
La farmacia más antigua de Cataluña vuelve a abrir tras 37 años cerrada ARA LLEIDA
No lo sabías: la farmacia más antigua de Cataluña vuelve a abrir tras 37 años cerrada
Este proyecto forma parte de una reivindicación del patrimonio cultural de un pequeño pueblo de Lleida
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Conservar el patrimonio es algo clave para recordar de donde venimos. Eso implica cuidar los edificios históricos como iglesias, monumentos y demás, pero también negocios que forman parte del ADN del territorio.
Lamentablemente, cada vez cuesta más mantener estos establecimientos que le dan personalidad a un municipio. Los alquileres y la proliferación de cadenas internacionales, hacen difícil la supervivencia de estos establecimientos.
Otro factor determinante es la continuidad del negocio. No siempre los hijos o familiares de una tienda histórica quieren seguir con el local y eso provoca su cierre. Pero, a veces, los milagros ocurren.
Uno de estos hechos excepcionales ha sucedido en Cataluña, concretamente en Llardecans, un pueblo de apenas 428 habitantes de la comarca del Segrià, que ha visto como un negocio de casi 200 años volvía a abrir sus puertas 37 años después de su cierre.
Una de las farmacias más antiguas
Esta joya patrimonial, única en Cataluña, que vuelve a abrir sus puertas es la histórica Farmacia Tomàs Pinyol. Este establecimiento, que arrancó su andadura en 1848 funcionó de forma ininterrumpida hasta 1988.
Estas credenciales le ha valido el título de ser considerada la farmacia más antigua de Cataluña que ha permanecido siempre en el mismo lugar. El título está reñido. En Llivia hay otra botica mucho más antigua, de 1415, pero que desde hace tiempo no es más que una pieza de museo.
De farmacia a museo
Algo similar va a vivir esta otra farmacia leridana. El Ayuntamiento, en colaboración con el Museu de Lleida, ya ha anunciado que el espacio será musealizado y se abrirá al público la próxima primavera.
El alcalde de Llardecans, Xavier Mor, recordaba el día del anuncio de la reapertura que “la Farmacia Tomàs Pinyol es un espacio histórico y arquitectónico que hay que recuperar y abrir al público”. En palabras del político, “se trata de una parte muy importante de la identidad local y del patrimonio de la región”.
Ahora toca el proceso de musealización, Aseguran que ya está en marcha y se encuentra en una fase avanzada de ejecución para poder abrir cuánto antes.
La farmacia, que ocupa un espacio de tan solo 19 metros cuadrados, ha sido completamente rehabilitada. Durante dos años, un equipo especializado ha llevado a cabo una restauración integral que ha incluido el desmontaje urgente del mobiliario, la recuperación de todos sus elementos originales y la elaboración de un proyecto arquitectónico para consolidar el espacio.
Cómo es la farmacia
El resultado es un espacio fiel al original, con el mobiliario restaurado —encimeras, estanterías, armarios y cajones— y el suelo de baldosas cuidadosamente restablecido. Además, se ha recuperado la colección original de unos 140 frascos, cerámicas, utensilios farmacéuticos, productos medicinales, recetarios, prescripciones y documentación que incluye formulaciones históricas.
Para completar la experiencia, el Ayuntamiento busca actualmente un espacio complementario, ya sea en la misma casa o en un edificio próximo, que permita contextualizar la visita mediante documentación, paneles explicativos y material audiovisual.
Un proyecto general
Por otro lado, se estudia la posibilidad de formar a una persona para ofrecer visitas guiadas, aunque está prevista la opción de recorrido autoguiado. Y es que el proyecto de recuperación forma parte de una apuesta más amplia por revitalizar el patrimonio cultural de Llardecans.
Paralelamente a la musealización de la farmacia, el consistorio trabaja en la habilitación de las pinturas murales de la llamada Casa Cornadó, ubicada en el número 12 de la calle Mayor y el Arco de Adà, la capilla de Loreto, el mirador de la población y la iglesia de la Assumpció.
Un proyecto especial
La Farmacia Tomàs Pinyol es el eje principal de este nuevo impulso cultural. A pesar del esfuerzo de la familia Pinyol por mantener el establecimiento en buenas condiciones, el paso del tiempo y problemas estructurales, como la humedad, habían deteriorado seriamente el mobiliario y la estructura original.
La intervención liderada por el Ayuntamiento y expertos en restauración ha permitido rescatar el espacio en su esencia y ofrecer una nueva vida a un lugar cargado de historia.