El festival de Sitges es el primer paso y, terminado el certamen, los amantes de las historias de miedo sólo esperan la llegada de una fecha: Halloween.
A pesar de que es una tradición completamente importada, hace años que toda España la celebra. Incluso en Cataluña, donde tienen la Castañada, se ha impuesto.
Algunos rincones del territorio han sabido sacar partido de ello. Aprovechando las leyendas urbanas que hay en la mayoría de rincones del territorio, algunos lugares se han convertido en auténticos santuarios del terror.
En la misma Barcelona, sin ir más lejos, se encuentra una de las casas más misteriosas de la ciudad. Está en pleno barrio del Clot, en el cruce de la calle que lleva el mismo nombre y Espronceda. Allí se encuentra la famosa Torre del Fang.
Un patrimonio de Barcelona
Declarada Bien Cultural de Interés Local, esta masía medieval del barrio de la Sagrera guarda una de las leyendas más inquietantes de toda Cataluña: la de Dulce de Provenza.
La esposa del conde Ramón Berenguer III, no era de las mujeres que se conformaban con lo que tenían en casa. La noble mantenía en secreto un romance con un joven trovador en pleno siglo XII.
Historia maldita
El problema es que su infidelidad fue descubierta y su marido juró vengarse de la forma más cruel imaginable: mandó matar al amante, hizo guisar su corazón y, sin que Dulce lo supiera, se lo sirvió en la mesa.
Cuando ella terminó el macabro banquete, su esposo le reveló el secreto: “Has comido el corazón de quien amabas”. Al escuchar aquellas palabras, Dulce no gritó ni lloró; simplemente decidió no volver a comer jamás. Consumida por el hambre y el remordimiento, murió días después,
La Torre del Fang, convertida en un campamento de barracas / METRÓPOLI ABIERTA
La leyenda impactó a muchos. Escritores como Dante, Boccaccio, Walter Scott, Stendhal o incluso el marqués de Sade la utilizaron como inspiración.
Sea verdad o fruto de la rumorología, el relato de la condesa obligada a comerse el corazón de su amado es muy digna de Halloween, por eso, resulta una buena propuesta acercarse allí para Halloween.
De cuándo es la casa
A pesar de la primera mención de la casa fue muy posterior a la de la leyenda. Se especula que la Torre de Fang puede datar del siglo XIII, aunque algunos estudios apuntan a partes más antiguas. Allí se agarran muchos para creer que la historia es real.
También hay debates sobre su nombre. En su primera mención documental del 23 de febrero de 1559, se le llama Torre de la Virgen María. Sin embargo, según la tradición oral, antes se la conocía como Torre del Diablo, debido a la leyenda que ya circulaba sobre ella.
Cómo es
El escudo del Condado de Barcelona que se encuentra en la puerta principal también ha llevado a algunos historiadores a vincular el edificio con Dulce de Provenza, quien vivió entre 1090 y 1127.
Posteriormente, en 1423, la finca pasó a manos del mercader y banquero Galzeran de Guelbes, miembro del Consejo de Ciento, la institución que asesoraba la vida política y económica de la ciudad. Con el paso del tiempo, la torre también perteneció a diversas órdenes religiosas, que la usaron con fines agrícolas y administrativos.
Con el paso de los siglos, la Torre del Fang fue adaptándose a las transformaciones de su entorno. Durante la Guerra de Sucesión (1713-1714), la Torre del Fang fue ocupada por las tropas borbónicas, que la utilizaron como base artillera para bombardear Barcelona.
En 1854, parte de la finca fue expropiada para la construcción de la línea ferroviaria a Granollers, lo que marcó el inicio de su declive como explotación agrícola. Más tarde, en 1918, la compró la empresa Fomento de Obras y Construcciones (FCC), que instaló allí sus oficinas y utilizó los terrenos como almacén y taller de adoquines, con los que se pavimentaron las calles del Eixample.
Masía abandonada
Ya, a mediados del siglo XX, la masía fue perdiendo protagonismo hasta quedar rodeada de industrias, vías de tren y viviendas precarias. Su estado empeoró y en 1984, el Ayuntamiento de Barcelona adquirió la propiedad dentro de un plan de recuperación del entorno.
Pero algo de esa historia negra parece haber quedado en la casa. Pese a algunos intentos de restauración, la torre permanece cerrada y en estado de abandono durante años. Las obras del AVE y la estación de La Sagrera la dejaron aislada, y los planes de rehabilitación han sufrido continuos retrasos.
Remodelación a medias
Aun así, este pasado viernes, el Ayuntamiento inauguró por fin el parque que rodea este edificio. Las ratas que campaban a sus anchas han dejado lugar a los niños que ahora juegan en las zonas ajardinadas y recreativas de este nuevo pulmón verde que han de unir Sant Andreu con la Sagrera.
La masía, en cambio, sigue igual. Los grafitis que cubren la fachada, su estado de abandono y los signos de deterioro ponen en evidencia que la Torre de Fang ha caído en el olvido. Aunque también esto le da el atractivo para acercarse sabiendo la truculenta historia que tiene detrás.
