (intuyo que no, pues hay algo en el personaje de Guy Pearce que genera cierta desconfianza). No muy sobrada de motivación profesional, Mare se toma la desaparición de la hija de la vecina cancerosa y el hallazgo del nuevo cadáver como nuevas piedras en su tortuoso camino, pero intuimos que su pundonor la llevará a resolver ambos casos, que pueden estar relacionados o no (intuyo que sí, más que nada por aquello que decía Chejov de que si colocas un clavo en la pared en el primer acto de una obra de teatro es para que se ahorque uno de sus personajes en el tercero).

A tenor de los dos episodios vistos hasta ahora, el equilibrio entre los crímenes y el interés humano es tan ejemplar como el que se daba en la serie británica Happy valley (me está saliendo barba esperando la cuarta temporada, por cierto), aunque, personalmente, soy partidario de que el tono de thriller se vaya imponiendo en próximas entregas. Aunque la colaboración de Pearce y Evans es meritoria, esta miniserie la aguanta solita Kate Winslet en un papel que parece escrito para Elisabeth Moss, especialista en mujeres raritas y atormentadas. Su valeroso esquinazo a su condición de sex symbol (yo diría que ha engordado para la ocasión y que ni se ha dejado tocar por la maquilladora) le ha salido muy a cuenta a ella y al espectador, que le coge cariño a Mare Sheehan, aunque ésta no haga gran cosa para ganárselo. Mare of Easttown puede echarse a perder por el camino o acabar siendo una excelente miniserie. Me inclino por la segunda opción y lamento que no hayan colgado juntos todos sus episodios: estoy un poco mayor para esperar a que cuelguen el nuevo cada lunes, como cuando de pequeño me propulsaba al quiosco ya no recuerdo qué día para hacerme con la nueva entrega de las aventuras del Capitán Trueno, pero eso es lo que hay…