Este es el desconocido capricho arquitectónico español que más se parece a Gaudí, el Capricho de Cotrina

Este es el desconocido capricho arquitectónico español que más se parece a Gaudí, el Capricho de Cotrina TURISMO EXTREMADURA

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Ni Reus ni Barcelona: este es el desconocido capricho arquitectónico español que más se parece a Gaudí

Esta obra de arte empezó a construirse en 1988 y todavía no está terminada

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La sombra de Gaudí es larga y, para algunos, incluso pesada. Genios como Jujol, Sagnier o Llimona han quedado relegados a un segundo plano por la figura del arquitecto de Reus. Claro que es el que más impacto ha generado y más obras ha inspirado.

En España hay varios lugares y edificios que han seguido la estela gaudiniana para crear nuevas obras más o menos inspiradas en el genio dele modernismo catalán. El mismo Gaudí realizaría algunas de sus obras fuera de Cataluña como El Capricho de Comillas o el Palacio Episcopal de Astorga. Otros, en cambio, se han aventurado a copiarlo o inspirarse.

En Crónica Global ya se ha hablado en varias ocasiones de ese intento fallido sucedido en Murcia, pero ahora toca hablar de un edificio mucho más inspirado y cercano a la obra de Gaudí. Está a más de 1000 km de Barcelona, pero solo hace falta echarle un vistazo para saber que bien merece una visita.

Se encuentra en Los Santos de Maimona, un pequeño pueblo de 8070 habitantes de la provincia de Badajoz, muy cercano a Zafra. Allí se erige el Capricho de Cotrina, un proyecto artístico y arquitectónico que recuerda mucho al Park Güell de Barcelona.

De quién es

Su construcción es relativamente reciente, tiene menos de 40 años. Su creador fue Francisco González Gragera, apodado “Cotrina”, un maestro albañil y marmolista autodidacta sin formación académica en arquitectura, que tampoco ha pasado a la historia. En cambio, esta obra sí.

No lo hizo a propósito. Cuando empezó a construir una vivienda familiar en 1988, no pensaba en crear una obra de arte, sino una casa de campo que hiciera soñar a su hija. Y lo consiguió.

Construido los domingos

Cada domingo, año tras año, se ponía manos a la obra. Su único plano era la imaginación. El resultado: un conjunto de unos 180 metros cuadrados de superficie construido con piedra, ladrillo y cemento, con una piel de trencadís colorido, con cúpulas, mosaicos, esculturas y formas imposibles.

Las comparaciones con el genio modernista no pararon de sucederse. Lo empezaron a llamar el Gaudí extremeño, pero Cotrina siempre defendió que nunca pretendió imitar. De hecho, nunca visitó Barcelona ni estudió a los grandes del modernismo. 

Cómo es El Capricho de Cotrina

Su obra, dice, se nutre de una intuición escultórica poderosa, de años trabajando el mármol y el cemento, y de una creatividad que brotaba de su vínculo con la tierra. De hecho, asegura que nunca buscó la espectacularidad, sino dota a la casa de un ambiente familiar, acogedor y profundamente personal. Y con toques artísticos.

Uno de los elementos más llamativos es la puerta de entrada. Pesa 400 kilos y se abre con un sistema de ejes reciclados de camiones. También lo es el pasillo, que tiene forma de gusano y conecta el salón con el dormitorio como si fuese una especie de túnel fantasioso. 

Modernismo por dentro y por fuera

Cada estancia (baño, cocina y dormitorios) tiene su propio universo decorativo: bóvedas con escamas, columnas con flores en relieve, ventanales circulares con forma de ojos de animales fantásticos.

Ya fuera, lo que podría ser una piscina más, está decorada con una cascada y, cerca, está la barbacoa, el único toque que revela que el objetivo del arquitecto era crear una casa, no una obra de arte. Aunque si uno ve a su alrededor, podría negar la mayor. 

El Capricho de Cotrina

El Capricho de Cotrina TURISMO EXTREMADURA

Una obra inacabada

El jardín se convierte en un espacio de recreo envuelto por cerámica vidriada que brilla al sol como una fuente de cuento. La casa, además, está cargada de símbolos naturales y locales: aparecen bellotas, hojas de encina, soles, lunas, aves. 

Y, lo más curioso de todo, es que la obra está inacabada. En vida, Cotrina avanzaba con paciencia y esfuerzo personal, la construía cada domingo, aunque algunos, por compromisos, podia no avanzar.

Cuándo visitarlo

Su fallecimiento, en 2016, dejó la casa por terminar. Sus hijos, especialmente Pilar y Roberto, tomaron el relevo y acabaron una obra de arte, que nunca quiso ser tal. Aunque, conscientes de su valor, hoy, la vivienda familiar está abierta al público los fines de semana, con visitas guiadas por la hija, que explica con orgullo cada rincón y cada anécdota de la obra.

El proyecto se sostiene con donativos voluntarios, sin ayudas públicas, y sigue en evolución. Es arquitectura sin fin, como dicen que fue la obra de Gaudí, pero nacida del esfuerzo humilde de una familia en un rincón que no aparece en las guías convencionales.