¿Ha afectado el procés independentista las relaciones afectivas de los catalanes? ¿Les ha generado dificultades en el ámbito familiar, de amistades o laboral? Estas son dos de las preguntas que se plantea el documental Ferida oberta. Cercant l'empatia (Herida abierta. Buscando la empatía), que llegará a los cines a mediados de marzo. Basado en entrevistas realizadas a 29 personas de ámbitos e ideologías diversas, esta película de casi dos horas pretende reflejar hasta qué punto la deriva nacionalista vivida en Cataluña desde el convulso otoño de 2017 ha influido en sus vidas. La respuesta, en ambos casos, es afirmativa. Y, a tenor de lo visto, arreglarlo no será tarea fácil.
Así lo explica el cineasta Jesús Ángel Prieto, codirector del documental junto a la psicóloga Rosa Botella, a Crónica Global. La idea de grabarlo surgió cuando ambos se percataron de cómo se enrarecían algunas relaciones entre amigos e incluso grupos de Whatsapp cuando se hablaba de esta cuestión. “A partir de ahí, tirando de amigos y de amigos de los amigos, de compañeros, buscando gente de todos lados --también políticos y académicos--, empezamos a trabajar”, recuerda.
"Les extraña que otros sufran"
Y una de las cosas que pudieron constatar durante el rodaje --acabado poco antes de la sentencia del juicio del procés-- es, a grandes trazos, la existencia de tres grandes grupos claramente diferenciables. Por un lado, los independentistas de toda la vida, “que vieron la oportunidad de hacer historia con toda su buena intención. Personas que creían que con la independencia tendríamos un país estupendo, que lo vivían con alegría, ilusión y generosidad, pensando que todo iba a mejorar. Pero que, al mismo tiempo, cuando se les dice que otros sufren porque no lo ven así, les extraña. Y que ignoran, no teniendo la constancia próxima, a quienes lo viven de otra forma”.
Este segundo grupo, muy amplio y heterogéneo, lo integran los no independentistas, y abarca “desde españolistas hasta anarquistas, pasando por socialdemócratas y comunistas”, que sienten cómo se produce “la ruptura de un Estado que creen mejorable en muchos casos, y que de repente se vieron excluidos. O, como dice uno de los testimonios: exiliado en mi patria, porque no cuentan conmigo, de repente desaparecí. O bien otro que dice que antes iba a las Diadas del 11 de septiembre, pero desde que la convirtieron en independentista, se sintió atacado, porque le quitaban su espacio político”.
Y, en tercer lugar, están los conversos. Personas que “lo están pasando muy mal”, entre otras razones porque han puesto toda su fe en la causa y no admiten que su nuevo anhelo no se cumpla. Con el fenómeno añadido, en su caso, de que “cuando se empieza a dudar, volver al lugar del que se ha renegado provoca un malestar horroroso”.
Sensación de abandono y de no existir
Tres grandes grupos que, cada uno a su manera, han sufrido y sufren por culpa del procés. En el caso de los no independentistas, sobre todo, por la sensación de abandono y de no existir para los actuales dirigentes de la Generalitat: “Hay testimonios que se quejan de que se sienten excluidos en su país, de que su presidente no piensa en ellos. Alguno dice que no se está gobernando para la gente pobre, que se ve alejada de cualquier posibilidad de que se les atienda, porque la prioridad es otra”.
Los directores del documental pudieron constatar este desamparo incluso en el preestreno de la película, el pasado 31 de enero en el cine Maldà de Barcelona: “Muchos de los espectadores nos decían que venían porque necesitaban consuelo, ver que hay más gente que se ha sentido excluida”. Aunque, por otro lado, desde el independentismo abundan quienes niegan esta realidad. “Gente que dice que no pasa nada, que se exagera, que esto sólo hace crecer una herida que antes no existía. Incluso amigos nuestros nos preguntan por qué entramos en este jardín”.
