Violada y ninguneada
Basada en la historia real de una mujer agredida sexualmente en una residencia universitaria, la serie 'Creedme' muestra una mezcla de géneros que funciona
12 octubre, 2019 00:00La nueva serie de Netflix Creedme -en inglés, Unbelievable (Increíble)- está basada en hechos reales y, según quienes los protagonizaron, es de una fidelidad admirable. Basándose en un artículo de prensa (a cargo de Christian Miller y Ken Armstrong), que ganó un premio Pulitzer en 2016, Susannah Grant, la creadora de esta miniserie de ocho episodios, ha fabricado una historia que capta la atención del espectador de inmediato. Veamos: una adolescente con una vida de perros -padres impresentables, casas de acogida, actitud vital no siempre del agrado de sus mayores- es violada en su cuarto de la residencia universitaria en la que cursa sus estudios. Para ella, es una desgracia más en un largo rosario de desdichas, pero no está dispuesta a callársela. Por eso acude a la policía que, basándose en su historial y en su actual manera de ir por el mundo, se empeña en no creerla y hasta llega a amenazarla con una demanda judicial por falso testimonio. La chica se desdice para evitar ulteriores problemas (ya arrastra los suficientes), pero lo único que consigue es que sus compañeros de curso, que se solidarizaron con ella tras la agresión, la traten como a una apestada después de eso.
Afortunadamente, dos inspectoras de policía -excelentemente interpretadas por Toni Collette y la para mí desconocida Merritt Wever- consiguen conectar su caso con otros muy similares sucedidos recientemente no muy lejos de allí (interesante apunte sobre la descoordinación entre los miembros de diferentes comisarías, aunque una esté a pocos kilómetros de la otra). Las dos inspectoras no pueden ser más distintas: el personaje de Collette es una fatalista rayana en el cinismo que no cree prácticamente en nada, mientras que el de Wever es una buena chica cristiana que va a misa los domingos y cree en la bondad del ser humano. Durante sus pesquisas se irán influyendo mutuamente y llegarán al final de la historia algo cambiadas, para bien: cada una de ellas tiene algo que le falta a la otra y que ambas necesitan sin saberlo.
Pertinente reflexión sobre el abuso sexual a las mujeres disfrazada de thriller, Creedme muestra una mezcla de géneros que funciona como un reloj suizo, sin inclinarse en exceso hacia un lado u otro. La parte policial es impecable, y la parte, digamos, social huye de las moralejas facilonas y del tono de sermón que a veces lastra este tipo de productos. La historia termina con un final cerrado, pero como ha funcionado muy bien, ya se oyen rumores acerca de una segunda temporada. Aunque a veces estas continuaciones salen bien -pensemos en la excelente The sinner-, en este caso no lo veo tan claro: la eficacia y contundencia de Creedme va directamente unida al hecho de estar basada en una historia real y no necesita prolongarse en el tiempo porque ya ha dicho todo lo que quería decir. Y lo ha dicho muy bien.