Adam Curtis, televisión y poder
El periodista británico muestra las paradojas del mundo contemporáneo en su nueva serie, ‘Can't Get You Out of My Head: An Emotional History of the Modern World’
17 marzo, 2021 00:10Cuando cayó el muro de Berlín y el final del comunismo profetizaba una transformación radical del mundo, Adam Curtis estaba realizando “documentales sobre perros que hablaban, sobre perros salchicha”. Ahora, más de treinta años después, Curtis se ha convertido en uno de los periodistas de la BBC más punks y, paradójicamente, más prestigiosos gracias a sus series documentales en las que analiza el poder y sus metamorfosis. Con Can't Get You Out of My Head: An Emotional History of the Modern World, estrenada en febrero en el canal online de la cadena pública, reincide en el tema y también en las formas que han hecho de su fórmula periodística una marca de estilo inconfundible.
A grandes rasgos, las series y documentales de Curtis exponen las diversas estrategias de las élites con el fin de mantener el poder y el control de la población. Para Curtis, el poder ni se crea ni se destruye, simplemente se metamorfosea siguiendo la lógica lampedusiana. Esto es, que cualquier transformación política apenas altera las estructuras del poder y las élites, de este modo, siguen ejerciendo su influencia. A pesar de que la ingeniería social sí ha cambiado a lo largo de los años, la realidad, según el periodista, se ha convertido en un bucle infinito de tensiones complejas que jamás parecen resolverse a causa de la poca imaginación de quienes ostentan el poder. “Vivimos tiempos extraños”, dice una y otra vez en sus documentales. Tiempos raros, de situaciones rocambolescas y difíciles, pero gestionadas por una oligarquía decidida a ofrecer una visión simplista de los hechos y de sus decisiones, sentencia.
Igual de fascinantes y provocadoras que sus premisas, las técnicas narrativas de sus trabajos han sacudido el formato desde que el periodista lograra un BAFTA en 1993 con Pandora’s Box (1992). En pleno 2021, hablar de collage, sampleo y remix de imágenes tal vez no sea innovador, pero sí lo era cuando Curtis comenzó a bucear en el archivo de la BBC para mezclar metraje de muy diferente estatus –de anuncios de electrodomésticos de los años 50 a reportajes de viajes o clips con Margaret Thatcher dando consejos de moda– con hits pop y del rock alternativo. Además de, por supuesto, los brutos de los miles de reportajes de la centenaria cadena televisiva, imágenes captadas por operadores que han sabido situar la cámara en el lugar y momento adecuado ofreciéndonos bellísimas o espeluznantes imágenes de nuestro habitar en el mundo. “Son extraordinarias. Un mundo extraño y mágico que está a medio camino entre la vida real y los fragmentos de fatalidad que transmitimos en la BBC”.
Para algunos teóricos de la comunicación y críticos del ámbito audiovisual, existe una enorme contradicción entre el fondo y la forma de los documentales del periodista. Su estilo narrativo ha despertado ciertas suspicacias por, justamente, simplificar relatos, vincular historias que poco o nada tienen que ver y, de esta forma, alimentar la idea de las conspiraciones ocultas en el seno de la sociedad occidental. Charlie Brooker, showrunner de la archipopular serie británica Black Mirror, y con quien Curtis ha colaborado en It Felt Like a Kiss (2009), aparte de amigo personal, considera, por el contrario, que al periodista le interesan “las consecuencias imprevistas de las ideas a lo largo de la historia y su impacto en un nivel profundamente personal”.
Poca duda cabe, por otra parte, sobre cómo la obra de Curtis se sitúa en consonancia con las máximas de Marshall McLuhan al pensar en el medio como el mensaje. Su corta-y-pega audiovisual, que combina y yuxtapone alta y baja cultura, estrellas del hip-hop con guerrilleros del Daesh, sobreimposiciones de letras de canciones pop como si fueran soflamas, entre otras estrategias, se descubre en última instancia como el reflejo del torrente de imágenes descontextualizadas al que estamos sometidos como ciudadanos y, muy especialmente, como espectadores.
Más allá de las críticas a las contradicciones que anidan en su método, los relatos de Curtis son especialmente poderosos y atractivos. Sus investigaciones en torno a las ideas de racionalización y gestión social, herederas de las tesis de Max Weber, y cómo han enraizado en la política, la ciencia y la cultura de los últimos 50 años, moldeando el mundo cada vez más tecnócrata e incierto en que nos encontramos, han florecido en numerosos ensayos documentales. Por ejemplo, su trabajo sobre la teoría de juegos que emergió en la Guerra Fría, las ideas de libertad y las utopías cibernéticas protagonizan las series Pandora’s Box, The Trap: What Happened to Our Dream of Freedom (2007) y All Watched Over by Machines of Loving Grace (2011); mientras que el control de la historia y de la memoria por parte de políticos y élites se debate en The Living Dead: Three Films About the Power of the Past (1995) o Bitter Lake (2015).