Dolor por el 1-O y los políticos presos
En sus 114 minutos de duración, el documental refleja todos los posicionamientos: desde los independentistas que se sienten heridos por las “palizas” de las cargas policiales realizadas en algunos centros de votación durante el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, hasta los que no lo son y se sienten intimidados, por ejemplo, por la omnipresencia de simbología secesionista y de apoyo a los políticos presos en el espacio público. También la angustia de quienes se sienten atrapados “por los extremos de uno y otro lado”, y que se preguntan “cómo hemos podido llegar hasta aquí”. O las quejas de los no nacionalistas porque les llaman “antidemócratas, franquistas o falangistas”. Y también las lágrimas de quienes sufren por el encarcelamiento de los dirigentes que impulsaron el procés y la declaración unilateral de independencia del 27-O.
Trailer FERIDA OBERTA from jesus-angel prieto on Vimeo.
Insomnio y problemas de salud
Traumas sobre los que también habla en el film la doctora Isabel Giralt, así como otros de testimonios que ”ya fuera de cámaras, nos explicaban más cosas que no habían dicho”. Constancia de casos de insomnio, taquicardias, de problemas de salud, o incluso en el trabajo por toda la angustia vivida...
Un sufrimiento al que tampoco han sido ajenos los simpatizantes independentistas, ya sea por los casos de violencia en algunos centros de votación el 1-O, primero, o por el encarcelamiento de los impulsores del procés, después. En este último caso, señala Prieto, se da un componente afectivo que ejerce “como prolongador de la causa al no materializarse la independencia”. Para ellos “los presos políticos son intocables, son nuestros presos. Los sienten como algo muy propio, como si fueran familiares de primer grado. Es un tema muy sensible”.
"Disonancia cognitiva"
Dos mundos, y dos visiones, alejados por una misma causa. Algo que dificulta aún más que esa herida cicatrice: “Como dice otra persona del documental, hay una disonancia cognitiva. Y eso hace que, muchas veces cuando oyes hablar, cuando hablas, o cuando preguntas, ves que el marco mental es diferente. Unos hablan de la represión del Estado, de los golpes del 1-O… y otros de la exclusión y un cierto miedo a quedarse sin país. Varios incluso pensaron en emigrar, en irse de Cataluña”, explica Prieto.
¿Y quién es responsable de la fratura? “Como autores del documental no llegamos a tanto, aunque tengamos nuestra opinión. Se ha dado especie de ola social. Han habido grupos políticos y de intereses que han visto que esto era una opción, y eso ha ido avanzando claramente, sobre todo ignorando a la otra parte”, valora. En este sentido, Prieto recuerda la poca repercusión que tuvieron en su día las declaraciones de Andreu Mas-Colell, ex consejero de Economía durante el mandato de Artur Mas, cuando apuntó que la independencia no es viable económicamente. O la inexistencia de un debate abierto sobre el referéndum, “ni siquiera en TV3”, donde, a su juicio, “las opiniones de los no independentistas aparecen de forma aislada, frente a una mayoría de independentistas” y buscando en general “posiciones antagónicas”.
Busca de la empatía
Por todo ello, Prieto apela a la “búsqueda de la empatía” de la que habla el subtítulo de Ferida Oberta: “Se necesita pragmatismo social, el seny ("sensatez) de este país, como dice otro testimonio”. Y recuerda cómo, a lo largo de su historia, Cataluña también ha vivido otros momentos de rauxa ("furia") de los que luego se sobrepuso. “Puede producirse el llamado síndrome de Quebec. En esta región canadiense han habido varios referéndums. Y quieren ser quebequeses, pero no independientes. Seguramente eso también pasará aquí. Los independentistas irredentos no se sienten españoles, pero tampoco se pueden ir de España. Y en las encuestas se ve cómo un sector mayoritario se siente igual de catalán que español. Aunque luego ganan los partidos independentistas, que con el 1-O se han dado un tortazo contra una puerta pintada en la pared”, valora.
Reconocer la herida
El cineasta, pese a todo, no pierde la esperanza, y valora de forma especial otro testimonio que sostiene “que necesitamos debates serenos. Que la herida se cierra si se reconoce que la tenemos. Y que hay que convivir con ella”.
Su deseo, como es obvio, es que el documental sirva para acercar posturas, que ambas partes se comprendan y contribuir a la reconciliación: “Queremos llevarlo a toda Cataluña. La gente que lo ve busca esa empatía, y ponerse en el lugar del otro. Lo afectivo depende de cada unos de nosotros”, concluye.