El arte de la pintura esconde todo tipo de secretos y anécdotas que se han ido sumando a lo largo de los siglos, aunque si un cuadro parece ser una gran interrogación ese es La Gioconda o Mona Lisa de Leonardo da Vinci. Tanto es así, que se sigue estudiando a fondo para conocer cada uno de los misterios que han surgido en torno a él.
Y el último hallazgo ha corrido a cargo de un estudioso llamado Pascal Cotte, quien cree haber descubierto cuál fue la técnica utilizada por el genio italiano del Renacimiento para pintar la célebre obra.
Da Vinci y el "spolvero"
Al parecer el florentino utilizó la técnica conocida como spolvero, ya que se han encontrado trazos de carbón en la obra después de haber llevado a cabo un minucioso análisis multiespectral. Esto significa que Da Vinci hizo en primer lugar un boceto para después culminar la Mona Lisa.
Este estudio tuvo como origen la creencia de que el artista había utilizado el lienzo con anterioridad para hacer otros dibujos. Sin embargo, lo que hizo Leonardo fue la citada técnica del spolvero, que consiste en perforar pequeños agujeros en los contornos del dibujo para emplear polvo de carbón.
Los enigmas de "La Gioconda"
Resulta curioso cómo esta pequeña obra se ha convertido en una de las más famosas del mundo y es una de las grandes atracciones del Museo del Louvre. El motivo son la gran cantidad de enigmas que han surgido a lo largo de la historia: desde la famosa sonrisa hasta la identidad de la mujer que aparece retratada.
Aparte del modo en que la pintó, en el año 2011 también se descubrió que en los ojos de la Mona Lisa había escritos minúsculos números y letras, concretamente el 7 y el 2, y la L y la S. Como era de esperar, las elucubraciones son muchas, especialmente después de que las obras del artista fueran utilizadas en El código Da Vinci de Dan Brown para proponer nuevos misterios.
Misterios y curiosidades
Por supuesto, La Gioconda no es el único cuadro que esconde enigmas. Otro de los genios del Renacimiento, Miguel Ángel, también solía incluir mensajes ocultos en sus obras y las pinturas de la Capilla Sixtina esconden unas cuantas, aunque la más famosa de todas es la referente a la escena más icónica de la misma, cuando Dios extiende su dedo hacia el dedo de Adán.
Pues bien, la parte en la que se ve la representación de Dios se asemeja a un gran cerebro, de manera que se piensa que el pintor quería exponer que otorgaba al ser humano el conocimiento divino, demostrando además el gusto de Miguel Ángel por la anatomía humana, de la que era un gran estudioso.
Artistas detallistas
Hay pintores que se caracterizan por la gran cantidad de detalles que incluyen en sus obras. Por ejemplo, en el Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, Jan van Eyck plasma a los espectadores de la escena en el espejo que se ve al fondo. Y al parecer uno de ellos es el propio autor con el brazo levantado.
Aunque si hay un cuadro lleno de escenas perturbadoras, ese es El jardín de las delicias, de Hieronymus Bosch, el Bosco. En la parte dedicada al infierno, el autor se deja llevar con imágenes de todo tipo, destacando en la parte inferior a un personaje con el trasero al aire y con una partitura musical escrita sobre él. Lo más curioso es que esa partitura da como resultado una melodía cuanto menos curiosa.
Lo que la suciedad esconde
Otras curiosidades de las obras más icónicas de la pintura internacional han sido descubiertas una vez que se han “limpiado” los cuadros. Por ejemplo, La compañía militar del capitán Frans Banninck Cocq y el teniente Willem van Ruytenburgh de Rembrandt es más conocido como La ronda de noche. Sin embargo, cuando en 1947 se llevó a cabo su restauración, se percataron de que una capa de hollín lo cubría, de manera que la ronda realmente era diurna.
Por otro lado, la Vista de la playa de Scheveningen, Hendrick van Anthonisen, mostraba a un grupo de gente que se reunía en la playa, pero ¿para qué? La respuesta se halló tras retirar una capa de barniz que escondía a una enorme ballena varada.