La medicina avanza a pasos agigantados. Los nuevos métodos permiten a los profesionales luchar contra las enfermedades y los padeceres del cuerpo humano. De esta manera, la esperanza de vida ha aumentado. No obstante, para llegar a este punto, se han realizado auténticas tropelías a la hora de experimentar con personas.
Por otra parte, también han tenido lugar terapias que hoy serían completamente ilegales. No con el objetivo de perjudicar o dañar a nadie, sino porque, en ese momento, se pensaba que era lo mejor para la salud del individuo. Es el caso de algunas terapias de choque, como la insulinoterapia y el cardiazol; o el electroshock primitivo. Entre otras, estas se desarrollaron en un hospital psiquiátrico de Cataluña.
Remedios polémicos
El Institut Pere Mata, ubicado en Reus, fue inaugurado en el año 1900. Se trata de un centro especializado en salud mental. Surgió en un contexto de desesperación en Europa, a raíz de la incapacidad de curar problemas que tenían que ver con la psique. La depresión severa, la esquizofrenia, la manía o los trastornos psicóticos no tenían cura conocida. No existían fármacos adaptados, por lo que los hospitales se convertían en residencias de larga estancia, mientras se buscaban remedios a contrarreloj.
Instituto Pere Mata
De esta manera, surgieron las terapias de choque. Por aquel entonces se consideraban avances científicos. La tesis que defendía la aplicación de estos tratamientos buscaba provocar una reacción extrema en el cuerpo para reiniciar la mente. Impensable en el presente.
De qué trataban
La insulinoterapia provocaba comas mediante altas dosis de insulina y el cardiazol generaba convulsiones químicas con la idea de alterar los síntomas más resistentes. Eran procedimientos duros, pero en aquel momento se interpretaron como un posible avance ante la ausencia total de fármacos eficaces.
El electroshock primitivo siguió la misma lógica, aplicado sin anestesia y con recursos muy limitados. Convivía, además, con terapias ocupacionales que introducían actividades manuales o creativas para estabilizar a los pacientes. Fueron técnicas muy distintas entre sí, pero todas nacidas de un periodo de intensa experimentación.
La vida de los pacientes
El día a día en estos centros estaba marcado por una organización rígida. Los pacientes se distribuían en pabellones distintos en función de su diagnóstico, su comportamiento o incluso su edad, creando pequeños mundos separados dentro del mismo complejo. La rutina era estricta: horarios fijos, normas internas y un nivel de supervisión constante que dejaba poco espacio para la autonomía.
Las estancias acostumbraban a prolongarse durante meses o años, porque muchas familias no tenían recursos ni apoyo suficiente para cuidar a la persona en casa. En un tiempo sin tratamientos eficaces ni servicios públicos sólidos, el hospital mental acababa siendo, más que un lugar de cura, un espacio donde se mezclaban asistencia, control y contención.
Cambio de rumbo
A mediados del siglo XX, en los años 50 y 60, tuvo lugar la revolución farmacológica. Surgieron los antibióticos, que ayudaron a curar muchas enfermedades como la tuberculosis. Por otra parte, en el terreno de la mente, llegaron medicinas como clorpromazina, litio, antidepresivos tricíclicos. Por primera vez, remedios que controlaban los síntomas. Esto recortó las estancias de los pacientes en este tipo de hospitales. Además, quedaron atrás técnicas polémicas, así como se cerraron pabellones especializados.
Institut pere Mata
Si bien el Instituto Pere Mata llevó a cabo terapias muy agresivas, no todo fue malo. Sus especialistas fueron pioneros en implantar actividades terapéuticas como huertos, talleres y artes plásticas. Esto se hizo en conjunción con la línea defendida por la escuela europea. Esta marcaba que el paciente debía recuperar autonomía y dignidad, no solo ser contenido.
Presente
El Institut Pere Mata sigue, en parte, en funcionamiento. El complejo continúa operativo como hospital psiquiátrico público concertado, integrado en la red sanitaria catalana. Se han modernizado tratamientos, instalaciones y protocolos, y los pabellones históricos conviven con unidades actuales de psiquiatría clínica, geriatría, rehabilitación y atención comunitaria.
Institut Pere Mata
Por otra parte, su arquitectura modernista, diseñada por Lluís Domènech Montaner, atrae a muchos visitantes hacia las instalaciones. El antiguo pabellón Distingits se ha restaurado y se realizan visitas guiadas. Se conservan mosaicos, vidrieras y mobiliario original. Es uno de los conjuntos modernistas más importantes de Europa.
Transición
De esta manera, el peso histórico del Institut Pere Mata es mucho y por razones dobles. En lo artístico, su arquitectura es una joya digna de admirar. Por otra parte, en la trayectoria de la medicina ha sido pionero. A pesar de que se hayan desarrollado métodos que hoy se consideran atroces, en el contexto de la época, fueron muy importantes. Así pues, es un edificio icónico.
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