La historia de cualquier país se cuenta por sus batallas y por sus edificios. Algunos de ellos se mantienen solo en el recuerdo, otros siguen en pie y recuerdan ese pasado.
Cataluña no es una excepción y, en una de las zonas más exclusivas de su territorio, conserva un edificio de origen medieval con más usos de la historia. No sólo fue fortaleza y mantiene su estructura, sino que fue convento y ahora es bodega, casino, restaurante con estrella Michelin y patrimonio cultural. Se trata del Castillo de Peralada.
Su nombre es muy conocido por los catalanes, en cambio, no todo el mundo sabe todo lo que esconde esta fortaleza medieval reconvertida en monumento. Basta atravesar su acceso, flanqueado por torres almenadas cubiertas de hiedra, para entender que es mucho más que un museo o edificio histórico.
Entre sus paredes se esconde un microcosmos cultural donde siglos de arquitectura, enología, música y patrimonio conviven en armonía. Un rincón único en pleno corazón del Empordà.
De fortaleza medieval
La historia del castillo empieza a documentarse en plena Edad Media, Ya aparece documentado que, en 1285, la primera fortaleza, originaria del antiguo vizcondado de Peralada, fue completamente arrasada durante la llamada cruzada contra Aragón.
La historia es trágica. Las tropas de Felipe el Atrevido incendiaron la villa y el fuego acabó con su fortificación defensiva. Aunque ni por mucho tiempo.
Palacio renacentista
A partir de sus ruinas, la noble familia Rocabertí decidió levantar un nuevo palacio extramuros, sentando así las bases del edificio actual. El nuevo complejo creció alrededor de un patio central, al estilo de los grandes palacios renacentistas.
Sus propietarios fueron incorporando elementos paisajísticos, jardines de inspiración francesa y salas de representación que hoy marcan la personalidad del conjunto. Con el tiempo, las distintas remodelaciones fueron consolidando esa imagen romántica que lo caracteriza.
Castillo de Peralada
Solo ver la perfecta silueta del castillo ya lleva al medievo, pero también a esa imagen típica de los cuentos. La hiedra sube por sus muros y torres, los jardines y estanques palaciegos rodean la fortaleza y las calles empedradas del municipio prosiguen su estela medieval.
Todo el conjunto es digno de visita y admiración. La fortaleza es todo lo que se le pide a un castillo medieval. Aunque dentro hay mucho más.
De palacio a convento
La fortaleza fue también monasterio y aún se puede ver esa parte dedicada al recogimiento. A finales del siglo XIII y principios del XIV, los Rocabertí cedieron parte del recinto a los carmelitas para fundar un convento.
De aquel espacio sobreviven hoy la Iglesia del Carmen, un templo gótico de notable pureza, y un claustro que sigue siendo uno de los más serenos del Empordà. Sin embargo, estos espacios, perfectamente restaurados, albergan hoy buena parte del Museo del Castillo de Peralada.
Un museo con Historia
El museo no es un simple anexo: forma parte esencial del relato del castillo, pues en él se custodian algunas de las colecciones privadas más relevantes de Cataluña.
Uno de los grandes secretos del castillo es su extraordinaria biblioteca, considerada una de las más valiosas de propiedad privada en España. Con alrededor de 80.000 volúmenes, manuscritos, incunables y ediciones raras, es una de las colecciones más impresionantes del país.
Biblioteca del Castell de Peralada
Su joya más famosa es la colección de mil ediciones de El Quijote procedentes de diferentes épocas y rincones del mundo, un patrimonio que haría palidecer a más de una biblioteca nacional.
Aunque su acceso está restringido para proteger los fondos, las visitas guiadas permiten apreciar parte de su estructura, su mobiliario histórico y la atmósfera de gabinete intelectual que marcó la vida cultural de los antiguos propietarios.
Las colecciones de Peralada
El conjunto museístico incluye también uno de los museos de vidrio más importantes de Europa, con piezas que abarcan desde la antigüedad clásica hasta la producción moderna. Copas, recipientes rituales, floreros, frascos venecianos y delicadas piezas de cristal centroeuropeo componen una colección sorprendente por su amplitud y su conservación.
A esta se suma una muestra de arte sacro, objetos litúrgicos y una selección de escultura y pintura que completa un recorrido que suele superar las expectativas de los visitantes.
Una bodega exclusiva
Por ahora ya se cuentan tres funciones de un mismo edificio: fortaleza, convento y museo. Pero hay más. Antes de ser sala de exposiciones, fue también bodega.
Ya en el siglo XIV los carmelitas elaboraban aquí sus propios caldos, y esa tradición vitivinícola ha llegado hasta nuestros días de la mano de la familia Suqué Mateu, propietaria del complejo desde 1923.
Jardines del Castell de Peralada
La Bodega Perelada, integrada en el conjunto del resort cercano el castillo, produce algunos de los vinos y cavas más reconocidos de la DO Empordà.
Visitar sus instalaciones, ubicadas a escasos metros del castillo, permite entender cómo se ha transformado una tradición monástica en un proyecto enológico de repercusión internacional. Además, el Museo del Vino, ubicado en las antiguas bodegas del convento, conserva herramientas, prensadoras y documentos históricos que narran siete siglos de cultura vinícola.
Un festival de cultura
Por último, su nueva función y una de las más culturales. Cada verano este edificio medieval acoge el Festival Internacional Castell de Peralada, uno de los eventos musicales más prestigiosos del sur de Europa.
Desde 1987, sus jardines y la Iglesia del Carmen se convierten en escenarios abiertos donde conviven ópera, música clásica, recitales líricos, danza y propuestas actuales. Más de ochenta óperas y cientos de espectáculos han consolidado su reputación, atrayendo a artistas de primer nivel y a miles de visitantes cada año.
Cómo llegar
Al castillo se llega principalmente en coche. La ruta más fácil es tomar la AP-7 hasta la salida de Figueres Sud y enlazar con la N-II siguiendo las indicaciones hacia Peralada.
El viaje depende del punto de partida. Desde Girona son menos de 40 minutos, desde Barcelona el trayecto es de una hora y 45 minutos.
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