¿Es la paternidad una heroicidad?
Reflexión acerca de la representaciones paterna y materna en los dibujos animados tras el visionado de la nueva entrega de 'Los increíbles'
5 septiembre, 2018 00:00Una de las frases más celebradas de la última entrega de Los increíbles 2 (Brad Bird, 2018), y tal vez el centro neurálgico de la película, es la pronunciada por la diseñadora de trajes Edna Moda, cuando le suelta a un cansadísimo Mr.Increíble: “La paternidad es una heroicidad, si se hace bien”. Efectivamente el superhéroe está teniendo graves problemas ante la misión que le ha sido encomendada. Su mujer, Elasticgirl, ha decidido no dejar pasar una oferta profesional como superheroína mediática y Bob Parr, el nombre civil de Mr. Increíble, debe hacerse cargo en solitario de la intendencia del hogar y del cuidado de los tres hijos. Él, que va muy de sobrado al principio, acaba indefectiblemente sepultado entre montañas gigantescas de pañales del bebé Jack-Jack, arrasado después por las emociones desbocadas de la adolescente Violet y finalmente derrotado al no poder con los problemas de matemáticas de cuarto de primaria que el mediano Dash tiene como deberes.
La película, ya más Disney que Pixar, no está mal, pero no deslumbra como lo hizo la primera con aquel cóctel perfecto que mezclaba una parte de James Bond, dos de Whatchmen y el resto de gozosa peli infantil. La que nos ocupa igual se deja ver por mayores y pequeños con gusto. Esta vez, catorce años después de la primera parte, Brab Bird nos entrega una película lastrada por una trama un tanto previsible y un retrogusto agridulce, pero de una factura técnica virguera y multitud de temas para improvisar un cinefórum casero de lo más entretenido. La obra se presenta, entre otras cosas, como un alegato a la igualdad de géneros, con la coartada feminista como excusa, y sin embargo, hay algo que no acaba de funcionar.
Brab Bird, director de la producción Los increíbles 2
Empecemos por analizar las características de la familia superheróica de Pixar: el poder principal de Mr. Increíble es que posee una fuerza descomunal, el superpoder de su esposa es la “elasticidad”. Su hija primogénita puede volverse invisible a voluntad, así como crear escudos de protección, mientras que el hijo mediano dispone de hipervelocidad; el pequeño de la saga posee a su vez un combo de múltiples superpoderes todavía incontrolables. Hagamos la cuenta. Rapidez, fuerza e insensatez por parte masculina; flexibilidad, protección e invisibilidad por la femenina. ¿Les suena? Hay algo profundo en las representaciones de los superpoderes que entroncan con antiguos cultos, con vírgenes y héroes y leyendas, pero no me nieguen que algo huele a podrido en Dibuland.
La representación de las figuras paterna y materna en los dibujos animados ha sido siempre problemática. Desde el mismo inicio del género las madres han solido desaparecer pronto (Bambi, Cenicienta, Blancanieves, Dumbo) y la figura femenina ha sido identificada con la madrastra malvada de los cuentos clásicos. La figura paterna era acaso solo una promesa improbable de salvación y una voz ronca. En otros dibujos primigenios, los adultos ni siquiera aparecían y su voz era el sonido de una trompeta con sordina.
Desde entonces la cosa, aparentemente, ha cambiado mucho. Una de las cosas que más me sorprendieron en los primeros años de ser padre fue la dificultad de encontrar referentes positivos de tal papel. Supongo que los guionistas, cansados del rol de pater familias clásico y machirulo –aquí se hace lo que yo mando– optan por una nueva versión de la masculinidad papanatas y desastrosa. Tal vez el mejor peor padre del mundo sea Homer Simpson, un dipsómano borderline adicto al colesterol malo, pero de buen corazón. También el padre de la serie infantil Peppa Pig es un desastre porcino; es incapaz de proponer nada, no tiene fuerza de voluntad; como Richard el conejo pater familias de El asombroso mundo de Gumball. Todos ellos son en realidad un hijo más, concretamente un hijo grande e incapaz.
Marge Simpson
Incluso el padre de Nemo, solo asume un papel protagónico debido a la desgraciada muerte de la madre. Y así tantas otras. Parece que el clásico “cuando seas padre comerás huevos” ha sido sustituido por un “cuando seas padre serás vilipendiado”. Entiendo la burla. Es sanísimo reírse del arquetipo poderoso, pero mucho me temo que nos hemos olvidado de proponer uno nuevo. La igualdad deseada solo se consigue con los nuevos modelos en los roles de los hombres.
La desaparición del rol paterno deja a las madres todo el peso del ejemplo, de la educación y de la carga familiar y hogareña, una exigencia excesiva que desempeñan sin mayores dificultades, perpetuando una dedicación total, el sacrificio sonriente y unas habilidades imposibles desarrolladas con naturalidad y modestia. Pensemos en Hermione Granger, en Marge y Lisa Simpson, en la gata Nicole, la madre de Gumball que se consume en ataques de ira espontáneos de puertas afuera pero es una madre ejemplar dentro de casa, en la propia Elasticgirl. Todas hiperresponsables, guapas, limpias y comprensivas. Sin apenas espacio para el error, la superficialidad o la diversión. ¡Qué jaula de oro para nuestras compañeras e hijas! Desde aquí reivindicamos poder ser madres y padres imperfectos pero no desastrosos, armados de sentido común y relax, de aciertos y errores. Para que la paternidad y la maternidad no tengan que ser nunca más una heroicidad.