La niña de ninguna parte
'Emergence' es una serie estupenda que no confía el éxito a los efectos especiales, sino a la extraña relación de confianza mutua entre una policía de pueblo y una cría perdida
26 octubre, 2019 00:00Siempre dispuesto a llamar la atención del lector sobre propuestas audiovisuales que corren el riesgo de pasar injustamente inadvertidas entre el permanente alud de novedades en todas las plataformas de streaming, hoy salgo en defensa de Emergence, que emite Movistar y que es una extraña mezcla de ciencia ficción y comedia costumbrista protagonizada por una niña que nadie sabe de donde viene y una policía de pueblo.
Todo empieza cuando, en un villorrio de Long Island, aparece estrellado en la playa un avión sin supervivientes. La policía en cuestión es Allison Tolman, a la que descubrimos en Fargo (la serie, no el largometraje de los hermanos Coen protagonizado por Frances McDormand) en un papel muy similar: esta mujer parece haber nacido para lucir permanentemente el uniforme de poli rural. La niña, Alexa Swinton, es un prodigio de doce años de edad con una insólita capacidad para hacerte empatizar con su personaje, que no sabe quién es, de dónde viene, quiénes son sus padres o cómo se llama (la poli la rebautiza como Piper). Piper aparece en la playa, oculta tras unos arbustos, cuando la poli se acerca a ver qué ha pasado. ¿Formaba parte del pasaje del avión siniestrado? En ese caso, ¿cómo ha conseguido sobrevivir? Piper no tiene respuesta para nada, pues nada recuerda de lo sucedido antes de ser encontrada tras esos matojos.
Ante la aparición de una siniestra agencia gubernamental empeñada en rodear de secretismo el accidente y la de una pareja que aseguran ser los padres de Piper, pero no lo son, la jefa de la policía local decide acoger bajo su ala a la infortunada niña, que parece propensa a sufrir todo tipo de amenazas. Mientras colabora con un periodista de investigación, sale a la palestra un personaje que da miedo nada más verlo: Richard Kindred (Terry O´Quinn, de Salvados, especializado en papeles inquietantes desde que lo descubrimos en Expediente X), gran patrón de Augur Industries, importante compañía tecnológica que algo parece tener que ver con el accidente aéreo, la niña de ninguna parte o ambos asuntos. Y hasta ahí puedo leer para evitar caer en el temido spoiler.
Aparte de las cosas que pasan en Emergence -y pasan muchas-, cabe destacar la química entre Tolman y Swinton, que introduce lo que Graham Greene llamaba el factor humano en una serie que podría haberse decantado fácilmente por la ciencia ficción protagonizada por monigotes, como sucede con más frecuencia de la necesaria. La jefa de policía no es un sex symbol, sino una mujer algo rolliza y de presencia bondadosa que intenta siempre hacer lo que debe. La situación la supera y no lo oculta. Y aunque ya tiene una hija -más un exmarido que, como el de la célebre ranchera, se muere por volver-, no duda en adoptar a Piper de lo desvalida que la ve. Y Piper no es exactamente quien aparenta, pero, una vez más, hasta ahí puedo leer.
En resumen, una serie estupenda que no confía el éxito a los efectos especiales, sino a una extraña relación de confianza mutua entre una poli de pueblo y una cría perdida, sometidas ambas a fuerzas que parecen superarlas. Llevamos cinco episodios irreprochables y, aunque la crítica no se haya fijado mucho en ella, Emergence merece ser seguida por una audiencia siempre al quite.