Medieval, templario y  milenario: así es el castillo fronterizo de la Reconquista en Cataluña

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Historia

Medieval, templario y  milenario: así es el castillo fronterizo de la Reconquista en Cataluña

Construido probablemente en torno al año 1000, el fortín aparece documentado de forma fiable por primera vez en el año 996

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Medieval, templario, milenario y fronterizo. Estas son las cuatro características que definen uno de los castillos de Cataluña más importantes y uno de los más desconocidos.

Su emplazamiento no ayuda. Se encuentra en el término municipal de Aiguamúrcia, pero en lo alto de un cerro, donde se cruzan las aguas que fluyen hacia el Gaià y la riera de Marmellar, un territorio que en su día delimitaba fronteras.

Ahora, solo reina la vegetación y las rocas de un terreno, donde resisten las ruinas del castillo de Selma, un símbolo de poder, fe y frontera. Testigo mudo de la expansión feudal y del avance cristiano en la península, esta fortaleza fue una plaza templaria en una línea de defensa clave durante la Reconquista.

Construido probablemente en torno al año 1000, el fortín aparece documentado de forma fiable por primera vez en el año 996, como límite meridional del castillo de Querol. Perteneció inicialmente a linajes feudales vinculados a la nobleza condal, como los Santmartí, que lo dominaron durante los siglos XI y XII. Pero sería en 1142 cuando la historia del castillo daría un giro decisivo.

El paso a los templarios

Ese año, Guillem de Santmartí, su esposa Beatriu y su hijo entregaron el castillo de Selma a la Orden del Temple. Con esta cesión, el castillo de Selma se integró en la vasta red de fortalezas templarias que, durante los siglos XII y XIII, consolidaron el dominio cristiano sobre los territorios recientemente conquistados. 

Los templarios no se limitaron a ocupar la fortaleza: fundaron una encomienda dentro del término, que tuvo como centro un núcleo residencial hoy conocido como la Mesó de Selma. Desde allí organizaron el control del territorio, protegieron las rutas de comunicación y gestionaron recursos en un área todavía inestable y fronteriza.

Papel en la Reconquista

El papel del castillo de Selma en el contexto templario fue crucial. Siempre estuvo presente en el proceso de expansión militar, religiosa y económica impulsado por las órdenes militares en plena Reconquista. 

La arquitectura del castillo --ya desde sus primeras fases-- revela una estructura pensada tanto para el control del entorno como para resistir posibles ofensivas musulmanas. Y es que, en zonas limítrofes como esta, el Temple defendía, repoblaba, organizaba y articulaba el espacio según sus propios modelos de poder. 

Castell de Selma

Castell de Selma WIKIPEDIA

La castlanía fue confiada a Guerau de Jorba, convertido en castlán mayor. Su linaje conservó esta posición durante varias generaciones, asegurando la continuidad del dominio templario incluso en tiempos convulsos. 

En sus testamentos, los señores de Selma no solo distribuían derechos y tierras, sino que tejían complejas cláusulas para mantener la fortaleza dentro de los círculos de poder templario. La importancia de Selma era tal que incluso se preveía su cesión al monasterio de Santes Creus en caso de pérdida, algo que, finalmente, no llegó a ocurrir.

Nuevos dueños

La decadencia de la orden del Temple a comienzos del siglo XIV no significó la pérdida del castillo. Al contrario: fue transferido a la Orden del Hospital en 1312, heredera natural de sus bienes y misiones. 

Los hospitalarios asumieron el control de Selma y continuaron ejerciendo su señorío sobre la zona durante más de cinco siglos. En 1381 adquirieron al rey la jurisdicción plena --civil y militar-- del término castral, confirmando así su dominio absoluto.

Qué se conserva

Sin embargo, como tantas otras fortalezas de frontera, el castillo de Selma fue perdiendo función y relevancia con el avance de las líneas defensivas hacia el sur. A mediados del siglo XVI ya se encontraba abandonado y en ruinas. Entre 1557 y 1567 los hospitalarios levantaron un nuevo castillo en el núcleo del pueblo, conocido como el “castell nou”, que acabaría siendo destruido por un incendio en 1822.

Desde entonces, del castillo original se conservan sólo tres elementos estructurales: una posible torre cuadrangular en el punto más alto del cerro, una sala anexa y un recinto inferior o jussà, con una puerta de acceso orientada a levante. La torre, muy erosionada, presenta muros de más de un metro de grosor y un aparejo de piedra pequeña unida con mortero de cal. Su parte más elevada alcanza los cinco metros de altura.

Qué ver hoy

Junto a ella se extiende una sala alargada, de planta trapezoidal, cuyas paredes, aunque mal conservadas, aún permiten distinguir un arco en la fachada sur y una apertura con dintel al norte. El recinto jussà, orientado hacia el este, estaba rodeado por un muro parcialmente derrumbado que desemboca en un portal de medio punto, hoy sin dovelas.

El castillo de Selma es una ruina, sí, pero una ruina que habla. Habla del paso de los templarios, de la Reconquista, del feudalismo catalán, de la arquitectura defensiva y de la vida en un territorio que fue frontera entre dos mundos. Sus muros, aunque vencidos por el tiempo, conservan la memoria de una época en que cada piedra era también un estandarte.

Cómo llegar

Para llegar al castillo de Selma desde Barcelona, se toma la autopista AP-7 en dirección a Tarragona. Tras unos 45 minutos, se debe salir por la salida 12, hacia la C-51 en dirección a Valls. Se continúa por esta carretera hasta llegar al Pla de Manlleu. Desde allí, antes de cruzar el puente, parte una pista forestal de 3,5 km que llega hasta las inmediaciones del castillo. El último tramo se realiza a pie. El viaje es de una hora y 45 minutos.

Desde Lleida, la ruta más rápida es dos horas. Consiste en tomar la A-2 hacia Igualada y después enlazar con la C-15 en dirección a Vilafranca del Penedès. Desde Sant Jaume dels Domenys, se sigue por la TV-2443 hasta el Pla de Manlleu. Desde ese punto, se toma la misma pista forestal hasta el castillo.