Del mismo modo, la regulación y mercantilización del individuo, sus aspiraciones y miedos, son centrales en The Century of the Self (2002) y The Power of Nightmares: The Rise of the Politics of Fear (2004); y la progresiva sustitución de la política por la economía como herramienta de control social se expone en The Mayfair Set: Four Stories about the Rise of Business and the Decline of Political Power (1999). En Hypernormalisation (2016), su penúltimo documental, teoriza sobre el modelo social actual, que denomina como hipernormalizado, donde el control es un simulacro, y la estabilidad, un espejismo puesto en funcionamiento por las corporaciones tecnológicas con el objetivo de diluir la disidencia y mantener el flujo infinito del capitalismo.
En Can't Get You Out of My Head, Curtis ha recogido todas y cada una de las ideas que desarrollaba en sus anteriores series y documentales. Es cierto que muchas de sus hipótesis se repiten intermitentemente en sus obras, pero en esta última serie hay una voluntad de cerrar el círculo, una ambición de ofrecer un trabajo conclusivo. Es más que probable que la pandemia y la nueva era post-pandémica que está por llegar tenga que ver con esa idea de recapitulación, aunque Curtis tampoco olvida que una catástrofe de las dimensiones de la Covid-19 no elimina, por sí sola, los desequilibrios sociales y los errores políticos previos.
Cuando el periodista visitó Madrid en 2017 a propósito de la muestra retrospectiva que el Museo Nacional de Arte Reina Sofía le dedicó bajo el título Una historia natural del poder, explicó en una clase magistral que su próximo proyecto quería reflexionar sobre la idea del fin de los grandes relatos globales y el repliegue del poder hacia una narrativa localista, en virtud de lo sucedido con la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, la salida de Reino Unido de la Unión Europea o el auge del ultranacionalismo en Rusia. Vladimir Putin, Trump o Nigel Farae son algunos de los personajes que pululan por Can't Get You Out of My Head, aunque no son los protagonistas.
A lo largo de seis episodios –casi ocho horas de duración–, Curtis despliega varias historias que van encontrándose capítulo a capítulo con la idea de la paranoia, las contradicciones de las ideologías radicales y el individualismo exacerbado como denominador común que han sembrado la semilla para el retroceso hacia las narrativas nacionalistas. Como personajes principales, Jiang Qing, la mujer de Mao durante los años de la Revolución Cultural; el gánster y activista de Trinidad Michael de Freitas, conocido como Michael X; la activista Afeni Shakur, miembro de las Panteras Negras; el rapero Tupac Shakur, hijo de la anterior; el escritor y activista Edvard Limónov; además de secundarios estelares como el autor de novelas de espías John Le Carré; el cofundador y director ejecutivo de Google Larry Page; o el diseñador y artista Herbert Bayer, entre muchísimos otros. Acompañándolos, suenan temas de Burial, The Specials, The Raveonettes, Henry Mancini, Chris de Burgh, John Barry, Marlene Dietrich, Rod Stewart, Aphex Twin, Gang of Four o This Mortal Coil.
Como en sus anteriores piezas, Curtis enlaza un personaje con otro conformando un tapiz de vidas atravesadas por la Historia que, si bien no ofrece una respuesta sobre el funcionamiento del mundo, sí ayuda a recordar cómo hemos llegado hasta donde estamos y, más interesante, cuál ha sido el punto de partida de todo esto. Y a diferencia de sus otras obras, Curtis asume un rol inaudito. Si en sus trabajos previos se le podía acusar de tendencioso al diluir las fronteras entre el ensayo y el documental a causa de su voz narrativa, en esta ocasión el formato entrevista es dominante y Curtis se reserva una reflexión final conmovedora (y que no vamos a desvelar en estas líneas).
“La última verdad oculta del mundo es que es algo que hacemos y podría fácilmente hacerse de manera diferente”, reza el antetítulo, con el que se abre y clausura la serie. Son palabras del antropólogo y activista David Graeber, una de las cabezas visibles del movimiento Occupy Wall Street, que, en boca de Curtis, se transforman en una defensa de su manera de contar el mundo y en una proclama en favor de la imaginación. No cabe duda de que, en los tiempos que corren, es más necesaria que nunca.