Carbono, mujer; Silicio, hombre. Una historia de amor subterránea, con la pretensión de recordarnos que, a pesar de todo, los humanos tienen cosas que los hace únicos y necesarios. Pero, cuidado, porque tienen la lleva de la autodestrucción. El cómic tiene una enorme capacidad para llevarnos a mundos muy particulares. Y algunos dibujantes, con sus propios textos, tienen esa rara habilidad para jugar a ser Dioses. Es el caso de Mathieu Bablet, que presenta en Carbono y Silicio, publicado en español por Dibbuks, un mundo que ya está aquí, pero que no queremos ver del todo, con la Inteligencia Artificial en primer término. El futuro, sin embargo, podría no ser muy generoso. Aunque todo dependerá de esos seres humanos que han sido capaces de generar el monstruo. ¿Pero qué propone Bablet?
{Solos, otro de los cómics que atrae a un número enorme de lectores}
El gran miedo es que los humanos hayan podido ser capaces de generar una Inteligencia Artificial general, capaz de pensar por sí misma y correr sola. Y llegar a la conclusión que expone Carbono, una Inteligencia Artificial que tendrá un privilegio. El dibujante francés lleva al lector hacia mundos desconocidos, salta etapas de forma acelerada. El recuerdo de Blade Runner siempre está presente. Pero la belleza del dibujo de Bablet es descomunal y los textos, con niveles distintos de interpretación.
Las dos primeras Inteligencias Artificiales con un cuerpo físico se presentan al lector: Carbono, una fémina, con Silicio, un cuerpo masculino. Se crean en un lugar remoto, y sólo accede a él la creadora, Noriko. Los dos podrán disponer de toda la información de la red y a cualquier sistema que esté conectado a ella. Cuando Noriko les pregunta por el primer pensamiento que tienen, Carbono no lo duda: “El verdadero problema del planeta son los humanos”, y, por tanto, “la única solución es destruirlos a todos”. Ojo. Porque, tal vez, sea verdad: el planeta seguirá, de otra manera, tal vez no como le gustaría a los humanos, con cambios drásticos en el clima, con retos extremos para sobrevivir. Ante la perplejidad de Noriko, llega casi lo peor, y es que Carbono sabe bromear. Señala que es una broma y que ese argumento, sobre la necesidad de destruir a los humanos, parece en un montón de obras de ficción. Lo sabe. Está en la red.
Los humanos creen que pueden controlar a sus criaturas. Pero siempre son capaces de hacer excepciones. Las dos Inteligencias Artificiales dispondrán solo de 15 años de vida, y después quedarán desactivadas. Sin embargo, se decide que la conciencia no desaparecerá, y que podrán saltar a otros cuerpos androides en cualquier parte del mundo. Pasan siglos, y lo que podría llegar no nos gustará. Bablet ha pensado en ello, parece que lleva toda la vida imaginando lo que nos podrá suceder. Los dibujos, los detalles de cada imagen, impactan al lector, y se constata que las nuevas tecnologías tendrán mucha influencia, pero no podrán superar la emoción que a un –todavía—humano nos produce un trazo, un color, un matiz en el papel.
Las actitudes de Carbono y Silicio son opuestas, aunque entre ellos mostrarán esa relación de amor, de necesidad mutua, allá dónde se dirijan. Carbono busca la integración, quiere formar parte de la sociedad, desea convivir. En cambio, la versión masculina de la Inteligencia Artificial se siente atraída por el viaje, por conocer el mundo, en solitario. Los dos sentirán la necesidad de verse, cada cierto tiempo. Pero las dos posiciones nos recuerdan la gran verdad del ser humano, la convivencia y el aislamiento, la necesidad de vivir en sociedad, y la de sentirnos vivos con nosotros mismos.
Con el estilo del manga, el dibujante ahonda en lo más profundo del ser humano, a través de 270 páginas densas. Carbono y Silicio es el tercer álbum en español de Bablet, tras La Bella Muerte y Shangri-La, con temáticas similares, todos en Dibukks.
En un formato grande, con tapa dura, el libro es una obra de arte en sí misma. Cuando abrimos la portada, nace un nuevo mundo, el de Bablet. El cómic, bien dirigido, sigue teniendo un enorme poder de atracción. Y, en este caso, lleva un valor añadido para todo aquel que le guste el objeto, el arte, el libro-arte.
La cara de Carbono, con sus continuas transformaciones, se queda en la mente. Es una Inteligencia Artificial, sí, pero, ¿cómo seremos los humanos en los próximos siglos? ¿Cómo Carbono y Silicio? ¿O sufriremos un enorme retroceso? El diálogo del lector con Bablet se produce en todo momento. Quizá es lo que, precisamente, desea el dibujante francés.