La mirada de Annie Leibovitz (Waterbury, Connecticut, 1949) se encuentra tras algunas de las imágenes más icónicas de los últimos tiempos. John Lennon, desnudo, abrazado en posición fetal a Yoko Ono en su apartamento neoyorquino, pocas horas antes de morir; Whoopi Goldberg sumergida en una bañera repleta de leche o Demi Moore posando sin ropa, embarazada de siete meses, son algunas de sus fotografías más célebres.
Por delante de su objetivo ha desfilado una nutrida troupe de artistas, intelectuales, atletas, modelos y celebridades de muy diversos ámbitos: Keith Richards, Patty Smith, Miles Davis, Carl Lewis, Nicole Kidman, Angelina Jolie, Ralph Lauren, Kate Moss, Karl Lagerfeld, Sarah Jessica Parker, Hillary Clinton, Michelle Obama y la mismísima Isabel II de Inglaterra. Su provocador talento ha ilustrado las portadas de Rolling Stone, Vanity Fair y Vogue durante cinco décadas. Editado por Pahidon, Wonderland recopila más de 340 fotografías, algunas de ellas inéditas, acompañadas de historias descriptivas escritas por ella misma, fruto de sus encuentros con la moda.
Wintour-Leibovitz: historia de una fructífera relación
La historia que guarda este libro comenzó hace muchos años. Cuenta Anna Wintour, en el prólogo, que mucho antes de convertirse en la editora de Vogue ya admiraba las fotografías de Leibovitz. Sin embargo nunca pensó que este mundo le pudiera interesar. La todopoderosa Wintour reconoce que se equivocó, “en unos pocos años, Annie, en colaboración con editores visionarios como Grace Coddington, Tonne Goodman, Sara Moonves, Phyllis Posnick, Camilla Nickerson y Alexandra Kotur, no había fotografiado simplemente moda, sino producido muchos de los retratos canónicos de nuestro tiempo”.
En 1999 realizó su primera incursión en la alta costura. Aquel año cubrió para Vogue las colecciones que se mostraban en París. Acudió a los shows de Galliano para Dior en la Orangerie de Versalles, de Alexander McQueen para Givenchy en el hotel Ritz y al de Karl Lagerfeld para Chanel en el museo del Louvre. En esos días también fotografió a Kate Moss, Puff Daddy y Sean Combs en exclusiva para la revista, con la capital francesa como rutilante estudio. Fueron jornadas frenéticas de muchos nervios, ante la escéptica mirada de la legendaria estilista Grace Coddington. “He trabajado con Grace muchas veces desde entonces, y cada vez es como empezar desde cero. El mejor trabajo que he hecho en moda es probablemente mi trabajo con Grace, pero cada vez que trabajamos juntas, Grace señala que no sé absolutamente nada”, relata la fotógrafa en las primeras páginas del libro. La experiencia mereció la pena. Aquel universo fantástico le fascinó, no eran simples desfiles, eran performances artísticas. Desde entonces su vinculación con la industria ha sido constante.
Érase una vez… una producción de moda
Para la fotógrafa estadounidense, considerada una leyenda viva por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, la moda siempre ha estado muy presente. “La moda influye en todo, pero, para mí, la fotografía siempre es lo primero, lo más importante. Y la fotografía es tan grande que puede abarcar periodismo, retrato, reportaje, fotografías familiares, moda… Mi trabajo para Vogue alimentó el fuego para un tipo de fotografía que, de lo contrario, tal vez no habría explorado”, asegura.
Al contrario que su admirado Cartier-Bresson, Leibovitz no espera al instante decisivo, ella lo crea. Sus producciones son todo un espectáculo. “Nada es imposible de fotografiar para Annie; ninguna solicitud es demasiado extravagante, demasiado extraña, demasiado difícil”, apunta Wintour. Annie es especialista en construir escenarios oníricos, muy teatrales, donde los retratados se transforman en fabulosos personajes de cuento. Unas superproducciones que solo la fotógrafa mejor pagada del mundo se puede permitir.
En 2003, realizó para Vogue uno de sus trabajos más aclamados: Alice in Wonderland. Las tomas se hicieron en los jardines de un castillo al norte de Francia. La modelo Natalia Vodianova se convirtió en una glamurosa Alicia vestida y acompañada por Tom Ford, Marc Jacobs, Jean-Paul Gaultier, Karl Lagerfeld, Christian Lacroix y John Galliano caracterizados para el reportaje como los alocados personajes del cuento. Dos años más tarde sería la actriz Keira Knightley la que calzaría los zapatos rojos de Dorothy en la sofisticada interpretación de The Wizard of Oz.
Fotógrafa de los poderosos
En Wonderland, además de sus famosas producciones para Vogue y Vanity Fair, pueden verse algunos de los retratos que, durante su carrera profesional, ha tomado a las personalidades más influyentes del planeta. Desde Kim Kardashian y Kaney West, Lady Gaga y Lena Dunham, hasta figuras de la talla de Hillary Clinton y Michelle Obama, a las que ha fotografiado en numerosas ocasiones, la desaparecida jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg, Kamala Harris, Nancy Pelosi y a la actual primera dama, la doctora Jill Biden.
Pero quizá la figura más mediática de todas ellas sea Isabel II de Inglaterra. Leibovitz tuvo el honor de ser la primera estadounidense en inmortalizar con su cámara a la longeva monarca. Explica en el prefacio que la primera vez que la fotografió, en 2007, pretendía que posara a lomos de un caballo en los jardines del castillo de Windsor, pero esta no accedió, ni caballo ni Windsor, las fotos se hicieron en el palacio de Buckingham. La segunda oportunidad fue en 2016, con motivo del nonagésimo aniversario de la reina. Tampoco en esta ocasión pudo ser como a ella le hubiese gustado: en Balmoral, con la soberana ataviada con botas de caucho conduciendo su Range Rover. Su majestad tenía otros planes bien distintos. La sesión se llevó a cabo en Windsor junto a su hija, sus nietos y bisnietos y sus queridos perros, todo mucho más formal. No todos dan carta blanca a esta gran dama de la fotografía.